El vino y las rosas son las metáforas que mejor definen las crónicas que se han escrito por todo el mundo tras la contundente victoria del Barcelona sobre el Milan (4-0) en la Champions. Ahora bien, la épica contra el conjunto lombardo no debe ocultar el bosque. Un bosque que debiera ser podado a pequeña escala.
El Barcelona fue batido en la noche del martes por el Real Madrid en un choque que dominaron los blancos de principio a fin. Una velada que manifestó la superioridad de los de Chamartín de una manera jamás vista con Mourinho en el banquillo. No hilaron los azulgranas más de tres toques seguidos en las inmediaciones del área.
Goleador contrastado anquilosado en el banquillo. Ése podía ser el resumen del primer tercio de temporada para Villa. Cerebral y sensato -viendo la racha de su equipo-, no ha querido orinar fuera de tiesto y provocar ninguna convulsión en el remanso de paz que es el vestuario azulgrana.