Periodismo en más de 140 caracteres
Además de ser un movimiento ciudadano surgido del descontento, la Primavera Árabe y el 15M tuvieron en común que colocaron la noticia donde los medios no estaban acostumbrados a encontrarla: en las redes sociales. La adaptación, lenta e irregular, se ha hecho indispensable.
Además de ser un movimiento ciudadano surgido del descontento con sus respectivos gobiernos, la Primavera Árabe y el 15M tuvieron en común que colocaron la noticia en un espacio donde los medios no estaban acostumbrados a encontrarla: en las redes sociales.
Hasta entonces, estos rincones de internet donde muchos pasamos -y plasmamos- gran parte de nuestras vidas eran meras paredes donde rebotaba el eco de las noticias. Y, desde entonces, los medios han ido resolviendo su manera de estar en estos espacios, que recuperan el hacer democrático de las plazas en forma de ágoras virtuales.
Adaptarse o morir
La adaptación de los medios, si bien lenta e irregular, se ha hecho indispensable para los que han descubierto todo lo que tiene que ofrecerles. Prueba de ello es el caso del nuevo medio de Pedro J. Ramírez. Sin haber comenzado a rodar todavía, El Español ha estado presente en la red de los 140 caracteres desde el primer momento, cosechando a estas alturas más de 88.000 seguidores con los que, además, interactua, algo que parece una tarea pendiente para muchos otros medios que utilizan Twitter únicamente como canal unidireccional.
Y es que quien vea en Twitter una herramienta de volcado de titulares sólo está oteando la punta del iceberg. Twitter configura una nueva narrativa donde contar historias en forma de texto, foto y vídeo, todo a la vez. Donde poder valorar de un vistazo qué noticias interesan más, se difunden más y se discuten con más respuestas. Y tiene la capacidad nada desdeñable de colarse en los bolsillos de cada individuo, rompiendo las barreras de dónde y cuándo se puede estar informado como ningún otro formato había permitido hasta ahora.
Medio y fuente
Una de las primeras personas en ver ese potencial que esconden los 140 caracteres fue Carmela Ríos, que se mimetizó con el ya mencionado 15M móvil en mano. Desde entonces ha ido haciendo de esta red social su medio de trabajo, apostando por su marca personal y primando el "Está pasando. Lo estás viendo" que aprendió en la redacción de CNN+. De hecho, ahora prepara un libro donde habla precisamente de eso, de cómo un periodista puede moverse y desenvolverse por esta red social a través del relato que el 15M generó en su timeline.
Otra adicta a Twitter abiertamente declarada es Ana Pastor, quien ha sabido incorporar muy bien lo que esta herramienta tiene que ofrecerle a su programa, El Objetivo. Cada domingo cuentan con un hashtag donde ir recogiendo todas las impresiones que van generando en su audiencia, dando no sólo una nueva experiencia a sus espectadores, sino también una herramienta sin intermediarios con la que saber fácilmente en qué mejorar.
Por eso cada vez más periodistas se mueven entre hashtags y menciones, creando marcas en sí mismas que generan fidelización a profesionales concretos y no sólo al medio de parroquia, promovida también por la ruptura del modelo imperante de relación entre periodista y medio para toda la vida por profesionales freelance que escriben para varios medios y donde Twitter es la herramienta donde aunar toda la información que generan.
Pero la red social no sólo es un medio -en la aceptación más técnica de la palabra- en el que difundir la actualidad. También es una fuente de la que obtener información que en ocasiones se sitúa por delante en inmediatez, al menos en las breaking news, a los teletipos de agencias. Ya sea porque la noticia tarda menos en propagarse por las redes sociales que en redactarse o porque se genere en ese mismo espacio, como cuando el PP y Podemos se enzarzan en una pelea de memes o un diputado mete la pata (otra vez).
Nuevas aplicaciones
La unión entre Twitter y el periodismo no es el futuro, es el presente. El futuro es de las mejoras que ya se están llevando a cabo para que este binomio funcione lo mejor posible gracias a la cantidad de herramientas y aplicaciones complementarias que la innovación tecnológica nos va regalando.
¿Os imagináis, por ejemplo, poder calcular el impacto de una noticia viendo qué palabras han sido las más usadas sobre un acontecimiento en todo el mundo? La hipnótica aplicación de visualización de datos en mapas de Carto DB para Twitter ya permite hacerlo. ¿O una herramienta que detecte posibles noticias a través de unos patrones de análisis de tweets? Lo están probando ya la cadena CNN y la start up Dataminr. O sin ir más lejos, la mejora en la que Twitter está trabajando para poder compartir vídeos al momento desde su aplicación y que los usuarios de iOS ya pueden disfrutar.
No lo es todo
Sin embargo, también hay quien no ha visto en Twitter todo lo que tiene que ofrecerles. Quizá porque no tenga tanto que ofrecerles. Y parte de razón tampoco no les falta, porque Twitter es importante pero no lo es todo. Aunque a veces se caiga en el error de pensar que toda la audiencia está en esta red social, es sólo una parte que por comprensión o afinidad con esta herramienta decide que sea el vehículo con el que se informan de lo que les rodea y no les rodea.
Pero pasada esta franja, habitualmente de edad, lo cierto es que el uso de esta herramienta es minoritario, muy minoritario. Por tanto parece lógico pensar que, si no toda la audiencia es Twitter, haya periodistas que no estén presentes, como es el caso de Iñaki Gabilondo, que de eso del periodismo sabe un rato. Y aunque cada vez sea más indispensable estar, hay que hacerlo sabiendo en todo momento que ni todo Twitter es periodismo, ni todo el periodismo está en Twitter.