desesperanza
¿Psicología? Y una mierda
Hoy en día, todo termina en psicólogos: trances de la vida más o menos desafortunados terminan con el manual de autoayuda o con la visita al psicólogo; te tiemblan las piernas cuando tienes que hablar en público, al psicólogo; te dan vergüenza tus kilos de más mal distribuidos, al psicólogo.
Aprender a esperar y a desesperar (III): condiciones sociales de la resiliencia
Nada nos impide impulsar un modelo educativo que, basado en el principio de la cooperación y la solidaridad, ofrezca segundas oportunidades a quienes no han tenido suerte durante los primeros años de vida o en algún tramo de la misma. Una sociedad más basada en la colaboración que en la competición.
Aprender a esperar y a desesperar (II): la resiliencia
Un mal comienzo o una mala racha no tienen por qué tener un mal final. Cuando vivimos etapas difíciles importa mucho el modo en que las interpretamos y el sentido que damos a nuestra conducta para resolverlas, rendirnos o adaptarnos a ellas.
Aprender a esperar y a desesperar (I): indefensión aprendida
La indefensión puede ir más allá del hecho concreto de una situación, que se puede aprender y se puede reproducir. Se puede aprender a perder, a no tener esperanza, a no ver soluciones donde existen potencialmente. No es que estén bien como están, es que han perdido la esperanza y tienen miedo de volver a sufrir.