Así es cómo los productos de riesgo reducido pueden lograr mejores resultados en salud pública
Este tema ha sido motivo de debate durante el Primer Foro Anual de la Universidad de Brunel (Londres) sobre Economía y Política de la Salud, y será publicado próximamente en la revista 'Discover Social Science and Health'.
Los comportamientos de alto riesgo -como el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol o de azúcar y el sedentarismo- suponen una importante carga para la salud pública. Las prohibiciones no han resultado la forma más eficaz de conseguir resultados, como ha ido demostrando la historia, pero incentivar la transición a productos de alto riesgo a productos de riesgo reducido sí puede ayudar a lograrlos.
Ésta es la propuesta de los investigadores y expertos asistentes al Primer Foro Anual de la Universidad de Brunel (Londres) sobre Economía y Política de la Salud, organizado en colaboración con la Universidad de Oxford. Proponen aplicar una estrategia política más innovadora y cercana a la realidad del consumidor: promover productos menos nocivos, como pueden ser las bebidas con bajo contenido en alcohol, los cigarrillos electrónicos o el tabaco calentado. Y los resultados se publicarán próximamente en la revista Discover Social Science and Health.
Consideran que advertir a la población del riesgo de un determinado producto no consigue el objetivo de erradicarlo. "La gente no seguirá ningún tipo de recomendación de riesgo. Todos conocemos el riesgo, pero eso no nos impide tomarnos una cerveza con los amigos en el pub. Somos sociales, y el mundo óptimo no funcionaría", asegura el doctor Joan Madia, de la Universidad de Oxford. Así que la única solución viable pasa, según los investigadores, por alternativas menos dañinas.
"El gasto sanitario se debe sobre todo al consumo insano de sustancias, como por ejemplo el azúcar o fumar. Lo que tenemos que aconsejar a los responsables políticos son medidas específicas destinadas a reducir al mínimo el consumo nocivo para la salud, como el tabaco de combustión. Unas medidas fiscales bien diseñadas podrían incentivar el consumo de productos más sanos", opina la doctora Zafeira Kastrinaki, jefa de la División de Crecimiento Económico y Reformas Estructurales del Consejo de Asesores Económicos del Ministerio de Economía y Hacienda de Grecia.
De hecho, como explica el el catedrático Francesco Moscone, anfitrión de este foro, "la transición del tabaquismo a los cigarrillos y al tabaco calentado podría suponer un ahorro de más de 500 millones de euros al sistema de salud de Inglaterra y 700 millones de euros al año en Italia en costes sanitarios directos". Esta reducción del gasto tiene que ver con una disminución de los ingresos hospitalarios, ahorro en gastos sanitarios de todo tipo y, en definitiva, muchos recursos públicos.
Además, la reducción del consumo excesivo de alcohol y el fomento de la actividad física podrían suponer también ahorros significativos y mejorar los resultados sanitarios, según Moscone. Por ejemplo, si en Italia los grandes bebedores redujeran su consumo de alcohol o si las personas físicamente inactivas practicaran los niveles de ejercicio recomendados, se podría conseguir un ahorro anual sustancial para el sistema sanitario.
Impuestos proporcionales al riesgo
Aunque los impuestos se consideran la herramienta reguladora más eficaz para los productos nocivos para la salud, Asieh Tabaghdehi, de la Universidad de Brunel, considera que "la fiscalidad podría tener menos éxito en el ámbito de los productos nocivos y adictivos" y añade que "limitarse a gravar al máximo los bienes nocivos discrimina a los grupos sociales vulnerables".
La catedrática Catia Nicodemo, profesora de la Universidad de Oxford, es partidaria de una reconsideración de las políticas fiscales, de modo que los productos de alto riesgo y los productos de riesgo reducido se graven de manera diferenciada. Para ella es fundamental la necesidad de una fiscalidad proporcional al riesgo, puesto que "los cigarrillos y los cigarrillos electrónicos no son lo mismo, y deberíamos aplicar una fiscalidad proporcional al riesgo para que la gente pase de productos de muy alto riesgo a productos de bajo riesgo".
Nicodemo argumenta que estas alternativas más seguras deberían gravarse de forma diferente debido a su potencial para reducir los costes sanitarios a largo plazo y a su mínimo impacto en la exposición al humo ajeno.