El impulso de hacer planes y compartirlos o por qué necesitas unas vacaciones de tus vacaciones

El impulso de hacer planes y compartirlos o por qué necesitas unas vacaciones de tus vacaciones

El afán por aprovechar al máximo los días libres y planificar cada minuto de las vacaciones puede hacer que al final no se descanse lo suficiente. 

Una mujer fotografiando una playaJohn Crux

Los días son más cortos, el verano empieza a llegar a su fin y con él las vacaciones de muchas personas que han aprovechado agosto para tomarse unos días de descanso. Sin embargo, a pesar de que lo ideal después de las vacaciones es volver a la rutina desconectados y con las energías renovadas, cada vez es más común escuchar la frase de “necesito unas vacaciones de las vacaciones”.

Detrás de esa sensación de no haber descansado lo suficiente está la creciente necesidad o tendencia de planificar con detalle cada día libre, sin dejar espacio para la improvisación o para simplemente pasar una tarde sin hacer nada o sin consumir ocio.

Según algunos expertos, la hiperplanificación derivada de la pandemia que también se nota en las reservas de los restaurantes o el círculo vicioso de las redes sociales que empuja a encadenar un plan tras otro pueden estar detrás de este agotamiento y haber hecho que se olvide que las vacaciones también son para el descanso.

“Creo que la sociedad en la que vivimos es un mundo que ha cambiado y que las redes muestran una imagen de disfrutar al máximo, de hacer los mejores viajes, compartir las mejores fotos... y entonces entramos en esa rueda”, explica Olga Merino, psicóloga y miembro del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid.

Según Merino, “hay personas que necesitan buscar sensaciones cada vez más intensas y que incluso están preocupadas por lo que tienen que hacer para no perderse planes” en sus días de vacaciones o en su tiempo libre. “A veces no solo por disfrutar esos planes, sino por compartirlos”, matiza la psicóloga.

“Creo que la sociedad en la que vivimos es un mundo que ha cambiado y que las redes muestran una imagen de disfrutar al máximo, de hacer los mejores viajes, compartir las mejores fotos... y entonces entramos en esa rueda”
Olga Merino, psicóloga y miembro del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid

En ocasiones no basta con compartir los planes en general, sino que las redes incluso determinan el destino o el plan que se disfruta. “Sin duda las redes sociales influyen pero más que el influencer o una persona reconocida, influye mucho más dónde viajan las personas de nuestro entorno, las personas en las que nosotros nos miramos como espejo”, revela Daniel Marín, doctor y profesor del Departamento de Sociología Universidad Pablo de Olavide.

“Por un lado buscamos una normalización de nuestro entorno, como mínimo queremos hacer lo mismo que los que nos rodean, y como máximo queremos diferenciarnos algo de ellos sin caer en lo ridículo. Viajemos a lo que nuestro grupo de referencia reconoce y si queremos ir a otro sitio distinto procuramos que ese sitio sea un poquito mejor que el de referencia, y ahí sí entran en juego los personajes reconocidos que cuentan que han viajado a tal sitio y se han quedado en X”, añade el sociólogo.

El impulso de viajar porque las personas a nuestro alrededor están viajando se acrecentó con la pandemia, como con cualquier situación de crisis como una crisis personal o una enfermedad. “Parece que queda muy lejos, pero fue un punto de inflexión. Hubo un antes y un después porque mucha gente se dio cuenta de que lo que un día damos por sentado puede cambiar, de la volatilidad. Entonces eso invita a querer aprovechar y apurar al máximo, a disfrutar del momento”, asegura Olga Merino.

La necesidad de inmortalizar el momento y la percepción externa

Las consecuencias de unas vacaciones sin un minuto de improvisación no solo llegan al volver a casa y deshacer la maleta, sino antes de empezar unos días de descanso por intentar cumplir las expectativas y aprovechar ese tiempo libre. “En las consultas se ve preocupación externa por lo que se percibe de nosotros. No es tanto la autopercepción como la percepción de los demás. En cualquier lugar o evento la gente quiere inmortalizar el momento. A veces nos perdemos el ‘aquí y ahora’, que al final es lo importante, por estar capturando lo que estamos haciendo”, advierte Merino.

De hecho, la psicóloga cree que “parece que si no has hecho, compartido o viajado pierdes el nexo con tu grupo de amigos” ya que te quedas descolgado porque la sociedad que actualmente está llamando a eso”. “Si no lo haces no estás haciendo lo que parece que la sociedad espera de ti, aunque la realidad no es así”, matiza.

"A lo largo del tiempo, viajar se ha convertido en un producto de consumo que demuestra cuál es nuestra capacidad de ociosidad y ahí es donde está la clave”
Daniel Marín, doctor y profesor del Departamento de Sociología Universidad Pablo de Olavide

Por su parte Daniel Marín cree que la necesidad de tener unas vacaciones espectaculares o de viajar a ciertos destinos tiene que ver con demostrar cierto estatus y que ha evolucionado a lo largo del tiempo. “Anteriormente la clase ociosa demostraba que era la clase dominante, con cosas como el deporte, la literatura, las artes... A lo largo del tiempo, viajar se ha convertido en un producto de consumo que demuestra cuál es nuestra capacidad de ociosidad y ahí es donde está la clave”, cuenta el sociólogo.

“Viajar es una forma de demostrar que tenemos tiempo libre y creo que, a día de hoy, el tiempo libre se asocia a una persona que vive de las rentas o que tiene una remuneración alta. Pero además, si se permite viajar, esa forma de consumo demuestra que tiene una determinada posición o estatus. Esto refuerza la idea de que no solo hay que vacacionar o descansar, sino que hay que viajar porque es lo que refuerza esa posición o ese estatus. En la sociedad actual consumir es la religión y determinados productos son sagrados”, considera Marín.

Además, el doctor explica que algunos sociólogos defienden que consumir “es algo reflexivo y no un acto individualista”. “Lo que estamos intentando es decirle a la sociedad, a los que nos rodean, cómo somos, qué nos interesa, cuáles son nuestras preocupaciones y cuál es nuestra posición social”, relata.

La diferencia entre descanso y vacaciones y la importancia de desconectar 

Daniel Marín también recuerda que la manera de disfrutar de las vacaciones ha cambiado mucho y que lo que consideramos vacaciones ya no es únicamente descansar o irse unos días al pueblo o a visitar a algún familiar, sino disfrutar de viajes y experiencias. "Antes, en los noventa o principios de los 2000, se hacían paquetes para visitar el Caribe con ofertas y opciones para pagarlos a plazos y era un privilegio, ahora muchos jóvenes cuando acaban la carrera se van a Cancún. Los tiempos han cambiado y las modas también", ejemplifica.  

"Hoy quien en su tiempo de ocio decide irse al pueblo es como ‘ah bueno sí, al pueblo", bromea al sociólogo. En este sentido, Marín insiste en que hay que recordar que "una cosa es el tiempo de descanso y otra es consumir ocio" para no perder perspectiva y evitarse frustraciones si las vacaciones no terminan siendo como queríamos o como las que ha disfrutado un amigo o un vecino. 

"Las personas que ven sus consumos de ocio durante las vacaciones limitados se ven al margen del sistema. Porque vacacionar está asociado a acumular actividades y eso da un estatus social, 'he estado aquí y allí, he hecho esto y lo otro'. Hemos asociado las vacaciones a consumir experiencias y a veces vacacionar es simplemente cambiar la rutina"
Daniel Marín

"Es una faena quedarte en casa los 30 días porque uno quiere tener la sensación de que el dinero le renta para algo más que cumplir las necesidades básicas. Necesita realizar sus expectativas, equipararse al grupo social, darse algunos ‘lujos’, y entre esos lujos está viajar", cuenta el sociólogo. 

De hecho, Marín cree que la desigualdad económica también puede aislar en este sentido: "Las personas que ven sus consumos de ocio durante las vacaciones limitados se ven al margen del sistema. Porque vacacionar está asociado a acumular actividades y eso da un estatus social, 'he estado aquí y allí, he hecho esto y lo otro". "Hemos asociado las vacaciones a consumir experiencias y a veces vacacionar es simplemente cambiar la rutina", recuerda el sociólogo. 

"Planificando todo tanto y haciendo tantas cosas no tenemos esos beneficios ligados a las vacaciones como puede ser el descanso"
Olga Merino

Además, recuerda Olga Merino, "las vacaciones son necesarias porque tienen un beneficio en el bienestar físico y mental, siempre y cuando se desconecte". "Para desconectar no siempre hace falta viajar a otro lugar o hacer muchas cosas. Planificando todo tanto y haciendo tantas cosas no tenemos esos beneficios ligados a las vacaciones como puede ser el descanso", advierte la psicóloga. 

Espacio Eco
Un proyecto de Espacio Eco

"No hacer nada también es hacer algo. Aburrirse es necesario y no nos permitimos aburrirnos y desconectar. No permitimos que nuestra mente descanse", reflexiona Merino sobre las consecuencias de hiperplanificar. "Cuando no tenemos ese descanso es cuando podemos terminar con un posible problema de salud", recuerda la psicóloga. Un consejo que más allá del verano, se puede aplicar durante todo el año ante cualquier fin de semana o tarde libre.