Rajoy quiere ser Gay
Hablar de la muerte en el cine no es nuevo. En política, tampoco. E igual que en la gran pantalla, en la vida pública hay mil formas de guionizar el final, con mejor o peor acierto, a lo grande o por la puerta falsa. Cada cual elige su destino. En 'Truman', la indiscutible ganadora de los Goya 2016, Cesc Gay prefirió que el protagonista de su historia eligiera cómo y cuándo viviría su último suspiro. En el PP dicen que Rajoy pretende hacer lo mismo, esto es que nadie le marque la senda ni el momento.
Hablar de la muerte en el cine no es nuevo. En política, tampoco. E igual que en la gran pantalla, en la vida pública hay mil formas de guionizar el final, con mejor o peor acierto, a lo grande o por la puerta falsa. Cada cual elige su destino. En Truman, la indiscutible ganadora de los Goya 2016, Cesc Gay prefirió que el protagonista de su historia eligiera cómo y cuándo viviría su último suspiro. En el PP, dicen que Rajoy pretende hacer lo mismo, esto es que nadie le marque la senda ni el momento.
Por eso no fue a la gala del cine. Rajoy es como es. Igual que "un vaso es un vaso y un plato es un plato" y "es el vecino el que elige el alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde", al presidente del Gobierno en funciones no le van ni la alfombra roja ni el esmoquin. Los focos le ciegan. Y a estas horas debe andar preguntándose por qué la nueva política pretende convertirle en "contingente" y no en "necesario", que diría Antonio Resines.
Pero cuentan en su partido que no será ni Pedro Sánchez ni Albert Rivera quiénes decidan cuál será su inmediato destino, que no tiene intención de asumir como propios los tiempos de los poderes fácticos ni los periodísticos y que aguarda su momento a la espera de que el líder del PSOE fracase en su intento de sumar apoyos para la investidura.
El PP no es como el PSOE y sabe, por eso, que hasta que él no decida nadie en su partido osará moverle la silla. Lo ha dicho Alberto Núñez Feijoo en una entrevista a Lucía Méndez ("Soy leal. Si Rajoy decide volver a presentarse le apoyaré"). ¿Y si no se presenta? Se verá. Mientras él esté nadie se moverá. Gobierno y partido respaldan sin fisuras su estrategia y ésta es que mientras siga Pedro Sánchez, él seguirá.
Mes y medio de telediarios le da el presidente en funciones al "ruin" que le llamó "indigno" porque cree que al candidato del PSOE no le saldrá el sudoku que pretende ni le cuadrarán las cuentas, después de que Ciudadanos y Podemos se hayan declarado incompatibles. La realidad para Sánchez, dicen en el PP, "será tan dura como la aritmética" y sólo podrá ser presidente con el apoyo de Podemos y los secesionistas. Si esto ocurriera, la gobernabilidad -con 90 diputados y un Senado con una mayoría absoluta del PP que ejercería, sin duda- serán imposible.
Así que el presidente prevé que Sánchez irá, sí, a una investidura fallida que convertirá en su primer acto de campaña, pero entre el "no" del nuevo Parlamento a un presidente del PSOE y los dos meses que fija la Constitución hasta la disolución de las Cortes y la convocatoria de nuevas elecciones, Rajoy no descarta acudir de nuevo a la Zarzuela para ser propuesto candidato por Felipe VI.
Cree que la presión que Sánchez haya ejercido hasta entonces sobre el resto de los partidos para que faciliten con su abstención la investidura será la misma que el PP pueda ejercer sobre el PSOE para exigirle lo mismo ante la inminencia de unas nuevas elecciones en las que Podemos podría dar el "sorpasso" y convertirse en la segunda fuerza más votada. O un Gobierno del PP o uno presidido por Pablo Iglesias: esa será la encrucijada ante la que Rajoy intentará poner a un PSOE que para entonces ya habrá celebrado su congreso federal en mayo y sustituido, según sus cálculos, a Sánchez, a quien el presidente en funciones reconoce tener siete vidas, pero haber agotado ya las seis primeras.
Para su estrategia, el Rey tendría que aceptar proponerle como candidato, una hipótesis que no está nada clara después de que Rajoy declinara en la primera ronda aceptar la propuesta del Monarca, se diera "mus" en la segunda y dejara en manos de Felipe VI la decisión de proponer a Sánchez aún a sabiendas de que, a priori, no contaba con los apoyos suficientes para ser investido.
Sólo en el caso de que Felipe VI se negara a enviar al Congreso una propuesta con Rajoy de candidato y se dejara correr el plazo de los dos meses preceptivos para convocar nuevas elecciones, el hoy presidente en funciones se plantearía ceder el paso y facilitar el relevo en un PP que, de momento, calla ante un líder que no se resigna al final de su carrera. Mientras unos se quitan la corbata y otros se enfundan en el esmoquin, Rajoy, como Julián (Ricardo Darín), el protagonista de Truman, decide cómo quiere morir, aún sabiendo que no todos están de acuerdo con su decisión. Y eso también forma parte de la vida... y de la política.
A ver si resulta que el registrador, como Gay, también se lleva cinco estatuillas en una representación tan soporífera e interminable como la de los Goya 2016.