Sin corbatas y sin mujeres
Quizás, si las mujeres hubieran estado más presentes, la situación de Grecia no sería tan desesperada como lo es ahora, y la igualdad no sólo sería una cuestión de Justicia, sino que también podría ser motor para recuperar una sociedad fragmentada en amaneceres y atardeceres de insomnio y valerianas
En política nadie da puntadas sin hilo ni deja pasar de largo un buen titular, tampoco permite que se pierda una foto impactante... En el mundo de la política apenas hay espacio para la espontaneidad o la naturalidad, todo esta muy estudiado por equipos especializados en hacer de la percepción, realidad, y en conseguir que el estímulo llegue con un significado concreto que impida la interpretación subjetiva.
Por eso no es casualidad que el Gobierno de Tsipras se haya quitado las corbatas como signo de rebeldía ante la encorbatada Unión Europea, y frente a un poder económico que le gusta atar en corto a la ciudadanía con sus lazos de seda y sus nudos Windsor. Y para poder quitarse la corbata, la primera condición es poder llevarla, situación que nos sitúa directamente ante las personas cuya vestimenta incluye habitualmente esta prenda. Es decir, ante los hombres.
Sorprende que un Gobierno de izquierdas defensor de la igualdad falte contra su primer mandamiento, que es la igualdad entre hombres y mujeres, y desde ella a todas las demás. Incluso ha sido capaz de ceder ante las corbatas y permitir que algunos de sus miembros la vistan antes que incluir a alguna mujer en la primera línea de responsabilidad. Recuerda a la frase bíblica que decía aquello de "es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja, que entre un rico en el reino de los cielos"... El reino de los cielos, como esta tierra de repúblicas y monarquías, debe estar lleno de pobres sin corbata, pero en ninguno de los dos hay suficientes mujeres en puestos de responsabilidad, ni celestiales ni terrenales.
La pregunta es bastante sencilla: ¿qué ocurre con la igualdad para que tanto en la izquierda como en la derecha sea un tema incómodo al que se está dispuesto a renunciar ante cualquier excusa o circunstancia?
La respuesta es aún más fácil: hombres. Son hombres y sobre esquemas masculinos de poder los que deciden y consideran concienzudamente que las decisiones que toman son las mejores. No siempre hay mala intención ni desprecio consciente a las mujeres y a la igualdad, simplemente se dejan llevar por el criterio que ha prevalecido a lo largo de la Historia, el cual sitúa en hombres la idea de capacidad, y luego justifica con hechos el resultado de su "experiencia y preparación", como si todo ello fuera una decisión neutral. No ven, es decir, no quieren ver, que las mujeres no han tenido las mismas oportunidades para prepararse y alcanzar esa experiencia que valoran en los hombres, y que ello es debido a un prejuicio de partida que establece que las mujeres no son capaces de alcanzar los destinos que los hombres logran. De ahí que no se apueste por ellas ni de entrada ni de salida. Lo podríamos explicar de muchas formas, pero ya lo hizo mejor el actual comisario de la UE y exministro español, Arias Cañete, cuando afirmó lo de la superioridad intelectual de los hombres. Si los hombres están dotados por la naturaleza de una mayor inteligencia, y encima poseen una mayor preparación y experiencia, para qué jugársela con mujeres menos capaces y experimentadas... La igualdad, para muchos hombres, es un capricho inasumible en tiempos de crisis, aunque sean tiempos de crisis provocados por la inteligencia y capacidad masculinas.
Los problemas que generan los hombres son accidentes. En cambio, los que ocasionan las mujeres son la constatación de un error advertido... Así, todo es sencillo para quien parte de la desigualdad y reparte oportunidades. De ahí que siempre sean ellos quienes se lleven la mejor parte.
La revolución de Syriza y su líder, Alexis Tsipras, se ha quedado, una vez más, a las puertas de la igualdad; así de puertas afuera permanecerá la desigualdad, y de puertas adentro, la violencia contra las mujeres. No es casualidad que en el Eurobarómetro de la UE sobre Violencia Doméstica contra las Mujeres (2010), el porcentaje de población griega que la considera "aceptable en todas las circunstancias" sea el 2%, con sólo tres países con cifras superiores o iguales, cuando la media de la UE está en el 1%. Tampoco debe extrañar que, a la hora de justificar la violencia de género con la excusa del alcohol, las drogas, la pobreza y el desempleo, la media de población que lo hace en Grecia sea del 90.2%, mientras que en la UE es del 84'7%.
La situación no es nueva. Históricamente, las mujeres han estado ausentes de la política griega. En el momento actual, representan el 29.5% del Parlamento, un porcentaje ligeramente superior a la media de años atrás, que era 22.6%, pero muy lejos del mínimo del 40% que se pide para cualquiera de los sexos. Sin embargo, el Gobierno de Tsipras ha perdido la ministra que tenía el gabinete de Antonis Samaras, y queda muy lejos de las 5 ministras que tuvo el gobierno socialista de Yorgos Papandreu. Quizás, si las mujeres hubieran estado más presentes, la situación de Grecia no sería tan desesperada como lo es ahora, y la igualdad no sólo sería una cuestión de Justicia, sino que también podría ser motor para recuperar una sociedad fragmentada en amaneceres y atardeceres de insomnio y valerianas.
Lo he afirmado en otras ocasiones: la diferencia entre la derecha y la izquierda no está en el número de machistas, sino en el número de feministas. Y las feministas son mayoritariamente mujeres. Por eso la izquierda debe darle voz y mando a quienes desde siglos atrás vienen luchando y entregando sus propias vidas para que hombres y mujeres podamos convivir sobre la referencia de la paz y la igualdad.
El último dato sobre Grecia es en primera persona, y nos lo da el estudio Violencia de género contra las mujeres: una encuesta a escala de la UE, realizada por la Agencia de Derechos Fundamentales (FRA, 2014), que revela que el 67% de las mujeres griegas refiere sufrir violencia por parte de los hombres de forma frecuente.
El problema no es sólo de Grecia. Mientras que en cualquier país las mujeres están presentes en la discriminación, en los ataques, en las agresiones..., en ninguno de ellos están en los puestos de responsabilidad y decisión, y así difícilmente se saldrá de ninguna crisis...
Sorprende el interés en cuadrar las cuentas y el desinterés en cuadrar la justicia a través de la Igualdad... Sólo hay que ver quién se beneficia de la situación para entenderlo.
Este post fue publicado inicialmente en el blog personal del autor