Soy técnica en nutrición y ésta es la pechuga de pavo más saludable del supermercado

Soy técnica en nutrición y ésta es la pechuga de pavo más saludable del supermercado

Debemos prestar especial atención al contenido en sal del producto y siempre leerlo en la etiqueta

Fiambre de pechuga de pavoGetty Images/iStockphoto

Los beneficios de este alimento, el pavo, nadie los discute. Entre ello, son altos en proteínas de alto valor biológico, resultan fáciles de transportar y nos ayudan a proporcionar mayor variedad en los desayunos. Pero, ojo, el pavo puede ser alto en sal, advierte la técnica en Nutrición y Dietética Ana Luzón.

Los criterios que seguir a la hora de elegir el mejor pavo, apunta esta experta, son “que tenga el mayor contenido de carne posible, que tenga la menor cantidad de sal posible y que ésta sea yodada y que no tenga un exceso de grasa añadida elevado”. Una buena opción, añade, son las versiones bajas en sal de la pechuga de pavo y el jamón cocido de marca Aldi, que cuestan 10 euros, el kilo o también los de marca El Pozo, bajos en sal, que salen por 20 euros el kilo.

Ahora bien, siempre conviene mirar bien la etiqueta del producto, insiste Luzón. Y, ¿en qué debemos centrarnos al leerla? Pues, “en primer lugar, en el contenido de carne: preferiblemente hay que seleccionar los que tengan más de un 80% de carne como primer ingrediente”, apunta la nutricionista. “En segundo lugar, la cantidad de sal. Debemos buscar los que tengan menos de un 2%, y, en tercero, los otros aditivos que contengan”, prosigue. “Hay que buscar los que, en la lista de ingredientes, aparezcan en últimos puestos los almidones, aunque mucho mejor si no los incluye”, añade esta experta. Y, como recomendación adicional, sugiere que miremos bien “el nombre legal del producto, seleccionar la denominación extra y evitar el fiambre con sal”.

Ana Luzón recuerda que el sodio es un electrolito crucial para el cuerpo. “Se encarga de retener el agua y mantener los fluidos intracelulares y extracelulares en el equilibrio adecuado. Es eléctricamente cargado y junto con el potasio ayudan a mantener la transmisión nerviosa, la contracción muscular y otras funciones”, destaca. “Además, el cuerpo no puede funcionar sin sodio. Aunque un exceso en su consumo se asocia a riesgo de sufrir presión arterial alta, enfermedades renales, perdida de calcio, hinchazón, aumento de peso (en agua), celulitis, etcétera. Se calcula por cada gramo de sodio retenemos cinco gramos de agua”, advierte.

Lo ideal es, por tanto, optar por fuentes naturales de sodio, ya que el exceso siempre está escondido en los alimentos procesados, y si llevas una alimentación entre un 85% a un 90% natural no vas a tener este problema.

Una de las principales fuentes de sodio en la dieta es la sal. La sal es 40% sodio y 60% cloruro. Luzón aconseja revisar las etiquetas de los alimentos envasados y procesados, guiándose por estos números: “es alto en sal si tiene más de 1,25 gramos de sal por cada 100 g de producto ( más de 1 g ramo por cada 100 gramos ya es elevado); tiene poca sal cuando es menor a 0,25 gramos por cada 100 gramos; es bajo en sal cuando contiene menos de 1,2 gramos por cada 100 gramos; es muy bajo en sal si tiene menos de 0,04 gramos por cada 100 g, y, finalmente, se puede considerar sin sal cuando posee menos de 0,005 gramos por cada 100 gramos”. Y añade un apunta: “que un contenido reducido en sal (menos del 25% en comparación con otros similares) no implica que sea bajo en sodio”.

En general, sus consejos son que intentemos “comer menos procesado y más verduras, proteínas y frutas, toma suficiente agua, enjuaga con agua los enlatados (bajas 40% de sodio) y usar mas especias/limón y menos sal” explica Luzón.

El problema es que los ingredientes saludables suelen ser más caros y saciantes, lo que hace que aumente el precio del producto final y que el consumidor compre menos cantidad. “Por lo tanto, la industria alimentaria para reducir costes y aumentar ventas, suele utilizar de forma abusiva ingredientes de baja calidad”, apunta esta experta. Así que fijándonos más en lo que compramos, podemos consumir menos alimentos bajos en fibra, altos en sal, azúcar y aditivos. “Además, al ser muy placenteros y poco saciantes, hacen que aumente el consumo calórico total”, concluye esta técnica en nutrición.