El Partido Republicano ha arriesgado y ha perdido mucho estas últimas semanas y al final no ha ganado nada. A pesar de sus implicaciones internacionales, la lucha por el cierre administrativo y posible suspensión de pagos no ha sido entre demócratas y republicanos ni entre Obama y Boehner, sino una lucha interna del Partido Republicano entre los representantes financiados por el Tea Party y los que reciben fondos de Wall Street.