Hablar de la muerte en el cine no es nuevo. En política, tampoco. E igual que en la gran pantalla, en la vida pública hay mil formas de guionizar el final, con mejor o peor acierto, a lo grande o por la puerta falsa. Cada cual elige su destino. En 'Truman', la indiscutible ganadora de los Goya 2016, Cesc Gay prefirió que el protagonista de su historia eligiera cómo y cuándo viviría su último suspiro. En el PP dicen que Rajoy pretende hacer lo mismo, esto es que nadie le marque la senda ni el momento.