Una noche en 'El Faro' de la radio
Mara Torres nos abre las puertas de su programa en la Cadena SER tras recibir cuatro galardones en 2023.
Está en mitad de la Gran Vía y no hay olas ni tempestades, pero, aun así, El Faro de Mara Torres lo alumbra todo desde la octava planta de la Cadena SER. El Faro se escucha en la radio y también se oye desde la orilla del ascensor. Sus fareras, todoterrenos y marineras, son pocas, pero habladoras. Y no es para menos. Han tenido que navegar por más de mil palabras para llegar al lustro del programa con un Ondas y varios trofeos en la recámara. La travesía empezó en 2018, pero fue 2023 el año que abrió las puertas a una avalancha de reconocimientos a El Faro y a su equipo. Todos de golpe, como un tsunami de aplausos a su trabajo.
“Mi primer jefe, ‘Luispi’ (Luis Rodríguez Pi), me dijo que El Faro iba a tener un buen recorrido, pero que iba a ser como un río que de repente se encuentra con una cascada. Que, cuando llegara, llegaría todo junto. El reconocimiento, los premios y la audiencia... Y se ha cumplido”, cuenta Mara Torres en la visita de El HuffPost a su programa.
Torres ha llegado a las seis de la tarde al céntrico edificio del Grupo PRISA. De lunes a jueves la periodista se levanta sobre las once y, si ese día viene un invitado, dedica dos horas y media a estudiar la vida e historia de su ‘gatopardo’. A las cuatro de la tarde escucha La Ventana de Carles Francino y poco después arranca la jornada de preproducción de su programa. Lo que pasa de una y media a cuatro y media de la madrugada es emitido en directo y conocido por todos: periodismo de pausa, de experimento y de conocimiento, pero “no solo para los que están despiertos”.
“Ya no hacemos un programa para la gente que no duerme, porque en realidad hacemos un programa para que la gente lo oiga a cualquier hora del día”, explica. Y los datos lo respaldan. Las visualizaciones de Youtube y las descargas de su podcast demuestran que el interés de los oyentes por El Faro no se limita a la noche. Sus contenidos son ‘aptos’ para cualquier hora del día, algo que su presentadora considera un logro.
“Empezamos a ver que el programa la gente lo escuchaba también de día o el fin de semana, que las aportaciones de los oyentes llegaban durante el día con el tono diurno. Esa es una oportunidad que nos ha dado la tecnología. Nos ha permitido explorar rompiendo la frontera del horario y es algo que podemos aprovechar por el tipo de formato que hemos creado. Si el programa estuviera muy pegado a la actualidad nadie se lo podría escuchar dos días después. No tendría sentido. El abordar temas y entrevistas diferentes lo convierte en un programa que se basa en la atemporalidad”, razona con orgullo Mara Torres desde su despacho de la SER.
Sobre las once de la noche, las integrantes del equipo ya han orientado el programa hacia el tema del día -esta vez es la palabra ‘versión’- y cada una trabaja en rematar una parte del contenido que se emitirá en un par de horas. “Todas hacemos un poco de todo. Desde buscar información de los invitados, hasta filtrar, seleccionar y editar cada audio que se mete en el guion”, comentan intentando explicar cómo funciona su redacción. Todas son mujeres, excepto un compañero en prácticas y su realizador, Chema Rodríguez.
Ya son casi las doce y Elena Sánchez está navegando por un archivo infinito -pero perfectamente ordenado- de sonidos, frases y chascarrillos del imaginario farero. Explica que son sus ‘farolillos’ y que con ellos intenta construir un relato auditivo que acompañe al oyente durante la noche.
Paloma Terol, por su lado, sube cada tarde a la redacción las mejores respuestas que escucha por la Gran Vía madrileña. Siempre en torno al término que toque, la periodista plantea cuestiones a los viandantes para incluir sus ocurrencias en cada uno de ‘los Faros’.
Julia Molina, que sustituye a Mara Torres al frente del programa en vacaciones, explica que su sección se orienta “un poco” a la política. Esta madrugada, al hilo de la palabra versión, Molina se ha estudiado qué políticos saben el suficiente inglés como para ver una película en versión original. Sin embargo, esta es toda la política que tiene cabida en El Faro. Ni en tertulias, ni como invitados. Se trata de un universo que su directora tiene claro que quiere mantener al margen del programa.
“El gatopardo está abierto a cualquier perfil, un actor, una actriz, una patinadora, un catedrático de física... Pero no a políticos”, sentencia Torres. “El gatopardo no viene nadar explicaciones ni a rendir cuentas. Viene a conversar. Yo no voy buscando un titular en la entrevista, sino una conversación. A los políticos es difícil sacarles de su papel, porque están en lo que están y en lo que tienen que estar, y yo no quiero que venga un político al que le pueda brindar 25 minutos para hablar de su vida, sin que tenga que dar explicaciones al ciudadano, que es lo que tienen que hacer”, comenta.
Al final de la mesa trabajan concentradas la subdirectora de El Faro, Lala García, e Irene González. La primera es la mano derecha de Mara, la encargada de cerrar los expertos que opinan en el programa y la que carga con la mayor responsabilidad de la producción. La segunda, también redactora, trata de buscar, dar forma y añadir al guion un tema curioso con la palabra del día como protagonista.
Ya es la una. Poco antes del directo todo está tan bien atado como el nudo de un marinero. Conocen lo que quieren ser, lo que el oyente espera y lo que sus seguidores les aportan. Puede que ese sea el motivo por el que han logrado crear una ‘comunidad farera’ de oyentes tan amplia y entregada.
“Los oyentes nos conocen y nosotros los conocemos a ellos. Queríamos personalizar esa figura y que no fuesen desconocidos ni entre ellos ni para el programa”, cuenta Torres mientras nos muestra un cuadro que les regaló un seguidor tras cumplir los mil temas. Una ilustración que recopila las palabras que dieron vida a cada programa de El Faro durante cinco años.
A escasos veinte minutos de arrancar aparece en redacción Alejandro Pelayo, componente de 'Marlango', pianista y compositor que cada martes toca el piano en directo desde el estudio del programa. Viene en pijama, como cada semana desde que decidieron convertirlo en tradición. Los miércoles también visita el espacio la librera y crítica literaria Eva Cosculluela y los jueves el poeta y periodista Antonio Lucas.
A cinco minutos del ‘on air’ coinciden en la sala de control el equipo de El Larguero y parte de El Faro. Terminan unos y empiezan los siguientes. Mara Torres ha repetido en varias ocasiones que lleva demasiados temas en la escaleta, que va muy cargada. Sin embargo, nadie lo nota. La luz roja que indica el directo se enciende y la voz de la periodista da el pistoletazo de salida a una nueva noche al filo de un mar imaginario.
A las dos de la madrugada, con una versión al piano de I will always love you de Whitney Houston sonando de fondo, la presentadora cierra los ojos y sonríe. Puede que en esos segundos pensara en aquel viaje que hizo en coche por la Ruta de la Plata desde Málaga hasta Cedeira en el que puso nombre, temática y espíritu a lo que ahora es El Faro.
También puede que se preguntara si alguien más ha ganado en tan solo un año un premio a la trayectoria en el Festival Actual, un Ondas, una Antena de Oro y un Miguel Delibes, como ella. O puede que se planteara como llevar de la orilla al faro a su siguiente invitado. También es posible que no se preguntara nada. Que simplemente disfrutara de estar donde quiere estar, poniendo el foco en la cultura desde El Faro de la radio.