Una política de no intervención en Venezuela sería un cambio bienvenido
Lo mejor que el gobierno de Estados Unidos podría hacer con respecto a Venezuela, independientemente de lo que ahí suceda políticamente, sería poner fin a su intervención allí. Durante los últimos 15 años, Washington ha causado un daño enorme a Venezuela en su incesante búsqueda por un "cambio de régimen". En marzo, el presidente Obama declaró a Venezuela como una "amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos", y extendió las sanciones económicas contra el país.
Lo mejor que el gobierno de Estados Unidos podría hacer con respecto a Venezuela, independientemente de lo que ahí suceda políticamente, sería poner fin a su intervención allí.
Durante los últimos 15 años, Washington ha causado un daño enorme a Venezuela en su incesante búsqueda por un "cambio de régimen". En marzo, el presidente Obama, una vez más de manera absurda, declaró a Venezuela como una "amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos", y extendió las sanciones económicas contra el país.
A pesar de que las sanciones en sí son limitadas, tienen un considerable impacto en las decisiones de inversión, ya que los inversionistas conocen lo que a menudo sucede con los países a los que Washington señala como amenazas inusuales y extraordinarias para la seguridad nacional estadounidense. Las sanciones, así como la presión ejercida por el Gobierno de Estados Unidos, ayudaron a convencer a las grandes instituciones financieras de no otorgar préstamos de bajo riesgo, garantizados con oro, al gobierno de Venezuela.
Washington estuvo implicado en el golpe militar de corta duración de 2002 contra el Gobierno electo de Venezuela, y el Gobierno de EE.UU. reconoció que proporcionó "la formación, la creación de instituciones y otras formas de apoyo a las personas y organizaciones" que llevaron a cabo el golpe. Posteriormente, EE.UU. aumentó la financiación a grupos de oposición y ha continuado hasta nuestros días dándoles millones de dólares.
En 2013, nuevamente Washington se vio aislado en la región y en el mundo cuando se negó a reconocer los resultados de las elecciones presidenciales (a pesar de que no había ninguna duda sobre los resultados); EE.UU. prestó así su apoyo a las protestas callejeras violentas que buscaron derrocar al Gobierno. Washington brindó apoyo político en intentos similares en 2014.
Todo esto está bien documentado y es bien conocido por los periodistas que cubren Venezuela, pero trate de encontrar a alguno de los medios más importantes que tenga la valentía de escribir sobre ello. Es un poco como escribir sobre Ucrania y nunca mencionar a Rusia.
A lo largo de los años, la intervención de EE.UU. en Venezuela, como en otros países, ha contribuido a la polarización política y al conflicto ya que alentó a elementos de la oposición, en numerosas coyunturas, para perseguir también una estrategia de cambio de régimen, en lugar de buscar un cambio político pacífico.
Un cambio hacia una política de no intervención en Venezuela sería un cambio radical para Washington y sentaría un precedente saludable. Después de todo, el mundo está inundado de sangre y de refugiados como resultado de la búsqueda de EE.UU. de "cambios de régimen" en Afganistán, Irak, Libia, Siria y otros países. ¿Por qué no probar algo diferente en el hemisferio occidental?