Detrás del 'estoy cansado': los riesgos del 'no me da la vida' y cómo no llegar a la extenuación
Un psicólogo, un psiquiatra y una experta en sueño analizan cómo nos impacta el estar permanentemente cansados y no frenar el ritmo.
Hace unos días saltó a los titulares cuál es la frase más buscada en Google en los últimos tiempos, que no era otra que "estoy cansado". Gran parte de ese pico de búsquedas se debe a un meme de humor con una frase del doblaje la película La milla verde que comienza así y que se ha popularizado recientemente en TikTok. Sin embargo, más allá de las bromas, también son frecuentes las búsquedas del tipo "por qué me siento cansado" o "cansancio" a secas.
"La gente se siente más cansada de lo que lo estaba hace 10 años o 20 años. Es algo que viene con el estilo de vida en el que estamos metidos ahora", afirma el doctor José Luis Carrasco, catedrático de Psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid y autor de Mentalmente sano y feliz (Ediciones B).
Como resalta, esto se debe a que "la cantidad de información que recibe el cerebro actualmente es mucho mayor que la que recibía hace algunas décadas", algo que "cansa mucho": "Todos los mensajes inmediatos de WhatsApp, los correos electrónicos, que hay que estar informado de todo, muchas reuniones...".
Cansancio tanto físico como mental
"Hay otra vertiente que es la del 'para qué todo esto", agrega, que supone un salto del cansancio físico al "moral". Según Carrasco, "cuando se va tan deprisa es como un correr sin sentido, sin vida interior, y eso engancha mucho con sentimientos de 'estoy cansado moralmente, estoy harto, me siento vacío, no sé dónde voy'. Por eso sí que es importante: todo esto está aumentando el número de depresiones, de estados de abatimiento".
El psicólogo Miguel Ángel Rizaldos, autor de ¿Ser frágil es malo? (Plataforma Editorial), incide en la relación entre cansancio físico y mental: "El cansancio tiene que ver con falta de descanso de calidad, de dormir bien. En la sociedad actual tenemos un gran problema con este tema: se duerme poco y mal". La paradoja es que es algo que, junto a la actividad física, "necesitamos para nuestro bienestar".
"¿Qué conlleva el que no descanses? Si es un día, no pasa nada, ni dos, ni tres, pero si esto ya se encadena en semanas, acabas teniendo problemas a nivel psicológico, porque el sueño te ayuda a poder pensar con claridad y regular tus emociones", destaca.
Los innumerables efectos de no dormir lo suficiente
"Cada vez hay más estudios que indican que no estamos durmiendo lo suficiente", recalca M. Ángeles Bonmatí, licenciada en Biología, doctora en Fisiología y especializada en Cronobiología, además de autora de Que nada te quite el sueño (Crítica).
"De hecho, hay datos bastante recientes que publicó la Sociedad Española de Neurología que indicaban que prácticamente la mitad de los españoles están durmiendo menos horas de las que se recomiendan. Además, el sueño puede no ser de calidad. Todo esto da como resultado no sólo malas noches, sino días malos también: estamos cansados, sentimos fatiga, estamos menos alerta, nos cuesta todo más", resume.
Este mal dormir nos pasa factura en muchísimos niveles, puesto que "el sueño es un proceso fisiológico fundamental, como puede ser comer". "Si no dormimos, si no le damos a nuestro cuerpo y a nuestro cerebro las horas de sueño que necesitan todo se va a resentir, hasta la última célula de nuestro cuerpo va notar que no estamos durmiendo lo suficiente", asegura Bonmatí.
En la parte mental, se traduce en estar más irritables, una mayor probabilidad de tener conflictos, menor concentración y rendimiento e, incluso, una mayor propensión a enfermar, sin olvidar una mayor probabilidad de sufrir accidentes laborales o al volante. "Se ha relacionado con mayor probabilidad del desarrollo de distintas patologías, como la diabetes tipo 2, sobrepeso u obesidad, enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares. Incluso se ha llegado a estudiar que, en algunos tipos de cáncer, su probabilidad pueda aumentar por dormir poco y a deshoras", enumera la experta.
Por si fuera poco, como recuerda, está relacionado con una peor alimentación: "Cuando vamos escasos de sueño, ingerimos más comida de la llamada basura".
Parar es sano
En la era de la productividad, "vivimos en un momento en el que parece que hay que hacer cosas continuamente para estar bien y como que parar y no hacer nada no está bien", reflexiona Rizaldos. "Sin embargo, es algo muy sano y algo que nuestros antiguos lo hacían: nuestros padres o abuelos se sentaban en la puerta de casa a ver pasar la tarde. Y no era nada malo, era sano. De hecho, desde la psicología sabemos que no hacer nada es sano para nuestro cerebro". Según el experto, el estar continuamente haciendo cosas a lo único que lleva es a verse desbordado por el estrés.
"A veces necesitas no hacer nada para descansar de lo que haces en tu día a día: no es perder el tiempo, al contrario. Desde la neuropsicología dicen que aburrirse es muy sano", recalca. Así que, nota mental, menos culpa en la próxima tarde de repanchingarse en el sofá.
Según el doctor Carrasco, si no atendemos a ese cansancio permanente, podemos llegar a enfrentarnos a una depresión: "El recorrido habitual de un síndrome de cansancio de este tipo, que sigue y que sigue, y que la persona no ve la forma de pararlo, va llevando poco a poco al agotamiento, a la sensación de ‘no puedo con todo’, de ‘soy incapaz’, y luego a la desesperanza, y todo eso es un síndrome depresivo. Se produce una especie de cortocircuito, de bloqueo, si no se para o no se consulta antes".
El psiquiatra admite que es "muy difícil" parar por nosotros mismos, puesto que "los humanos no tenemos tanta capacidad de autorregulación como creemos". "Si nos ponen los estímulos adecuados, al final nos vamos enganchando. Ese es el problema con los móviles", añade. Además, menciona la culpabilidad que puede aparecer al pensar que los demás sí pueden con todo y uno no.
Bonmatí no se olvida de algunos influencers, "gurús del emprendimiento y demás, que muchas veces presumen de que su éxito reside en dormir poco". "Este mensaje es muy peligroso, porque uno puede asumir que va a producir más y ser más exitoso en el ámbito laboral reduciendo horas de sueño y realmente es lo contrario. No dormir lo suficiente nos hace menos productivo", advierte.
Por otro lado, la especialista llama la atención sobre el hecho de que llevar un ritmo así se puede mantener durante un tiempo, pero "después nos va a pasar factura y nos vamos a dar cuenta de que estamos rindiendo mucho menos, además de que nuestra salud, tanto física como mental, se va a resentir".
La receta para no llegar a la extenuación
Procurar tener un descanso de calidad es fundamental para prevenir llegar a ese cansancio excesivo, pero la receta de Rizaldos también incluye deporte, tener fuentes de socialización y desconectar: "En ese sentido, puede ser muy buena herramienta el mindfulness o atención plena. Estar a lo que estás, con los cinco sentidos. Lo que haces es despejar esa mente que a veces tienes muy llena de cosas".
Carrasco señala que es bueno comentar con los demás que nos sentimos cansados para "en grupo darnos cuenta de que estamos corriendo mucho, como el conejito Duracell, sin ir a ninguna parte" y tomar conciencia de que "hay que ir parando un poco y que tanto correr y tanto informarse no lleva a mucho más".
Por supuesto, agrega también el buscar ayuda profesional para llegar a la raíz de por qué se está tan cansado o por qué se corre tanto: "En el fondo, no solamente son los estímulos y la información, son también las propias carencias y necesidades que tenemos, las inseguridades, la comparación, la falta de asertividad...".
Según el psiquiatra, si uno no es capaz de parar y se está ya agotando, hay que trabajarlo psicológicamente: "Si todo el mundo reforzáramos un poco nuestra identidad personal y nuestra seguridad personal, probablemente tendremos más capacidad de parar ante el exceso de actividad, de información y de estímulos".