América del Sur y, en especial, los países de la Cuenca del Río de la Plata (Uruguay, Argentina, Brasil, Paraguay y Bolivia) se encuentran en una posición ventajosa a la hora de cumplir con los compromisos asumidos en la Conferencia Global de Cambio Climático, la COP21, celebrada en diciembre pasado en París.
Si las industrias de los países desarrollados tienen exceso de producción, resulta muy difícil encontrar nuevas oportunidades de inversión que merezcan la pena. La urbanización se ha completado. Por lo tanto, no nos podemos limitar a tomar como referencia la experiencia de los países desarrollados para juzgar el potencial de crecimiento de China durante una recesión.
Los mismos factores que entre 2003 y 2011 convirtieron a América Latina en una de las regiones más pujantes a nivel económico son los que ahora, revertidos, la sentencian a un bajo crecimiento. Entre los más importantes destacan la reducción de la demanda global, el bajón de los precios de las materias primas y la reducción de la entrada de capital internacional en la región.
En esta década, Beijing ha incrementado su influencia sobre Taipei. El pilar esencial de esa proyección es la economía. Por otra parte, el continente conserva la llave de la participación de Taiwan en los procesos de integración regional, claves para la supervivencia económica de la isla.