Científicos de EEUU descubren cómo se extiende la gripe aviar entre mamíferos
Aunque en Europa han disminuido drásticamente los casos en los últimos meses, se en el país norteamericano han detectado hasta 130 brotes en explotaciones ganaderas, incluidas aves silvestres y vacas.
Un estudio publicado este lunes en la revista Nature, que ha corrido a cargo de un grupo de científicos estadounidenses y japoneses, ha revelado algunas conclusiones preocupantes respecto a una de las enfermedades víricas en auge a nivel mundial: la gripe aviar.
Según se indica en el estudio, el virus de gripe aviar H5N1 puede que haya adquirido gran resistencia y capacidad para transmitirse entre mamíferos, por lo que los responsables del estudio afirman que hay que seguir muy de cerca la evolución de un virus que ya está presente en todos los continentes del mundo.
Así, aseguran que esto puede traducirse en "un mayor un riesgo para la salud pública" de lo que se creía hasta ahora. El motivo principal es la detección de varios brotes en todo el mundo, aunque con especial atención en el gigante norteamericano, donde ya se han contabilizado infecciones en hasta 130 explotaciones ganaderas en doce estados.
Pero el principal riesgo, más allá del impacto en el medio ganadero, se encuentra en los contagios en personas que trabajan en este entorno, y es que ya se han notificado cuatro infecciones en trabajadores, el último en Colorado, donde ya se había alertado de la presencia de un brote en vacas lecheras. Pese a ello, este último empleado no experimentó graves complicaciones, salvo irritación de ojos y síntomas leves.
El origen de esta nueva enfermedad, que emergió en el año 2021 con el subtipo H5N1 2.3.4.4b, se cree que puede encontrarse en las ubres de las vacas y en los sistemas de ordeño, pero que ya se ha cobrado la vida de cientos de millones de aves de granja y silvestres, que a su vez contagiaron a mamíferos, algo que hizo saltar todas las alarmas en las autoridades sanitarias.
Con todo, el escenario no se antoja tan apocalíptico como podría pensarse, y desde el Centro para el Control de Enfermedades de EEUU (CDC), consideran que el riesgo de contagio y amenaza que representa para la población es, por el momento, muy bajo, aunque se llevará a cabo un seguimiento estrecho en las personas que se encuentren en contacto con animales infectados.
Prudencia pero mucha atención
Aunque por el momento, como ya hemos dicho, las autoridades sanitarias no consideran su expansión como un problema de primer orden, los científicos ya han notificado casos de contagio en hurones y ratones, aunque también se han detectado contagios tanto en células de aves como de mamíferos. Esto pone de manifiesto que el riesgo nunca es cero, y pone en alerta a toda la población debido a su facilidad de transmisión entre especies.
Otros brotes se han dado en la Antártida, donde hace dos meses, un grupo de científicos comunicó el contagio de varios ejemplares, así como su facilidad para transmitirse de especies salvajes a domésticas, además de la -no menos importante- posibilidad de que el virus pueda manifestarse a través de diferentes variantes que dificulten aún más su prevención, detección y neutralización.
Según los datos registrados y publicados por los organismos internacionales, desde 2021 se han producido 30 infecciones en humanos, muy posiblemente provocados por el contacto permanente con aves muertas o similares.
En la mayor parte de los casos, las consecuencias fueron casi inexistentes, con algunas infecciones en las que se notificaron algunos síntomas leves y o asintomáticos. Aunque hubo una excepción: los siete casos de personas que se infectaron con la variante 2.3.4.4b, de los cuales cuatro padecieron síntomas graves, que en un caso extremo se cobró la vida de una persona, de acuerdo con el CDC.
En cambio, si miramos a Europa, la situación es mucho más favorable, ya que se ha detectado un desplome generalizado de infecciones en los últimos tres meses, hasta el punto de que la OMS considera que su propagación supone un riesgo "bajo" para la población europea.
Así lo apuntó la epidemióloga estadounidense Maria van Kerkhove, directora de la unidad de enfermedades emergentes de la OMS, quien fue un poco más prudente en su diagnóstico y menos halagüeña, y afirmó que "con casi total certeza, tendremos otra pandemia de gripe a lo largo de nuestra vida".