De rastas limpias y partidos sucios
Nuestra fuerza es su intransigencia. Si hubieran reaccionado a las llamadas de atención que una y otra vez les dirigimos desde fuera de los parlamentos, no hubiéramos necesitado entrar en ellos. Lo siento señorías, ya no les pedimos nada, nada más que respeto y sosiego para poder comprender mejor que este país está cambiando y que la democracia es escuchar y no insultar.
Ya no sorprende ver a muchos parlamentarios del Partido Popular escandalizarse ante los alentadores cambios que van sucediéndose en nuestro país. Ya no sorprende tanto escándalo, insulto, ni faltas de respeto. Como si cerrásemos un círculo histórico, ayer volvieron a intentar denigrar a los nuevos diputados de Podemos por su peinado y supuesta falta la higiene, el mismo argumento que intentaron utilizar aquella primavera de 2011 en la que reivindicamos en las plazas que no nos representaban y que no íbamos a pagar su crisis. En aquella ocasión no solo les sorprendieron los miles de personas que llenábamos Sol o Plaza Catalunya, sino esa mayoría social que nos miraba desde fuera con simpatía. En su habitual arrogancia nos infravaloraron y nos instaron a presentarnos a las elecciones.
Cuatro primaveras después he tenido el orgullo de ser protagonista de la irrupción de una buena dosis de cambio en la Asamblea de Madrid, al entrar como diputado en las últimas elecciones autonómicas. Tuvimos que llegar para que después de 20 años el Partido Popular perdiera de nuevo una votación en esta cámara. Se terminaba la política del rodillo, y con ello volvían los nervios y los insultos.
Mucha polémica generaron ayer las palabras de Cernuda y Villalobos, y la repercusión de algunas respuestas como la mía. Una demostración de que mientras algunos intentan señalar las rastas, a la gente lo que le asombra es la caspa que sigue instaurada en algunas de las más altas instancias de nuestro país. Especialmente significativo me pareció la Noche 24 Horas del día del jueves, donde a la habitual falta de paridad del canal, se sumaba la también usual carencia de pluralidad. Lindezas hacia Podemos como el calificativo de "enemigos" que nos regaló uno de los tertulianos, la crítica repetida a los dirigentes el Partido Popular aunque no tanto por las graves faltas de respeto que habían acometido como por "dejarnos en bandeja" la respuesta, la equidistancia a la hora de condenar sus palabras y nuestra crítica a su corrupción, o las referencias explícitas a mi persona. Se dijo de mí que no aguantaba la hemeroteca por mi supuesto pasado "antisistema, okupa, broncas, de la calle...". Orgulloso de mi pasado no pretendo rebatir estos argumentos, al contrario, reivindicar el tremendo esfuerzo invertido por miles de personas en hacer un país mejor en un momento en el que el sistema se ha vuelto antipersona, en donde año tras año han aumentado los desahucios con el beneplácito de los sucesivos gobiernos dejando millones de casas vacías y millones de personas sin casa, y en donde las viejas élites siguen considerando como algo peyorativo a "la calle" y a salir a esta a reivindicar que rescatemos a las personas en vez de a los bancos lo llaman "armar bronca".
Quieren hablar de pasado, hablen del suyo, especialmente del de alguno de sus alumnos aventajados como doña Cristina Cifuentes, quien en una broma de mal gusto se presenta como el "nuevo PP", haciendo parecer que es nueva en esto quien ya estaba sentada en la poltrona cuando yo nací hace casi 25 años, y que solo se levantó para ordenar, desde su puesto de delegada del gobierno, cargar una y otra vez cargar contra quienes defendíamos la justicia social en las calles porque desde las instituciones nos la arrebataban.
Nuestra fuerza es su intransigencia. Si hubieran reaccionado a las llamadas de atención que una y otra vez les dirigimos desde fuera de los parlamentos, no hubiéramos necesitado entrar en ellos. Lo siento señorías, ya no les pedimos nada, nada más que respeto y sosiego para poder comprender mejor que este país está cambiando y que la democracia es escuchar y no insultar. Que podemos ser adversarios y no enemigos, aunque sí lo seremos de la corrupción y de la injusticia que propagan. Por su bien, y para que, aunque lo intenten evitar, podamos sentarnos a abordar los verdaderos problemas de este país, espero "que se vayan acostumbrando".