
Pesadilla en Hedgefundstreet
Al Presidente sin mácula y lleno de inocencia le esperaba un Rolls-Royce negro. El viaje hasta la suite de un hotel de las afueras de la ciudad transcurrió en silencio, pues los anfitriones no se habían molestado en proporcionarle un traductor y él apenas sabía balbucear cuatro frases en inglés.