La rentabilidad de los bonos: precio y prima de riesgo
Las primas de riesgo, los diferenciales de deuda frente a Alemania, los spreads... La lista de conceptos financieros que han surgido durante la crisis es fruto de la diferenciación que se hace del riesgo que asume un inversor por prestarle dinero a otros agentes, ya sean públicos o privados.
Las primas de riesgo, los diferenciales de deuda frente a Alemania, los spreads... La lista de palabras y conceptos financieros que han surgido durante la crisis y con la que todos nos hemos familiarizado es fruto de la diferenciación que se hace del riesgo que asume un inversor por prestarle dinero a otros agentes, ya sean públicos, como el Tesoro de un país (España, por ejemplo), o privados, como un banco o una empresa cualquiera.
Como la lógica dictamina y no sólo la financiera, existe una relación entre el riesgo asumido y la rentabilidad exigida: a mayor riesgo es más probable que no se recupere el capital invertido y, por lo tanto, mayor será la rentabilidad demandada.
Pensemos en el caso de un bono. Un bono es una obligación por la cual el agente que lo emite, que es el que necesita fondos, se compromete a devolver una cantidad de dinero en el futuro al inversor o agente que adquiere ese bono; básicamente se trata de un préstamo. En este caso, la relación entre riesgo y rentabilidad se puede resumir de la siguiente forma: si el bono emitido por el agente 'A' tiene más riesgo que el que ha emitido el agente 'B', es normal que a 'A' se le exija una rentabilidad más alta que a 'B', para compensar la mayor probabilidad de perder dinero invirtiendo en bonos de 'A'.
Dicho de otra forma, cuando percibimos que un producto, financiero o real, es de peor calidad que otro, estaremos dispuestos a pagar un precio inferior por él. Eso sucede también en la comparativa de los bonos 'A' y 'B' anteriores. En ese caso concreto, el bono de 'A' valdrá menos que el de 'B', ya que tiene más riesgo.
Pero ¿cómo se miden esa rentabilidad y ese precio? La rentabilidad de un bono es un tipo de interés. A ese tipo de interés también se le conoce como TIR o Tasa Interna de Rentabilidad. De forma muy simplificada, la TIR es la diferencia entre el valor que me devolverán al vencimiento de un bono y su precio actual de compra expresado en porcentaje. Un ejemplo numérico sencillo: precio de compra de un bono = 95 y valor de reembolso dentro de un año = 100; en este caso la rentabilidad o TIR a vencimiento será (100-95) / 95 = 5,2%. En este ejemplo se puede apreciar cómo se entrelazan los conceptos de TIR y precio. Y es que la TIR es otra forma de expresar el precio de un bono.
Siguiendo con ese ejemplo, si suponemos que el precio de compra del bono cae desde los 95 hasta los 90 euros como consecuencia de un aumento del riesgo vinculado al emisor, la rentabilidad esperada hasta vencimiento, la TIR, se elevaría hasta el 11,1% (sustituyendo 95 por 90 en la anterior fórmula). Por lo tanto, es evidente que la TIR y el precio de un bono guardan una relación negativa: cuando uno se incrementa, el otro se reduce. Además, ambos parámetros dependen en última instancia de su riesgo asociado. Imaginemos ahora que el bono cuyo precio de compra ha pasado de 95 a 90 euros es el bono 'X'. Ese descenso del precio lleva aparejado un repunte de la TIR desde el 5,2% hasta el 11,1%, como hemos visto. Si, por otra parte, asumimos que la TIR del bono 'Y' ha permanecido estable (digamos en el 4%), el resultado habrá sido un aumento de la prima de riesgo entre ambos bonos desde 120 puntos básicos (es decir, 1,2 puntos porcentuales) a 710 puntos básicos.
Lo que realmente pone de manifiesto el aumento de las primas de riesgo soberanas es que los inversores están dispuestos a pagar un precio más bajo por adquirir deuda de un país en relación a otro de mayor calidad.