Es nuestro Mundial, es nuestro momento
Me siento orgullosa porque me he retirado de este mundo dejando el fútbol a un nivel que yo jamás me habría imaginado.
Cuando yo comencé, para la gente, el fútbol femenino no existía. No se oía hablar de nosotras en ningún lugar. Ver a una niña jugando al fútbol era cosa de locos.
El primer equipo en el que jugué, cuando tenía 13 añitos, era el equipo de mi barrio, en Orcasitas. Por lo que sea, en ese club creyeron que algo podía aportar una sección femenina. Pero por aquel entonces, por mucho que el club quisiera tener una era una sección femenina, que no un equipo femenino, era difícil hacerte hueco: tenías que compartir vestuario, la ropa era usada en otras categorías...
Las niñas que no tenían edad para jugar con nosotras (14 años), tenían que seguir jugando con niños. Se cambiaban en un baño encerradas o en el vestuario de los árbitros, porque evidentemente no podías cambiarte con tus compañeros. Por eso, a algunas compañeras en el colegio no las dejaban jugar. Eso también lo he sufrido yo: los niños eran muy reacios a jugar con nosotras. No te dejaban participar hasta que, claro, te veían con un balón de fútbol y veían el potencial que tenías. Entonces, sí. Pero era muy difícil porque, incluso sabiendo que tú jugabas mucho mejor que muchos de ellos, la negativa era rotunda.
Teníamos que aguantar ese tipo de cosas y que te insultasen. A mí venían a insultarme a los partidos. Y en mi caso no eran solamente insultos machistas, también insultos racistas: “Vete a tu país negra de mierda”. Eran cosas tan feas que, con esas edades, pueden tener dos consecuencias: pueden hundirte en la miseria y que decidas que ya no quieres jugar al fútbol o puede hacerte más fuerte, para poder seguir creciendo y madurando.
En mi caso fui una privilegiada porque llegué a cobrar un salario “normal”, aunque he jugado más de 20 años al fútbol y solo he cotizado seis años, no todos a jornada completa. Voy a hacer 37 años con una vida laboral pésima. Cuando comencé, no había una jugadora de fútbol que tuviese un contrato laboral en condiciones. No había una estructura como tal, no teníamos unos derechos mínimos. Hemos pasado calamidades y, al final, lo que nos mantenía vivas era la pasión con la que vivíamos este deporte. Tener a tu familia apoyándote, a tu pareja animándote día a día eran las cosas que te daban fuerza para seguir.
Nosotras también fuimos testigos del cambio, del cambio social y del cambio en los clubes, que empezaron a hacernos caso. Cambiamos los campos, ya no se jugaba en tierra, y empezamos a jugar en el primer césped artificial. Eso lo recuerdo perfectamente porque era una moqueta de las que si te caías ya sabías que te ibas a quemar hasta el alma.
También empezamos a tener nuestra propia ropa. Y algunas jugadoras empezaron a vivir de ello. No te digo que tuviesen un salario descomunal, pero sobrevivir. En mi caso, he tenido la suerte de que he podido vivir de ello. He tenido compañeras que salían de estudiar y se iban a trabajar; y de trabajar salían directas a entrenar. Eso era digno de valoración, no sé cómo aguantaban año tras año haciendo algo así.
Muchas jugadoras, incluso las más prometedoras, se quedaron por el camino porque tenían que elegir. Evidentemente, el cuerpo no te da para hacer eso tantísimos años.
La llegada de Iberdrola supuso el inicio de una nueva era. Por primera vez, un patrocinador potente nos hacía caso e invertía en el fútbol femenino. Entonces en la ecuación también entraron las televisiones, especialmente GolTV. Recuerdo que cuando llegué al Atlético de Madrid, retransmitían casi todos nuestros partidos. Y así a la gente le fue entrando un poquito por los ojos. Aunque no se acercaban al campo, lo veían en la pantalla y más o menos se iban empapando de cómo funciona este mundo.
En aquel tiempo también era impensable que a nivel individual una jugadora tuviera un patrocinador como Adidas, Nike o lo que fuera. Pero entonces se sumaron marcas que empezaron por la Selección y todas tenían esa oportunidad. En el resto de LaLiga, la que tuviese un representante que pudiera moverlo, también. Yo no he tenido patrocinador en la vida, pero tuve oportunidad, eso también es decisión del jugador.
En el 2019, por fin, después de tantos años y de aguantar calamidades, tras una lucha intensísima por parte del sindicatoAFE, todas fuimos a la huelga. No queríamos, pero tuvimos que pegar un puñetazo encima de la mesa y decir hasta aquí.
Conseguimos un convenio colectivo que nos garantizaba unos derechos mínimos con los que ya sí nos sentimos un poquito más seguras. Se negoció tan solo para un año, porque sabíamos perfectamente que había que mejorar muchos de los puntos que había, pero había que dar un paso y el primero era garantizar esos derechos mínimos.
La mujer futbolista ya podía quedarse embarazada sin que te echasen a patadas a la calle. Eso pasaba en mi época, así que la que quería tener hijos joven, pues directamente se retiraba. Arrancamos todo eso de raíz. Con el convenio colectivo dimos un giro a todo y aunque el salario mínimo no era una brutalidad, era algo que los clubes podían pagar y mantenerse vivos, seguir evolucionando.
Me siento orgullosa porque me he retirado de este mundo dejando el fútbol a un nivel que yo jamás me habría imaginado. No puedo estar más contenta, porque además creo que nuestra liga es una de las mejores ligas del mundo.
Estamos en 2023 y el tiempo me ha dado la razón. En el momento en el que nos hemos puesto las pilas, que los clubes nos han hecho caso, que se han metidos a profesionales preparados, han visto lo que las chicas éramos capaces de hacer.
Lo único que queríamos era un poquito de atención y que se valorase nuestro trabajo porque se nos tenía ahí, en un rincón olvidadas. Y fíjate, vamos a ser la mejor liga del mundo y no me cabe la menor duda. Sólo hemos participado en dos mundiales y nos hemos plantado en la final. Estamos, nos hemos plantado en una final mundial.
No somos una selección experimentada en mundiales, como Estados Unidos o Alemania, y estas chicas han demostrado el potencial que tenemos aquí porque, evidentemente, para hacer una selección tienes que seleccionar a jugadoras de la Liga. Eso quiere decir que se están haciendo muy bien las cosas. Es el camino a seguir, seguimos creciendo aunque todavía queda.
No tengo ninguna duda tampoco de que España va a ganar esa final contra Inglaterra. Es nuestro Mundial. Es el momento de la Selección española, de dar ese paso. Y la única pena que me da es que hayamos tenido que llegar a la final del Mundial para que se nos preste atención.
También espero que las instituciones estén a la altura de esta gran hazaña, independientemente de si la ganamos o no, tiene muchísimo mérito. Espero que esta 'victoria' sirva para seguir mejorando y no solo en fútbol femenino, sino en el deporte de la mujer. Es hora de que se le dé la importancia que tiene.