Sólo podemos acabar con la violencia contra las mujeres si trabajamos unidos
Me preguntan a menudo si es posible terminar con la violencia contra las mujeres, tan extendida y persistente. Mi respuesta es sí. Es posible. Pero solo podemos hacerlo unidos. Todos somos responsables, y ya es hora de que los líderes cumplan las promesas hechas a las mujeres.
Me preguntan a menudo si es posible terminar con la violencia contra las mujeres, tan extendida y persistente. Mi respuesta es sí. Es posible. Pero solo podemos hacerlo unidos. Todos somos responsables, y ya es hora de que los líderes cumplan las promesas hechas a las mujeres.
Hoy, con la vista puesta en el día Internacional del Fin de la Violencia contra las Mujeres, que se celebra este domingo, pido a todos los dirigentes que se pronuncien a favor de acabar con la violencia contra las mujeres y las niñas.
El año pasado puse en marcha la agenda política de 16 pasos. Hoy insto a todos los jefes de Estado y de Gobierno a acabar con el azote de la violencia que afecta a todas las sociedades, mediante su participación en una apasionante iniciativa mundial que dé a conocer los compromisos nacionales para poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas.
El primer paso ya lo hemos dado: se ha roto el silencio. Hoy, la violencia doméstica es ilegal al menos en 125 países y existe un amplio conjunto de leyes relativas a la violencia contra las mujeres y las niñas. Hay un consenso internacional sobre la forma de avanzar que quedó expresado en la Plataforma de Acción de Pekín. 187 países han ratificado el Convenio para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra las Mujeres. Se sabe mucho más sobre las causas originales de la violencia, y hay un número cada vez mayor de mujeres, hombres y jóvenes que se movilizan contra la violencia sin cesar. Existen innumerables organizaciones cuyos miembros trabajan sin descanso para apoyar a las supervivientes y, en muchos países, las autoridades han tomado medidas decisivas. Pero todo eso no basta.
Debemos hacer más para proteger a las mujeres y prevenir esta violación generalizada de los derechos humanos. Los Gobiernos y los dirigentes deben dar ejemplo. Ha llegado la hora de que los Gobiernos traduzcan las promesas internacionales en acciones nacionales concretas.
Esperamos ver leyes y planes de actuación nuevos y mejores que proporcionen refugios, servicios de asistencia telefónica gratuitos y ayuda legal y sanitaria gratis a las supervivientes. Contamos con que haya programas educativos que enseñen derechos humanos, igualdad y respeto mutuo, e inspiren a los jóvenes a tomar la iniciativa para acabar con la violencia contra las mujeres y las niñas. Necesitamos que haya cada vez más mujeres en la política, las fuerzas del orden y las tropas de paz. Necesitamos igualdad de oportunidades económicas y puestos de trabajo dignos para las mujeres.
Para que haya todas estas cosas es preciso contar con unos líderes decididos y valientes. El próximo mes de marzo, responsables gubernamentales y figuras de la sociedad civil se reunirán en la Comisión de la ONU sobre la Condición de la Mujer para acordar acciones que prevengan y respondan con eficacia a la violencia contra las mujeres. Las expectativas son altas, y así debe ser. En algunos países, 7 de cada 10 mujeres son golpeadas, violadas, maltratadas o mutiladas durante su vida. Una crisis de semejantes proporciones merece la máxima atención de los dirigentes mundiales. No puede haber paz ni progreso mientras las mujeres vivan con el miedo a la violencia.
Hoy, la violencia contra las mujeres se reconoce cada vez más como lo que es: una amenaza contra la democracia, un obstáculo para la paz duradera, un lastre para las economías nacionales y una horrible violación de los derechos humanos. A medida que más gente esté convencida de que la violencia contra las mujeres no es aceptable ni inevitable, a medida que se castigue cada vez a más maltratadores, el cambio para poner fin a la violencia contra las mujeres será más profundo y más sólido.
No es un problema exclusivo de las mujeres, es una responsabilidad de todos nosotros. Esta violencia es una atrocidad y hay que detenerla. Ya no hay tiempo para dejarse llevar por la complacencia ni las excusas. Debemos mostrar la voluntad, la determinación y la capacidad de movilizar más recursos para poner fin a ese azote de la humanidad que es la violencia contra las mujeres.
Sí, es posible.
Michelle Bachelet.
Expresidenta de Chile y directora ejecutiva de ONU Mujeres.
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.