Que el Gobierno celebre y ponga su empeño en ganar el referéndum catalán
Nada incomodaría más al independentismo y, sin embargo, no habría respuesta más democrática a su reto ni nada le quitaría la razón con más firmeza que una derrota en las urnas. Hay muy buenas razones de la razón y del corazón para que Cataluña permanezca en España. Apoyamos la celebración de un referéndum con la máxima responsabilidad, conscientes de que si la opción elegida fuese la independentista, el Gobierno de España estaría obligado a negociar de buena fe las condiciones de una ruptura que no deseamos.
Porque celebrar un referéndum y hacer lo posible por ganarlo es la mejor
forma de responder al desafío independentista. Esta opción no tiene presencia alguna en el debate político y es urgente que la tenga.
Nada incomodaría más al independentismo y, sin embargo, no habría
respuesta más democrática a su reto ni nada le quitaría la razón con más
firmeza que una derrota en las urnas. La propuesta independentista nos
parece una muy mala iniciativa, no un derecho, peroha sido
planteada desde las instituciones elegidas democráticamente de
Cataluña, por medios pacíficos y ha demostrado una capacidad de
movilización muy considerable. La respuesta debe estar a la misma altura:
debe ser una respuesta pacífica y democrática y respaldada por la
ciudadanía de Cataluña.
Hay muy buenas razones de la razón y del corazón para que Cataluña
permanezca en España. Quienes apoyamos esta petición estamos convencidos de
que la mayoría de nuestros conciudadanos catalanes pueden verlas y
compartirlas con los demás españoles. La celebración de un referéndum nos
comprometería a todos a recordarlas, a ofrecerlas, a renovarlas, a
reflexionar sobre ellas en un diálogo cívico inaplazable.
La celebración del referéndum de autodeterminación debe cumplir al menos dos
condiciones básicas que se derivan de su justificación democrática. En
primer lugar, la pregunta debe ser clara, por ejemplo: ¿Desea que Cataluña
se constituya en un estado independiente? Sí/No. En segundo lugar, la
importancia de que el cambio de fronteras, si se produjese, sea estable y
no quede sujeto a la formación en poco tiempo de una nueva mayoría que lo
revierta, con el consiguiente coste colectivo de ese tejer y destejer
interminable, debe llevar a exigir una mayoría cualificada para considerar
que ha ganado la opción independentista.
Apoyamos la celebración de un referéndum con la máxima responsabilidad,
conscientes de que si la opción elegida fuese la independentista, el
Gobierno de España estaría obligado a negociar de buena fe las
condiciones de una ruptura que no deseamos. Habría que negociar por
ejemplo, la cuantía y forma de pago de una indemnización por los perjuicios
que acarrease el cambio de fronteras o arbitrar mecanismos para que ese
perjuicio fuese menor. La secesión no debe hacerse a costa de empeorar la
situación de los que se quedan y, si así fuera, quienes la deciden y se
benefician de ella deben compensar su coste o mitigarlo. Cuando estuvieran
pactadas esas condiciones, los demás españoles tendrían que darles su
visto bueno final en un referéndum de confirmación de ese pacto.
No hay que confundir esta petición con las propuestas de reforma de la
descentralización del Estado. Antes de deliberar sobre esas posibilidades
hay que allanar el camino con el referéndum que aquí se propone. La amenaza
independentista ha sido lanzada desde las instituciones democráticas de una
comunidad autónoma con un considerable apoyo ciudadano y hay que tomarla
muy en serio. Ninguna reforma será suficiente para aplacar los anhelos
independentistas de quienes los tienen. Sólo una derrota en las urnas
tendría ese efecto.
Quienes deseamos que Cataluña continúe en España lo hacemos convencidos
de que el proyecto común que construimos entre todos vale la pena,
mejora nuestras vidas, nos aporta diversidad, nos dinamiza en la rivalidad,
nos une en la colaboración, nos ofrece un país plural en el que vivir
acompañados de otras gentes iguales y distintas implicadas en un empeño
colectivo de cooperación enriquecedora que nos hace mejores a todos.
Comencemos por darle un voto de confianza a nuestros conciudadanos de
Cataluña, invitémosles a dar su apoyo a ese proyecto de una España común y
plural en las urnas, a propiciar que se renueven y fortalezcan nuestros
vínculos sociales y políticos; a desactivar la capacidad del
independentismo de distorsionar la vida política cotidiana; a demostrar a
todos que Cataluña también es plural respecto de esta cuestión, como
respecto de tantas otras, y que la única fuerza que mantiene sanos y
firmes los lazos que nos unen es la del respeto, el aprecio y el interés
mutuos.
Puedes firmar la petición iniciada en Change.org desde aquí.