David Gómez: "El amor tiene que tener condiciones porque si no, nos vamos a diluir y la vamos a liar"

David Gómez: "El amor tiene que tener condiciones porque si no, nos vamos a diluir y la vamos a liar"

Entrevista con el psicólogo, que publica 'Un viaje hacia el amor (propio)'.

David Gómez, psicólogo y autor de 'Un viaje hacia el amor (propio)'.DAVID GÓMEZ

"Como ya habrás notado, la vida duele". Estas son las primeras palabras de Un viaje hacia el amor (propio) —libro que acaba de publicar el psicólogo David Gómez (Valladolid, 1981) con Ediciones Urano—, bastante alejadas de lo que se puede encontrar en algunos títulos de autoayuda. 

"El positivismo tóxico y la trampa de la felicidad te ofrecen mensajes como 'todo depende de ti', 'la actitud lo puede todo', 'todo problema es una oportunidad', 'sé positivo', 'atraes lo que piensas' y 'pide al universo', como si fuera un delivery", defiende en sus páginas el psicólogo —especialista en regulación emocional, autoestima, sexualidad y relaciones afectivas—, al tiempo que apuesta por un "realismo saludable".

De manera cercana y basada en la evidencia, a lo largo de los capítulos busca que el lector pueda conocerse mejor y emprender, como dice el título, ese viaje hacia el amor propio "con aceptación, validación, respeto, cariño y empatía", así como, llegado el caso, establecer relaciones amorosas sanas.

¿Por qué un libro sobre amor propio?

Eso salió en la reunión con mi editora: el amor propio como una dirección, no como un destino. Al final, siempre nos vamos a tener a nosotros mismos y creo que desde pequeñitos se nos enseña a no querernos y a situar a los demás por encima de ti, a situar el trabajo por encima de ti, y que tienes que ser un niño bueno o una niña buena, con lo cual creo que poner como valor, como prioridad o dirección de vida el amor propio es algo fundamental.

"Desde pequeñitos se nos enseña a no querernos y a situar a los demás por encima de ti, a situar el trabajo por encima de ti, y que tienes que ser un niño bueno o una niña buena"

Hablo del amor propio de manera diferente, no como una cosa que tenemos dentro, en plan hablarte bien, sino como un camino que podemos recorrer con mogollón de herramientas que nos pueden ayudar a cultivarlo.

Qué pena aprender esto de mayores y no de pequeños...

Totalmente. Llegamos a mayores más escacharrados que otra cosa, es como '¡madre mía, qué historia llevo detrás!'.

Incides en la idea de que el sufrimiento es parte inherente de la vida, pero no convivimos con él, ¿no? Tendemos a evitarlo, esconderlo, taparlo...

Creo que algo que diferencia a mi libro es que empieza con 'la vida duele'. La vida duele y es sufrimiento, y nos vamos a caer y nos va a tocar levantarnos con todo el esfuerzo del mundo, vamos a sufrir pérdidas y nos van a salir las cosas mal. Además, vivimos en la era de la precariedad y nos están poniendo las cosas muy difíciles en un mundo que, en cierto modo, está ardiendo. Las personas vivimos de espaldas al sufrimiento, de tal manera que, cuando sufrimos no lo queremos e iniciamos esfuerzos persistentes porque eso se vaya de ahí. Y sufrimos por sufrir, paradójicamente. 

"Vivimos de espaldas al sufrimiento, de tal manera que, cuando sufrimos no lo queremos e iniciamos esfuerzos persistentes porque eso se vaya de ahí"

Es muy curioso porque hay muchísimos libros autoayuda y cuanta más información tenemos, más sufrimos, porque la mayoría de esos libros lo que intentan es librarte de ese malestar. Que si tienes que pensar en positivo, que si trata de animarte... y al final la liamos, claro, porque queremos echar algo que no podemos echar.

En el libro tratas estos temas, lo haces con tu tono, que a veces es más desenfadado. ¿Por qué dices esa frase de 'las etiquetas, mejor para la ropa'?

Las personas somos tremendamente coherentes, aunque no lo parezca. Y dice la psicología que, cuando tenemos un yo somos coherentes con él. Si tú tienes una etiqueta negativa o una que no has elegido y te han puesto desde pequeñito, te vas a comportar conforme a ella. Si te dan información que es coherente con esa etiqueta, te la vas a quedar, aunque sea negativa. Me explico: si tú tienes una etiqueta que incluye una autoestima muy bajita y te sale algo bien, vas a rechazar esa información positiva porque tu etiqueta es negativa; si te sale algo mal, lo vas a integrar en la coherencia de esa etiqueta y vas a hacerla más sólida. Por eso digo que las personas siempre tenemos la capacidad de cambiar nuestra conducta y, por lo tanto, de ir moldeando o modificando nuestra personalidad, y por tanto, nuestra etiqueta.

Cuando una persona se considera tímida, intensa, ansiosa... se trata de intentar que esa etiqueta no tome el control de tu conducta, de tu vida, no te diga quién eres y no te diga lo que tienes que hacer, y entender que si la dejamos a un lado tenemos un abanico de opciones comportamentales que hacer y de direcciones a las que dirigirnos. Una etiqueta es muy difícil de romper, pero la podemos flexibilizar para que no nos diga lo que tenemos que hacer, como si fuera una especie de dictador.

  Portada de 'Un viaje hacia el amor (propio)'.URANO

¿Qué es el esquema de la doble flecha que explicas y por qué casi deberíamos tatuárnoslo?

Esa doble flecha resume una parte muy importante que tienen los tratamientos psicológicos. Proviene de tres universidades superimportantes y lo que planteo es que cuando vayamos a hacer algo, en términos conductuales, nos preguntemos al servicio de qué está esa conducta que voy a realizar y qué consecuencias va a tener. Si lo que voy a hacer me acerca a lo importante y me enriquece o si lo que voy a hacer me aleja de lo importante y realmente no funciona y me enreda. 

Muchas veces, cuando lo estamos pasando mal y nos vienen pensamientos que no nos gustan o una emoción que no nos gusta, iniciamos esfuerzos persistentes por librarnos de eso que no nos vamos a poder librar e iniciamos acciones que nos alejan de lo importante. Por ejemplo, si yo quiero ir a tomar algo con alguien y empiezo a sentir ansiedad, empiezo a luchar contra ello y al final me quedo en casa, me estoy enredando y no estoy avanzando hacia lo que para mí es importante y me enriquece. Es como una buena guía de conducta de hacia dónde estoy dirigiéndome en la vida.

Hay un apartado en el que explicas las emociones; leyéndolo visualizaba esa consola de Del revés con Alegría, Tristeza, Ira... pero también incluyes otras, que son la culpa, la vergüenza, el rencor, la ansiedad. ¿Por qué las incluyes ahí y de qué nos están avisando?

En la peli de Del Revés que va a salir las han metido porque cuando vamos creciendo y nos vamos volviendo adolescentes esas emociones van tomando el control. Todas las emociones, todas, aunque no nos gusten y aunque no sepamos por qué ni de dónde vienen tienen una función —que habría que buscar en nuestra historia— y nos están mandando un mensaje.

Por ejemplo, la culpa me dice que he trascendido algún límite, bien de los demás, bien social o bien respecto a mí mismo, aunque es verdad que la culpa a veces puede estar un poco escacharrada. La vergüenza me dice que voy a ser sometido a la evaluación y el escrutinio de los demás, y la ansiedad me dice que estoy en un contexto incierto, que tengo la necesidad de controlarlo todo y hay algo que no estoy controlando, me dice que hay un posible peligro o amenaza, me señala que algo es importante o me dice que estoy en un contexto en el que voy a sufrir algún daño. Por eso es tan importante escucharlas. Obviamente no es tan sencillo, porque hay veces que la culpa viene porque me han cincelado en mi sistema psicológico que esto que voy a hacer no está bien, y a lo mejor respecto a mis valores sí está bien. Hay que poner la culpa ahí delante para preguntarle si está viniendo cuando tiene que venir o cuando no.

Sobre la ansiedad en concreto dices que, como el resto de emociones no está hecha para ser controlada, pero es el enfoque que tiene mucha gente, ¿no? Controlar la ansiedad y mantenerla a raya.

Es el enfoque que tiene todo el mundo, es el enfoque que tiene buena parte de la divulgación en psicología o de la autoayuda y es el enfoque que tiene la medicina, lógicamente. Cuando vas al médico con ansiedad y se trata como un síntoma o, incluso, como una enfermedad, te dan un psicofármaco para taparla. Al final es un parche. ¿Qué pasa? Cuando iniciamos esfuerzos persistentes e insidiosos por controlar la ansiedad, la ansiedad nos grita más. Me explico: si tú estás en una relación que no está muy bien, que se está cargando tus valores, donde no puedes ser tú, vas a sentir ansiedad. Si estás conociendo a alguien y te presenta un contexto incierto y de manipulación vas a sentir ansiedad. Si tu jefe es más tóxico que lamer barandillas vas a sentir ansiedad. Si tienes un evento el lunes que para ti es superimportante vas a sentir ansiedad. Por eso tiene que ser escuchada. 

Ojo, es verdad que a veces dura mucho tiempo, que tiene mucha intensidad, que a veces no sabemos por qué aparece y nos trae por el camino de la amargura porque nos deja en la cama y no nos permite avanzar. Ahí es cuando, lógicamente, la tenemos que gestionar pidiendo ayuda psicológica, para que los psicólogos afinemos mucho y evaluemos qué está pasando ahí y podamos dar herramientas que, desde luego, no son el control, serían regulación emocional.

En el libro desmontas algunos mitos, como el de 'la clave es pensar en positivo'. ¿Por qué esto es un problema?

Porque los pensamientos son como un bumerán. Cuanto más lejos y más fuerte intento lanzarlo, más fuerte va a volver. Luchar contra un pensamiento, intentar pensar en positivo, taparlo o meterlo en el cajón me puede funcionar un rato, pero al rato vuelve. Paradójicamente, los pensamientos que llamamos negativos tienen una función. Normalmente me están intentando proteger de algo o señalar algo. La psicología lleva más de 40 años demostrando que todas las claves contextuales y verbales que están asociadas a un pensamiento hacen que cualquier tipo de evento o estímulo, por pequeñito o inconsciente que sea, me va a volver a traer ese pensamiento. Es como la paradoja de 'no pienses en un oso blanco con tutú'. Cuanto más intento echar un pensamiento, más grande se hace. 

"Luchar contra un pensamiento, intentar pensar en positivo, taparlo o meterlo en el cajón me puede funcionar un rato, pero al rato vuelve"

La clave no es ni pensar en positivo ni echar el pensamiento, es cambiar la relación que tengo con esos pensamientos, abandonar la lucha. Y cuando yo cambio la relación que tengo con los pensamientos, no los modifico en cuanto a la forma, la intensidad o la frecuencia que tienen, sino que aprendo a relacionarme con ellos de otra manera para no luchar y dirigir mis recursos o mis pasos hacia lo que para mí es importante.

En este sentido, entonces es falso que somos lo que pensamos.

Exacto, no somos lo que pensamos, somos una persona que contiene pensamientos, que produce pensamientos y estamos por encima de ello. Somos la persona que observa los pensamientos a una distancia psicológica de ellos. Un pensamiento te puede decir 'eres un desastre y todo te va a salir mal', pero yo puedo ir y hacerlo. Entonces, mis pensamientos ni son verdad ni me definen. Por eso es tan importante practicar la defusión cognitiva: ampliar la distancia psicológica respecto a lo que pienso.

"No somos lo que pensamos, somos una persona que contiene pensamientos, que produce pensamientos y estamos por encima de ello"

¿Cómo podemos entrenar la defusión?

Como ir al gimnasio. No puedo ir al gimnasio el día 1 y pretender hacer 100 kilos en sentadilla. Con la defusión pasa lo mismo; si yo quiero mejorar la relación que tengo con mis pensamientos, puedo practicar las habilidades de defusión un ratito al día, cinco o diez minutos. La práctica repetida es la que hace al maestro. Por ejemplo, coger esos pensamientos a los que a veces nos pegamos e imaginarnos que estamos en un cine o en un teatro, cogerlos y situarlos en la pantalla. Así ya los estoy viendo de otra manera, conmigo sentado en el patio de butacas y el peliculón que me están contando en la pantalla. Ahí es cuando ya tengo una distancia de observación y ahí es cuando ya no me estoy metiendo en el contenido, sino que los estoy simplemente observando, y puedo decidir dejarlos ahí y darme la vuelta y salirme del cine. Ojo, siguen en la pantalla, siguen haciendo ruido, pero puedo irme porque a lo mejor fuera hay algo más importante a lo que puedo dirigirme.

En la última parte, en la que hablas de amor y relaciones, hay un momento en el que dices que el amor incondicional, no.

He dedicado un tercio del libro a las relaciones afectivas, al amor específicamente, porque casi todo el mundo viene a consulta porque tiene un problema en las relaciones afectivas, porque nos han enseñado a sufrir por amor, porque nos han enseñado que el amor está por encima de todo y que tiene que ser incondicional. Y no, el amor tiene que tener condiciones porque si no, nos vamos a diluir y la vamos a liar. Es decir: yo tengo unas condiciones, tú tienes unas condiciones, vamos a sentarnos para construir el vínculo en base a estas condiciones, porque es lo que necesito, porque es lo que anhelo y lo que yo considero emocionalmente sano. Y porque hay ciertas cosas que no voy a entregar de manera incondicional, porque ni son sanas ni las quiero en mi vida. Por eso el amor tiene que tener condiciones. A veces parece que eso rompe esa magia y eso bonito, pero no hay nada más bonito que un amor construido entre dos personas que deciden caminar juntas, siempre de manera sana y de la mano y, por supuesto, manteniendo sus espacios individuales. Esas condiciones, por ejemplo, los jueves de pádel o los martes con mis amigas. Eso son condiciones y no tienen que romperse. Incondicional es entregar una patente de corso para que me destrocen.

¿No te tachan de antiromántico cuando dices que las mariposas están sobrevaloradas?

Sí, ¡mogollón! En el libro dejo claro que por supuesto que hay que vivir el amor y las mariposas de manera bonita. El problema de las mariposas es cuando toman el control. Cuando tenemos a alguien delante y, en vez de vincularnos con esa persona por los valores, nos vinculamos por las tripas, porque lo ponemos todo en manos de las mariposas, iniciamos una relación kamikaze, en vez de un vínculo en base a compatibilidad de valores. Luego las mariposas se van a ir y lo que queda es lo que hemos construido.

"Las mariposas se van a ir y lo que queda es lo que hemos construido"

¿Es Tinder un lugar para encontrar el amor? ¿Qué claves darías para encontrar en Tinder un amor, pero sano?

La respuesta es depende. Hace muchos años, te casabas y formabas una familia para toda la vida, en cierto modo con la primera persona que pasaba por delante. Eso actualmente no sucede, tenemos un amplio catálogo de personas para poder elegir. Es verdad que podemos caer en la trampa de la sociedad de consumo y que eso también pase con los seres humanos. También podemos caer en la trampa de escapar de la soledad, de con tanta opción relacional que tenemos no parar para trabajar en nosotros mismos y mediante el amor propio poder elegir bien. Pero es una buena opción para tener delante personas a las que conocer y, cuando vayamos conociendo a la persona, poder construir un vínculo sano.

Una clave que yo daría es preguntarse '¿desde dónde estoy utilizando la aplicación?': ¿la estoy utilizando porque me apetece conocer a alguien y tener opciones, siempre con responsabilidad afectiva, o lo hago para escapar porque se ha terminado mi relación hace un mes y no puedo transitar la soledad? ¿Le estoy dedicando un ratito al día o lo estoy haciendo con urgencia y ansiedad? ¿Me he hecho un perfil en el que me estoy mostrando tal cual soy o uno donde no? ¿Qué normas tengo cuando estoy conociendo a alguien por Tinder? Las herramientas están bien, pero cuidado con el uso que hacemos de ellas.

¿Puede alguien encontrar el amor cuando su amor propio no está del todo bien?

Titania
Titania
Santander

Sí. Es verdad que en la autoayuda se llevan este tipo de frases de 'si no te quieres a ti nadie te va a querer'. No tiene nada que ver: yo puedo ser la persona más rota del mundo, que se me vean las grietas, tener 25 heridas, una autoestima bajita y haberlo pasado como el culo en la vida y aún así puedo encontrar un amor sano, porque he encontrado a alguien que coge las alas rotas que tengo y me las remienda, me potencia, me cuida, me valora... y coge mis vulnerabilidades y las cuida. Y creo que eso es lo bonito que tiene el amor. Puedo estar superfuerte y me embarco en una aventura de amor, pero también puedo estar superfrágil y embarcarme con todo el derecho del mundo en una aventura amorosa. Y me lo merezco igual.

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