El 'plato Harvard' es la mejor opción para luchar contra la neofobia
Ofrecer pequeñas cantidades del mismo alimento a los pequeños puede ser la clave para que dejen de rechazarlo.
Que los niños digan un sonoro "no" ante un alimento en la mesa, que pasen horas delante del plato sin querer comer o que solo quieran alimentarse de su snack favorito son situaciones a las que día a día se enfrentan los padres.
Una de las más comunes es la conocida como neofobia, que se traduce en el rechazo a introducir un alimento nuevo en su dieta. Según señalan desde la Asociación Española de Pediatría (AEP) a La Voz de Galicia, esto sucede entre los 2 y 6 años y se puede solucionar con una exposición continuada al alimento.
Eso sí, señalan que las cantidades deben ir de menos a más y que este alimento nuevo que en un principio rechace, se debe mostrar en pequeños trozos y en una ración pequeña para que se vaya acostumbrando.
"Si no le gusta algún alimento, se puede cambiar por un equivalente; por ejemplo carne por pescado. Pasado un tiempo se le puede volver a ofrecer preparado de otra forma, como en forma de caritas o dibujos", recuerdan desde la AEP al citado medio.
En este sentido, apuntan a que la posible solución además de otras pautas como crear un ambiente agradable para las comidas, no perseguir a los niños con la comida ni regañarles o evitar distracciones como pantallas y juguetes, podría estar en el modelo nutricional del plato de Harvard.
En este sentido, se ayuda a generar unos hábitos nutricionales equilibrados para toda la familia y se reciben los distintos nutrientes de forma proporcionada. El plato de Harvard es un modelo desarrollado por la universidad del mismo nombre en el que se establecen las porciones que deberían recibirse de distintos tipos de alimento en un plato.
Por ejemplo, la mitad del plato deben ser frutas y verduras variadas, sin que entren aquí las patatas ni las patatas fritas.
La otra mitad del plato debe cubrirse en igual medida por granos integrales como la quinoa, el arroz integral, pan integral o incluso pasta integral, y por proteína saludable, que puede ser de origen vegetal como las legumbres o carne o pescado, evitando siempre las carnes procesadas, los embutidos y la carne roja.
Además, se recomienda el uso de grasas saludables como el aceite de oliva y el comer con agua, café o té y no hacerlo ni con bebidas azucaradas ni con lácteos (limitados a una o dos porciones al día). Asimismo, recuerdan mantenerse activos y realizar ejercicio físico.
Con este modelo se evita el rechazo a un alimento que ocupe todo el plato, ya que la variedad permite que haya porciones pequeñas y pueda ir poco a poco introduciéndose en la dieta del pequeño. "Aprender a comerlos se basa en favorecer la repetición de la ingesta de manera regular", apuntan desde la AEP a La Voz de Galicia.