Toca tirar y ordenar
Tirar y ordenar es necesario para resetearse, para poner de nuevo marcadores a cero y poder volver a coger impulso. Para sentirse aliviado y con la mochila liviana para seguir dándolo todo. Y esa es la actitud y el compromiso con el que me voy de vacaciones.
¡Madre mía, qué saturación la mía!
Llevo días sintiéndome agotada, sin ganas de salir a correr, apática y buscando fuerza hasta debajo de felpudo de casa cada día cuando salgo por la puerta con los tacones para ir a trabajar.
Esta mañana, aún con mucho sueño, me he levantado con ese mismo ánimo. Aun sabiendo que hoy llegaban mis vacaciones, no he sentido la alegría y el entusiasmo con el que he vivido el último día de trabajo otras veces. Pero como hace un par de semanas decidí ponerme en "modo zen" hasta que se me pasase la tormenta que llevo en todo lo alto, tampoco me he hecho mucho caso. Me he duchado, he desayunado y he llegado a la oficina dispuesta a cerrar cuantas más cosas, mejor.
La mañana ha transcurrido tranquila. Apenas ha sonado el teléfono y no ha habido, por increíble que parezca, ningún contratiempo de última hora -será porque ya han surgido todos de lunes a jueves.
El caso es que ahí estaba yo, dándole a la tecla y al ratón con ansias de dejar todo bien atado antes de irme, cuando he levantado la cabeza del ordenador y he visto el desastre de mesa que tenía: "Natalia, o te pones a ordenar un poco esto ahora o cuando vuelvas te van a entrar los siete males solo de verlo".
Total, que he decidido remangarme -sí, remangarme, porque en Murcia hace mucho calor, pero yo llevo todo el verano "pajarito" disfrutando del mejor aire acondicionado del mundo. He empezado por el montón de las cosas "on going", y como cuando hago cambio de armario, he decidido tirar todo aquello que no he tocado en meses. Después, he puesto cada cosa en su carpeta y cada carpeta en su lugar, y ya para rematar, porque tampoco podía entrar en el bucle de la acumulación de carpetas, he bautizado a mi montoncito de "varios" en otra, que sé que será la que primero vaya a ir a la basura la próxima vez que me ponga de limpieza general.
De ahí he pasado a la cajonera. Y mientras, me acordaba de una de las entradas de mi blog en la que hablaba del "cajón desastre" de mi casa, he ido tirando trastos mientras alucinaba con la cantidad de recuerdos que puede acumular también mi cajón del trabajo. Al final se han quedado, lapiceros, bolis, libretas y demás utensilios de oficina, y sólo al fondo del cajón, el cepillo de dientes con un imperdible -que me ha salvado de algún apuro más de una vez- y un par de cremas de mano. Bueno, de estas tenía acumulados hasta cuatro botes.
Ahí estaba yo, venga a tirar y venga a ordenar, cuando de repente he empezado a sentirme mejor. He empezado a ser consciente de que me iba de vacaciones, me he sentido animada y relajada.
Muchas veces se me olvida lo bien que sienta tirar y ordenar la ropa, los cajones, el escritorio y los recuerdos.
Tirar y ordenar es necesario para resetearse, para poner de nuevo marcadores a cero y poder volver a coger impulso. Para sentirse aliviado y con la mochila liviana para seguir dándolo todo. Y esa es la actitud y el compromiso con el que me voy de vacaciones. Dispuesta a seguir tirando lo que no necesito y lo que no me aporta y ordenando las cosas importantes.
Justo hoy, que me he levantado apática y sin energía en mi último día de trabajo antes de las vacaciones, he descubierto qué es lo que necesito hacer para sentirme mejor en este momento.
Si tú también tienes claro qué es lo que te hace sentir mejor cuando no estás bien, te felicito, tienes la llave de tu satisfacción en tu mano.
Y si no, no te preocupes, ponte en "modo zen", sin hacerle mucho caso a tu malestar, solo el justito y ya verás cómo de repente un día, quizá cuando estés de limpieza, o dando un paseo o disfrutando de una buena compañía, encontrarás tu llave.