Montserrat Domínguez: Semana de alto voltaje
El Gobierno tiene varios frentes abiertos, y con la reforma del Código Penal y la cadena perpetua revisable apuesta sobre seguro de cara a su electorado; pero no podrá jugar la baza de la mano dura en los otros frentes que tiene abiertos; Cataluña y la UE.
I don't like Mondays, cantaban los Boomtown Rats en 1979; es uno de los temas que os sugerimos hoy en el Huffpost para afrontar este lunes color gris tormenta para los usuarios de metro en Madrid y Barcelona, y para los de Renfe en todo el país: las primeras huelgas y paros de un curso caliente y desabrido. El anticipo de las protestas, en cambio, estuvo lleno de color; el de las marchas blanca, verde, naranja, violeta y negra que confluyeron el sábado 15 en la capital para gritar un rotundo NO contra los recortes en los servicios públicos.
Desde la redacción de El HuffPost, Rodrigo Carretero coordinaba la información en directo -live blog- que nos permitía seguir al minuto lo que pasaba en la Plaza de Colón y alrededores: fotos, tuits, información de agencias y de televisiones, cobertura internacional, cánticos y eslóganes, declaraciones y testimonios. Como los que recogió a pie de calle Eduardo Sánchez, que habló con doctoras, enfermeras, funcionarios, bomberos, profesores de instituto y estudiantes, tan preocupados por su propio futuro como por el deterioro de los servicios públicos que perciben a su alrededor.
La conversación se prolongó -y sigue aún- con los comentarios de nuestros lectores, que no han dejado de debatir y aportar su visión al gran debate nacional: ¿A dónde nos conducen estos recortes? ¿Son imprescindibles para salir de la crisis, como sostiene el Gobierno, o por el contrario no harán otra cosa que hundirnos más en ella al tiempo que se desmantela lo que tanto esfuerzo costó levantar?
El 15-S nos habíamos levantado haciendo la digestión del último Consejo de Ministros, en el que el titular de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, expuso los pilares de la nueva reforma del Código Penal. Las nuevas penas de prisión permanente revisable -un curioso eufemismo para rebautizar el término cadena perpetua-, aplicadas a terrroristas y asesinos en caso de crímenes especialmente graves o sensibles, suponen un cambio radical en la historia de nuestra democracia y provocaron también un encendido debate entre nuestros lectores.
El ministro no citó expresamente (pero sí tácitamente) los recientes casos Bolinaga y Bretón, y con ellos sobrevolando la mente de todos el portavoz de la Asociación Jueces para la Democracia, Joaquim Bosch, escribió en El HuffPost un post imprescindible sobre el populismo penal, en el que nos advierte sobre los criterios de oportunidad que inspiran reformas como la anunciada el viernes. Bosch nos recuerda que nuestro país se encuentra en las tasas más bajas de delincuencia del ámbito europeo, que cuenta con el porcentaje más alto de presos por habitante, y que está en cabeza de los países europeos en cuanto al tiempo de cumplimiento de condenas, lo que debería hacernos reflexionar sobre qué sentido tiene endurecer nuestras leyes.
Con esta reforma, el Gobierno apuesta sobre seguro de cara a su electorado; pero no podrá jugar la baza de la mano dura en los otros frentes que tiene abiertos. Por ejemplo, en Cataluña. Mariano Rajoy recibe esta semana en Moncloa al presidente de la Generalitat, Artur Mas, en un encuentro de alto voltaje tras la masiva Diada del pasado martes; y luego viajará a Italia para entrevistarse con el primer ministro italiano, Mario Monti, mientras toda Europa se pregunta, perpleja, a qué espera Rajoy para pedir formalmente el rescate.
Quizás en Roma esté una de las claves.