Cuando uno sale a cotizar en Estados Unidos se queda desnudo. Y más vale que lo sepa, porque aquí las agencias de calificación y los brokers de inversión son implacables. Y claro, se empezó a estudiar la contabilidad de Abengoa, la empresa que había conseguido un hecho histórico, que Barak Obama la nombrase en una de sus alocuciones sobre el futuro de la energía.