Lo que le pasa a este trabajador no es el típico dejarse llevar involuntario de cuando escuchas música y se te van los pies. No: este trabajador de la construcción hace de la calle su particular pista de baile con momentos cómicos que no tienen desperdicio. Cuando los coches pasan de izquierda a derecha y viceversa, él se entrega a la música sin pensar, pero cuando vienen hacia la calle que está cortando, sus señales de distribución del tráfico son dignos del divo más experimentado. Con trabajadores así de entregados es difícil no sonreír.