¿Envidia en el amor?
Todo eso que los niños nos muestran a tajo abierto, la dificultad para compartir -los juguetes pero también a la mamá-, lo seguimos viviendo los adultos pero de modo más refinado. La madurez está más lejos de ser la superación de los afectos más miserables, y más cerca de ser una sofisticación en el disimulo de estos.