Soy técnica en nutrición y éste es el yogur del supermercado que me enamora (y el que siempre evito)
Lo mejor es que sea natural, que no sea ni desnatado ni tipo griego y que no lleve azúcar ni edulcorantes añadidos
Sobre la leche y sus derivados hay bastante controversia. Ni siquiera los profesionales de la nutrición se ponen de acuerdo acerca de si su consumo es recomendable o perjudicial. Pero lo que sí es cierto es que “la leche es el único alimento que contiene en cantidades reseñables todos los macronutrientes (proteínas, grasas y carbohidratos)”, comienza por aclarar la técnica en Nutrición y Dietética Ana Luzón. “De tal forma que al menos durante los 6 primeros meses de nuestra vida podemos desarrollarnos adecuadamente sin necesidad de complementar la alimentación”, aclara.
Por otro lado, no hay que olvidar que ningún alimento es indispensable y que podemos cubrir nuestras necesidades, tanto a nivel de macronutrientes como de micronutrientes (vitaminas y minerales) a través de múltiples combinaciones de alimentos, recuerda Luzón. “Así que si la leche te gusta y la digieres bien, no sufres de intolerancia a la lactosa, no hay por qué eliminarla de tu dieta. Pero, si no te gusta o tienes intolerancia a la lactosa, no tienes que sufrir pensando que no podrás tener unos huesos fuertes o crecer suficiente”, aclara esta experta.
Ana Luzón considera que “es más interesante la ingesta de derivados lácteos fermentados, como el yogur o el kéfir, podemos dejar fuera la leche perfectamente”. Los fermentados, “aportan una mayor biodisponibilidad de macro y micronutrientes, además de que contienen bacterias que favorecen una microbiota adecuada para la salud”, añade.
Otro argumento que conviene resaltar es que la fermentación de la leche aumenta la tolerancia a la lactosa, “debido a su transformación en ácido láctico, pudiendo ser mejor digeridos incluso por personas intolerantes, reduce el contenido en lactosa y los microorganismos presentes en éstos sintetizan la lactosa y compensan su carencia en estas personas”, resalta la experta en nutrición.
Hay tres claves que Luzón recomienda tener en cuenta a la hora de comprar yogur, de manera general: “Que sea natural y no de sabores, que no sea ni desnatado ni tipo griego y que no lleve azúcar ni edulcorantes añadidos”.
Si se puede, añade, es mejor elegir uno que sea bio: “Como pasa también con los huevos o la carne, merece la pena la inversión”. En concreto, Ana Luzón apuesta por estas marcas: “Los yogures de la marca Gutbio, de Aldi, junto con los Bios, de Auchan, son mis favoritos, por su relación calidad-sabor y cremosidad-precio. Pero, sin duda, mi preferido es la versión de estos de leche de oveja. Por su sabor y cremosidad, pero también porque es de más fácil digestión y más rico en proteínas y calcio, entre otros nutrientes”.
Esta técnica en dietética añade que, aunque el de cabra también le gusta mucho, “el de oveja tiene un sabor más suave y más fácil de que le guste a paladares poco acostumbrados a la acidez natural del yogur, que no tiene nada que ver con las versiones azucaradas, edulcoradas o saborizadas”.
Después de estos consejos, como ya habréis imaginado, el yogur que nunca entra en la casa de Ana Luzón “es un yogur de sabor o azucarado, aunque eso no quiere decir que si voy de vacaciones y en el bufé hay una versión de sabor, un día no lo vaya a tomar”, confiesa. Pero no recomienda su consumo de forma habitual.