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Mujeres que han dicho "basta" a la cocina en Navidad: "Solo nosotras sabemos que son días y días de compras y estrés"

Mujeres que han dicho "basta" a la cocina en Navidad: "Solo nosotras sabemos que son días y días de compras y estrés"

El 72% de los preparativos navideños, ya sean comidas, cenas o compras de regalos recaen sobre las mujeres, según Malasmadres.

Mujer cansada cocinando.Getty Images

“Para mí la tarde Nochebuena es ya un día de sentarme a abrirme una lata de berberechos con mi marido y mi hija, poner la mesa bonita y esperar que venga el resto de la familia para ir sirviendo el plato". Milagros, de 62 años, ha cambiado los fogones por la tranquilidad desde hace cuatro años. El estrés y el agobio que le suponía tener que preparar una cena para 10 o 12 personas en casa en las fechas señaladas acabó en la pandemia.

“Con la cosa de que no podía venir parte de la familia, que teníamos que tener mucha precaución y tal, dijimos ‘¿por qué no compramos algo semipreparado del súper?’ Al final hacen cosas muy ricas y que no tienen apenas trabajo, es calentarlo un poco o agregarle un último detalle y servir”, señala esta valenciana, que antes pasaba “hasta cinco horas en la cocina”.

Su realidad es cada vez más común entre las mujeres, especialmente una generación más joven que ha querido buscar alternativas a la carga de trabajo que conllevan las celebraciones navideñas y que han visto durante años en sus madres. De hecho, el pasado 6 de diciembre una mujer contó a un reportero de El Intermedio (laSexta) que llevaba toda la vida cocinando para su familia, pero dejó de hacerlo. "Desde hace un tiempo he decidido que no porque estaba cansada", detalló y contó que la Nochevieja de 2023 decidió irse a Benidorm "en huelga de trabajo".

Laura, de 32 años e hija de Milagros, asegura que “ver a su madre descansada hace que la noche sea distinta”. “Ella está preocupada de arreglarse, ponerse mona y tomarse un vinito con mi padre y ya, antes creo que ni disfrutaba de la cena. Se le notaba en la cara”, recuerda.

"Ella está preocupada de arreglarse, ponerse mona y tomarse un vinito con mi padre y ya, antes creo que ni disfrutaba de la cena. Se le notaba en la cara"
Laura, joven de 32 años, sobre su madre, Milagros, de 62

Según informes de Malasmadres, sin embargo, esta no es la realidad que más impera. El 72% de los preparativos navideños, ya sean comidas, cenas o compras de regalos recaen sobre las mujeres, una carga mental y física que provoca un estrés y ansiedad mucho mayor en ellas que en ellos. Según datos de un informe de Sigma Dos para Ikea, planificar y organizar actividades navideñas también las estresa más a ellas (55,4%) que a ellos (40,2%).

Tampoco es algo aislado y está relacionado estrictamente con el reparto de cuidados y tareas domésticas asociado a los roles de género. "Los roles que jugamos en la vida son la encarnación de las instituciones sociales. Actuamos y sentimos de acuerdo con lo que esos roles esperan de nosotros, y en Navidad, una tradición todavía bastante sólida, este peso se acentúa", señala Francesc Núñez, sociólogo y profesor de los Estudios de Artes y Humanidades de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), en un artículo del centro universitario.

Para su compañera en el artículo, Maria Olivella, coordinadora de la Unidad de Igualdad de la UOC, esto está estrictamente relacionado con el rol reproductivo y de cuidados asociado a las mujeres, sobre el que asegura que queda mucho por reclamar. "Nos falta visibilizar y reconocer toda esta carga mental para entender que es trabajo y que genera mucho ruido en la cabeza de las mujeres", reclama la especialista. 

Además, Olivella diferencia que hay un claro sesgo de clase en quienes pueden delegar y quienes no estas tareas: "Creo que tenemos que mirarlo también desde una perspectiva más interseccional y entender que hay grupos de mujeres que, por razones de clase, no tienen la capacidad de delegar esta carga mental".

Esto no es un fenómeno únicamente español, una investigación realizada por la empresa británica Travelodge refleja que las fechas navideñas son los días más estresantes del año para el 42% de las mujeres inglesas. Este mismo estudio recoge que el 85% de las mujeres consultadas lo achacan a que “los hombres no saben cuánto tiempo y esfuerzo conlleva preparar una Navidad para que sea lo más perfecta posible”.

Esto es algo en lo que coincide Milagros. Ella asegura que aunque su marido no es de esos “que se sienta a la bartola a mesa puesta” y ayudaba con tareas menores como "cortar el jamón” o poner la mesa junto a su hija, no era un trabajo equilibrado. “Las horas de cocina no te las quita nadie y solo nosotras sabemos que son días y días de compras y estrés”, explica sobre la labor que ha estado haciendo durante casi 30 años.

“En un principio íbamos a casa de mis padres, pero fallecieron así que mi familia venía a casa la noche del 24, así que yo heredé, también como hija mayor, ese rol de mi madre”, recuerda. Laura, su hija, asegura que no se plantea cocinar en estas fechas en un futuro. “O lo hago con mi pareja o nada”, zanja. Precisamente, con la implicación de su marido cuenta Paloma.

A ella, de 57 años, nunca le ha gustado cocinar y asegura envidiar “a la gente que se mete en la cocina y disfruta cocinando”. “Para mí reconozco que es un poco pérdida de tiempo, entonces no sé si es que no me gusta cocinar porque me salen mal las comidas o yo tengo la sensación de que no me salen bien o no me salen bien porque realmente no les pongo cariño a la hora de cocinar y que igual eso se nota”, reflexiona.

"Afortunadamente a mi marido le gusta cocinar, le gusta improvisar, innovar y él es el que se encarga de la comida de Navidad, y de la cena de Nochebuena que viene mi madre"
Paloma, de 57 años

“Afortunadamente a mi marido le gusta cocinar, le gusta improvisar, innovar y él es el que se encarga de la comida de Navidad, y de la cena de Nochebuena que viene mi madre. Cuando venían mis padres nos juntábamos todos en mi casa, también la familia de mi marido para que mi suegra no se quedara sola y venían a nuestra casa”, explica Paloma.

La implicación de su pareja es tal que incluso ensaya alguna de sus recetas: “Es divertido porque nos pasamos durante unas semanas antes comiendo cosas que luego tomamos el día de Nochebuena. Recuerdo un año que encontró una receta de unos huevos escalfados en un restaurante y nos pasamos tres semanas comiendo huevos escalfados hasta dar justo con el punto de cómo tenía que ser la cocción”. “Él se lo pasa muy bien y disfruta mucho”, añade.

En el caso de que él no pueda encargarse, Paloma sigue la opción de Milagros, comprar la comida, concretamente encargarla junto a aperitivos o quesos en un conocido establecimiento de Madrid. Sin embargo, no se queda de brazos cruzados, lo que hace es preparar la mesa.

“Me gusta poner manteles bonitos, platos bonitos, adorno en el centro de la mesa, algún detallito para la gente que viene... Además, me toca trabajar siempre habitualmente Nochebuena en un hospital y llego justo casi a la mesa, suelo dejar la mesa preparada el día anterior y eso para mí es mi momento de disfrute”, recuerda.

La herencia de las madres, un cambio de rol

Los modelos de Paloma y de Milagros son bien distintos, pero ambas guardan algo en común: la generación de sus madres no tenían la opción hasta hace poco de dejar de lado los fogones en estas fechas clave.

En el caso de Paloma siguen yendo a casa de su madre, de 94 años, en Nochevieja, pero ya no cocina. “Mi madre decidió dejar de cocinar cuando se jubiló mi padre, antes solía hacer el típico cordero que se pasaba el día vigilando que estuviera en su punto, que no se pasara... Ese estrés de una persona que no disfruta porque ves que tiene que estar pendiente de los platos”, recuerda.

Sin embargo, ella también descubrió un día el pavo preparado de un conocido establecimiento madrileño. “Está al lado de casa, entonces se encarga unos días antes todo y te lo traen o lo recoges. Las gambas, la pularda, el pavo... Todo platos preparados que vas y recoges”, detalla.

Para Milagros la imagen de su madre en la cocina también es un referente. “Me gusta mucho la cocina por ella. Sigo sus recetas, las tengo en un cuaderno, tanto en Navidad cuando cocinaba como el resto del año. Su lubina al horno, el solomillo así en hojaldre tipo Wellington... Todo eso lo he hecho durante años en Navidad y eran recetas suyas”, recuerda.

Su madre, a diferencia de la de Paloma, no dejó de cocinar nunca. “Ella se murió con el mandil puesto prácticamente. Estaba bien y sana hasta apenas dos meses antes de fallecer y las últimas Navidades cocinó ella”, señala y recuerda que “tenía otra filosofía, otra forma de ver las cosas”.

"Para mi madre era impensable parar a sentarse a abrirse un vino. Eso lo hacía mi padre, que tampoco se comportaba igual que hace mi marido hoy en día. Eran otros tiempos y otra educación"
Milagros, de 62 años

“Para mi madre era impensable parar a sentarse a abrirse un vino. Eso lo hacía mi padre, que tampoco se comportaba igual que hace mi marido hoy en día. Eran otros tiempos y otra educación”, bromea Milagros.

Ninguna de las dos cambiaría lo que hace hoy en día ni ven el momento de dar pasos atrás. “Donde esté una cena encargada que no tengas que encargarte de nada pues bienvenido sea”, recuerda Paloma. “Sobre todo cuando no te gusta cocinar, ahí están las empresas”, señala y explica que este año además se multiplican los asistentes a su casa ya que cuenta con la familia política de uno de sus hijos, que se casa el próximo año. “Evidentemente, con más razón va a ser todo encargado porque no vamos a cocinar para tantos. Eso que te evitas y te descargas”, recuerda.

Milagros y Laura irán juntas a hacer la compra. “Vamos al súper ya, ni al mercado. Por precio y por comodidad. Ya tenemos visto ahí el capón asado con salsa y demás, que no tenemos que hacer nada. Cortar un poco de embutido y colocar algunas gambas, también compradas y listo”, añade.

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Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es