El tesoro escondido en España que las últimas lluvias ha convertido en las cataratas del Niágara

El tesoro escondido en España que las últimas lluvias ha convertido en las cataratas del Niágara

Un rincón mágico al que se puede llegar en poco más de tres horas desde Madrid.

Cascada del Pozo de los HumosGetty Images

¿Quién dice que para descubrir maravillas naturales hace falta volar miles de kilómetros? En la provincia de Salamanca, en pleno Parque natural de los Arribes del Duero, se localiza uno de los mayores saltos de agua de la Península Ibérica. Con una caída de 50 metros, la cascada del Pozo de los Humos se ha ganado el sobrenombre de las cataratas del Niágara de España. 

Rodeado por una densa arboleda, el Pozo de los Humos se revela como una versión a escala propia de las icónicas cataratas situadas en la frontera de Estados Unidos con Canadá. En invierno, cuando las lluvias mandan en esta región de Castilla y León, se produce un fenómeno peculiar al que se puede ver en las famosas cascadas norteamericanas: una nube de vapor se alza sobre la cortina de agua, dando lugar a los "humos" a los que hace referencia el nombre de la catarata. Y no es para menos: solo hay que observar cómo las últimas lluvias han convertido este tesoro oculto en una belleza natural simplemente indómita.

Para llegar hasta el Pozo de los Humos, los viajeros pueden echar mano de los dos senderos que parten desde Masueco y Pereña de la Ribera, un paseo por la naturaleza que dará a los visitantes la oportunidad de contemplar esta maravilla natural. La ruta desde Masueco, conocida como la Senda de Unamuno por la visita que hizo el escritor hace más de un siglo, culmina en una pasarela desde la que se puede ver la vertiginosa caída de la catarata.

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Unamuno no sería el único escritor español que en su día ha disfrutado de este tesoro. Antonio Machado también visitó la zona y, como recoge Infobae, hablaba así del Pozo de los Humos y del entorno natural que rodea a la cascada: "Es singular el atractivo del agua. Estaría uno las horas muertas contemplándola fluir, dejándose ganar el espíritu por la sensación purísima que su constante curso nos produce. El agua es acaso la que mejor imagen nos ofrece de la quietud en el movimiento, del solemne reposo supremo que del concierto de las carreras de los seres todos surge”, decía el poeta.