Las 'drag queens' se asocian por primera vez en España para decir no a la precariedad
Si no existiera esa precariedad las artistas no se privarían de coger un taxi de madrugada para no gastarse en él todo el caché de la noche.
Detrás de las lentejuelas y las icónicas plataformas del imaginario drag queen existe una profesión que trae consigo horas de trabajo y esfuerzo pero que permanece precaria y desconocida, una realidad ante la que han querido revelarse un grupo de artistas de Barcelona que han puesto en marcha la primera asociación Drag de toda España.
En sus estatutos se habla de crear un entorno organizado que hable con una voz común para exigir unos derechos mínimos que acaben con la precariedad imperante hasta ahora y que las deja atrás en lo laboral frente a otros colectivos como los músicos, los camareros o el personal de seguridad.
Pero también de promover "espacios seguros" para el colectivo y de ofrecer un servicio de apoyo de asesoría laboral y judicial a sus socias.
Dos de sus integrantes, Santa Catalina y Kika Superputa, que han explicado en una entrevista a EFE que las condiciones son tan precarias que muy pocas drag queen o transformistas (en su nomenclatura clásica de los años dorados del Paralelo barcelonés) pueden trabajar solo de sus espectáculos y dejar otros empleos para llegar a fin de mes.
Así, Santa Catalina cuenta que es ilustradora y diseñadora gráfica, mientras su compañera es arquitecta como "trabajo de día".
Santa Catalina señala que a través de la asociación esperan "dialogar con teatros, bares y otros empleadores también para conseguir unas condiciones dignas, como sueldos mínimos".
Ambas se muestran críticas con quienes ridiculizan sus demandas o frivolizan sobre la profesión.
"Parece que es que estamos pidiendo un camerino para maquillarnos y ya está", apunta Kika Superputa, quien señala que lo que piden "va mucho más allá", aunque, efectivamente, también necesitan poder maquillarse —labor que les puede llevar horas— en un sitio más digno que la trastienda de un bar.
Santa Catalina añade que la labor de drag engloba "muchas profesiones en una". "Somos modistas, maquilladoras, compositoras, bailarinas, actrices, cantantes... somos un teatro andante y lo hacemos todo nosotras mismas", afirma.
De la asociación Drag, que por ahora reúne ya a más de 160 artistas, principalmente de Barcelona y alrededores, también esperan algún día conseguir servicios comunes de gestoría y de psicología, para apoyar a estas artistas a sobrellevar los episodios de agresiones a los que se enfrentan.
Y es que, como en el cuento de Cenicienta, a menudo las drag viven en la misma noche el aplauso y adoración del público, primero, y los insultos o incluso agresiones poco después, en la vuelta a casa.
"Recuerdo ganar una noche un concurso de Halloween de drags, ser coronada, y estar como en una nube. Pocos minutos después, fui insultada nada más salir del local y pasar miedo en la vuelta en metro a casa", rememora Santa Catalina. Kika asiente y señala que si no existiera esa precariedad las artistas no tendrían que privarse de coger un taxi de madrugada para no gastarse en él todo el caché de la noche.
Un incremento de las agresiones LGTBIfóbicas
Las agresiones LGTBIfóbicas han ido aumentando en los últimos años, especialmente en la calle y en el transporte público, viene advirtiendo el Observatorio contra la Homofobia (OCH) de Cataluña.
Esa LGTBIfobia a veces también se da, cuentan, en determinados locales, especialmente entre la clientela y, por ello, la asociación reclama igualmente a los empleadores de las miembros de la asociación "no tolerar ningún tipo de misoginia, fobias, racismo o agresión física o mental en los espacios de trabajo".
En definitiva, reclaman un marco con el que trabajar con mejores condiciones, evitando que el aumento de artistas respecto a hace diez años, en parte por fenómenos como el programa televisivo Drag Race, precarice aún más una profesión que se reivindica tan merecedora de remuneración y respeto social como cualquier otra ocupación artística