El sistema permite que se vendan productos llenos de ingredientes tóxicos, pero no nos deja elaborar productos totalmente naturales y venderlos si no somos ricas.
Desde muy pequeño, allá por los años sesenta del siglo pasado, solía pasear todos los domingos por el casco histórico de Santa Cruz de La Palma. Desde entonces, me han llamado mucho la atención los numerosos balcones y corredores que cuelgan de las casas señoriales y palacetes de sus calles. Aquí tienen una muestra.