"Me equivoqué"
COMPARECENCIA. He solicitado comparecer en esta Cámara para ofrecer a los españoles, a través de sus legítimos representantes, las aclaraciones y explicaciones que creo que son necesarias en la situación en que vivimos. A mi solicitud de comparecencia hay que unir las aceptadas por la Diputación Permanente de esta Cámara el pasado día 24 de julio: me refiero a las formuladas por los Grupos Parlamentarios Mixto y la Izquierda Plural, por un lado, y a las de los Grupos Parlamentarios Vasco y Catalán, por otro.
EXPLICACIONES ANTERIORES. No es la primera vez que hablo de esta materia. Ya lo hice en una comparecencia abierta para todos los españoles a principios del pasado mes de febrero y unas semanas más tarde debatimos en esta Cámara sobre este asunto en el Debate sobre el Estado de la Nación. En numerosas ocasiones y en diversos escenarios se me ha preguntado sobre el mismo. Otra cosa es que mis explicaciones no gusten. (...) En efecto, traer al Parlamento debates estériles, infundados, plagados de sospechas sin confirmar y de informaciones parciales difícilmente puede considerarse un gesto de respeto a la Cámara. Por eso no he comparecido hasta hoy. No me parecía que lo que aquí se pudiera debatir compensara el mal efecto que este debate podría producir en nuestro crédito exterior; pero hemos llegado a un extremo, Señorías, en el que el mal que ya se ha causado a la imagen del país y a la confianza de los ciudadanos comienza a resultar relativamente pequeño al lado del daño que pudiera producirse si no se sale al paso y se da una respuesta cumplida a lo que está ocurriendo.
MOCIÓN DE CENSURA. A los que presumen de haberme traído aquí ante la presión que representaba una Moción de Censura les diré que presumen en balde, primero, porque para mí una Moción de Censura nunca será una amenaza. La Moción de Censura es un instrumento constitucional y yo no me siento amenazado ni chantajeado por nada que esté contemplado en la Constitución. Esa Moción de Censura, en fraude de Constitución, con que algunos han intentado amenazarme no servía ni siquiera de instrumento para obligarme a venir a la Cámara. Señorías, les recuerdo que en el debate de una Moción de Censura la figura imprescindible es la del candidato, no la del presidente del Gobierno, que no tiene por qué intervenir en el mismo. Es más, no tiene ni si quiera obligación de acudir a la Cámara durante ese debate. Por lo tanto, Señorías, evítense el ridículo de decir que me han traído a rastras, porque no disponían de mecanismos para ello.
LOS SMS. A lo largo de mi vida política he tenido muchos colaboradores, a todos he tratado de tratarles con respeto y a todos les he mostrado mi apoyo cuando tenían dificultades. Siempre ha sido así y han sido varios los colaboradores míos que en un momento u otro lo han pasado mal. Yo no condeno a nadie de forma preventiva. Siempre he actuado así, y a veces es lo más difícil. Lo fácil es 'me lo quito de en medio y fuero', pero cada uno es como es. Y yo soy así. Un imputado no es un condenado. Y una persona que ni siquiera ha sido llamada a los tribunales, menos aún. Pues bien, yo confié en el señor Bárcenas y contesté a sus mensajes y hablé con él y le pedí que dejara la tesorería.
EL TESORERO. Los hechos sobre los que deseo informar a la Cámara se resumen en dos palabras: Me equivoqué. Señorías, lo lamento, pero así fue. Me equivoqué al mantener la confianza en alguien que ahora sabemos que no la merecía. (...) Creí en la inocencia de esta persona, como creería en la de cualquiera de ustedes que se encontrara en un trance semejante, mientras los hechos no desvirtuaran esa presunción de inocencia. (...) Di crédito al señor Bárcenas, Señorías. Era una persona de confianza en el partido. No fue tesorero más que un año, pero desde mucho antes había tenido responsabilidades importantes como gerente.
Lo digo con toda franqueza: carecía de razones para dudar de su inocencia. Así es que me fié de él y le apoyé. Sí, le apoyé, como apoyaría a cualquiera que sufriera una persecución que yo creyera injusta. Creí en su inocencia. Lo hice hasta el momento en que, a los cuatro años de iniciadas las investigaciones, llegaron datos que confirmaban la existencia de cuentas millonarias en Suiza, no declaradas a la Hacienda Pública, a nombre del señor Bárcenas. Esto, además de revelar una manifiesta deslealtad con el partido que le había encomendado sus cuentas, confiado en él y defendido su inocencia, además de todo eso, constituía un hecho ilegal que no admitía dudas, puesto que la existencia de ese dinero en Suiza a su nombre la confirmó el juez y el imputado no pudo negarlo.
Y ése ha sido todo mi papel en esta historia. ¿Me equivoqué al confiar en una persona inadecuada? Sí. Cometí el error de creer a un falso inocente, pero no el delito de encubrir a un presunto culpable. ¿Me engañó? Sí. Lo tenía muy fácil. Yo no condeno a nadie de manera preventiva.
LA JUSTICIA. Esto es una cámara parlamentaria, señorías, no un tribunal. Como indicaba con gran acierto, en su día, un miembro de esta Cámara, "hay quien quiere convertir el Parlamento en una enorme comisaría; eso es un disparate" (fin de la cita). Tenía toda la razón, como la tenía otro dirigente político de nuestro país cuando dijo: "las Cortes no están para suplantar la acción de los jueces en la instrucción de los sumarios" (fin de la cita).
Y así es, Señorías. Cuando el Poder Judicial se hace cargo de una materia, no es el momento de que el Poder Legislativo le dispute la competencia. Lo nuestro, como Congreso, no es decidir sobre la veracidad de unos hechos; eso corresponde a los Tribunales. Lo nuestro es, sin duda alguna -repito, sin duda alguna--, demandar responsabilidades políticas. Pero, como muy bien señaló en su día un político de esta Cámara, "hay que pedir la responsabilidad política por hechos que se demuestre que han existido, por hechos que resulten ciertos" (fin de la cita). Y tenía toda la razón.
LOS PAPELES DE BÁRCENAS. ¿Se han pagado sueldos? Sí. ¿Se han pagado remuneraciones complementarias por razón del cargo? Sí. ¿Se han pagado anticipos o suplidos a justificar por gastos inherentes al desempeño del cargo? También, como en todas partes. Es de justicia. Se ha pagado por un trabajo, se ha pagado en blanco y se ha incluido el pago en la contabilidad.
Declarar los ingresos privados a Hacienda ya es una responsabilidad individual. De eso, ni el señor Bárcenas ni nadie que no sea la Hacienda Pública sabe nada. Por lo que a mí respecta, yo les aseguro que siempre he declarado todos mis ingresos. Mis declaraciones de renta y de patrimonio de los últimos diez años están a la vista de todo el mundo, Señorías, y me parece que tienen bastante más valor que un renglón escrito al vuelo en un papel arrugado.
Si todo lo que aparece en los papeles del señor Bárcenas tiene la misma consistencia que en lo que a mí se refiere, estamos ante una asombrosa e imaginativa colección de falsedades, como el tiempo y la Justicia demostrarán.
DIMISIÓN. No. No voy a dimitir de mis responsabilidades. Ni voy a dimitir, ni voy a convocar elecciones legislativas. Que quede muy claro. Después de escuchar algunas intervenciones tengo la sensación de que a mí no se me piden explicaciones, sino que me declare culpable porque algunos han decidido que lo soy. Mi versión no vale porque no coincide con la suya, que es que soy culpable. Pues bien, se lo voy a decir con meridiana claridad para que sepan a qué atenerse: no me voy a declarar culpable porque no lo soy. No soy un compendio de virtudes como usted, señor Rubalcaba, pero soy una persona recta y honrada. Yo entendería que se me demandaran responsabilidades políticas e incluso mi dimisión por las medidas económicas que ha tomado mi Gobierno.