Ganar el Euromillones no trae la felicidad: un afortunado británico lo demuestra
Steve Thompson ganó 120 millones de euros en 2019. Tres años después reflexiona sobre cómo ha afectado el premio a su vida.
¿Quién no ha fantaseado alguna vez con ganar el bote de Euromillones? El deseo de muchos, que cada día fían a todo tipo de sorteos sus posibilidades de acceder a una vida de lujos y comodidades. Sin embargo, una lluvia instantánea de millones viene acompañada de una responsabilidad. Para algunos afortunados ganadores, el sueño puede convertirse en pesadilla.
Es el caso del británico Steve Thompson, un constructor que ganó 120 millones de euros en un sorteo de Euromillones de 2019 y que cuatro años después de convertirse en millonario se ha dado cuenta de que el dinero no lo es todo en la vida. "Steve echa de menos el trabajo y todo lo que conlleva, como las bromas de sus compañeros", apunta al tabloide The Sun uno de los amigos del millonario.
Aunque en un primer momento pensó que su vida cambiaría para mejor y vivir en Kent rodeado de actores de Hollywood, estrellas de rock o magnates en una casa de 700 metros cuadrados, con piscina y pista de tenis, Steve se dio cuenta muy pronto de que echaba de menos la vida que tenía antes de ganar el bote de Euromillones.
“Es un tipo muy modesto, humilde y amaba su vida como constructor”, explican sus amigos que recuerdan qué es lo que hizo después de ganar tantos millones: donó más de 57 mil euros a la escuela a la que asistían dos de sus hijos; otros tantos a un centro médico y 114 millones a su club de cricket. "Mis hijos tienen sus propias habitaciones, al fin", dijo después de ganar la lotería.