Rocío Saiz: "La gente venera y aplaude a un montón de gente que es mala persona"

Rocío Saiz: "La gente venera y aplaude a un montón de gente que es mala persona"

La artista multidisciplinar presenta su primer libro 'Que no se te note'.

Rocío Saiz, en una imagen promocional.Cortesía de Rocío Saiz

De padres a compañeros de trabajo o parejas, todos ellos han entonado un "que no se te note" a alguien del colectivo. Para supuestamente proteger o directamente no aceptar una identidad y expresión de género que se alejaba de lo impuesto socialmente por el heteropatriarcado. 

La artista multidisciplinar y agitadora underground Rocío Saiz, se ha apropiado del término en su libro Que no se te note (Roca Editorial) con el que se abre en canal, deja claro que quiere que "se le note" y que "no hay nada más sexy que alguien con pluma". Pero también quiere romper con la dinámica "aparentemente feliz" que ha inundado durante años sus conciertos y sus DJ sets, toda una crítica a la burbuja de aparente hedonismo que rodea la industria cultural. Una situación aparentemente feliz que se truncó cuando pasó a ser reconocida prácticamente por toda España después de que en junio de 2023 durante un concierto en Murcia un policía la obligase a bajar del escenario y detener su actuación por enseñar el pecho. Asegura estar "harta de ser 'Rocío la de las tetas', aunque el homenaje de Eva Amaral unos meses después en el Sonorama fue para ella "lo más bonito" que le ha pasado.

Saiz califica el proceso de escritura como mucho más duro que abrirse en canal a través de la música, con condiciones que no siempre son elegidas como tocar en festivales o determinadas ciudades. "Imagínate abrirte en canal todos los fines de semana. Ya de por sí cuesta mucho todo lo que es la gestión, subirse a un escenario, gestionar, que no le gustas a todo el mundo o a nadie, que te pueden tirar piedras y tal. Un libro es algo que se escoge", explica a El HuffPost.

En él, Saiz habla de la ansiedad y cansancio en la que vive buena parte de la sociedad y, especialmente, a aquellos que buscan sin éxito dedicarse al arte o al espectáculo: "Aún así es mucho más light, porque yo quería poner muchísimo más sufrimiento, porque al final todo el mundo me ve en lo lúdico. Me encargo de hacer a la gente feliz, en teoría, que la música o la cultura es para que se sobrelleve todo y yo no quería alegrar por alegrar todo el rato . Me dijo mi editora, ‘hostia, es duro’. Y pensé, bueno, es que la vida es dura".

El salto a escribir su primer libro lo hace en un momento en el que Saiz, que ha trabajado en teatro, distintas producciones audiovisuales tanto de técnica como de actriz, y que lleva más de 15 años en la industria musical, no encuentra su sitio: "No me encuentro entre los artistas, no me encuentro en el tipo de música. No sé si me divierto o no". 

"Cuando llevas tanto tiempo probando tantas opciones y a veces no funciona o simplemente no estás hecho para el circuito que cada dos meses cambia y es agobiante y agotador. Tengo mucha ansiedad porque estoy componiendo y ya ha llegado otro tipo de música. Te tiras un año para hacer una canción y suena antiguo, ¿qué es antiguo?", se queja.

El machismo en la industria musical y ser 'Rocío, la de las tetas'

Para Saiz, que forma parte de la junta directiva de Mujeres en la Industria Musical (MIM) el panorama para las mujeres en la industria musical no ha mejorado, pese a un atisbo de igualdad antes de la pandemia del covid: "Veo todo el rato lo mismo: grupo de tíos jóvenes que sale, lo peta en Twitter, grupo de tías que sale, pasan sin pena ni gloria". Una situación que califica como "frustrante" especialmente cuando hay un agotamiento generalizado.

"También hay que ser responsable cuando miras arriba, mirar a los de abajo y ver por qué has llegado arriba, por los de abajo. No hay una democratización del talento ni de los cuidados en la industria del entretenimiento, nos encargamos de hacer feliz al de enfrente y están todos los compañeros actores, actrices, cantantes... hechos polvo, unas depresiones, unas medicaciones, etc.", recalca.

Saiz apunta que en ocasiones le dice a sus compañeros que deberían posicionarse a favor de la igualdad de carteles: "Muchos de ellos que son muy buenos, muy majos, muy talentosos, que se nublan en esos carteles. No se dan cuenta que todo guay, pero no sobresale ninguno, que parecen el mismo y ellos también trabajan muchísimo y tendrían que posicionarse porque les viene mejor". 

"Veo todo el rato lo mismo: grupo de tíos jóvenes que sale, lo peta en Twitter, grupo de tías que sale, pasan sin pena ni gloria"

"Hay una cosa que llamo la muerte del ego, que es que cuando fracasan dicen 'jo, es que la música es muy difícil", se queja y apunta a que una cinta como Segundo Premio, elegida para representar a España en los Oscar, sería imposible si Los Planetas fuese un grupo de chicas. "No puedo ser imparcial, me encantaría verlo desde el punto de vista bonito, no me sale quererla con el corazón pensando que la vida y la historia no nos ha tratado igual", añade.

Esa discriminación la vivió en sus propias carnes cuando en junio de 2023 Saiz protagonizó numerosos titulares, que hasta ahora no le habían dado por sus más de 15 años de carrera artística, porque un policía detuvo un concierto suyo en Murcia por mostrar sus pechos. Una situación que ha lastrado sus proyectos y que no ha vivido ningún hombre que haya mostrado su torso sobre el escenario: "Ha habido un montón de conciertos que se han caído, en programaciones que son de derechas. Hay muchísimos ayuntamientos que son de Vox. Me ha venido muy mal, lo he pasado muy mal y estoy cansada de la música". 

"Ha habido un montón de conciertos que se han caído, en programaciones que son de derechas. Hay muchísimos ayuntamientos que son de Vox. Me ha venido muy mal, lo he pasado muy mal y estoy cansada de la música"

Saiz asegura que está cansada de oír que la definan como ‘Rocío, la de las tetas’. "Doy conferencias con perspectiva de género, etc. Hago de todo, al final me he machacado tanto en la vida, que lo que más me ha costado es tomarme en serio, así que he dejado de reírme, de ser la maja, simpática que está siempre por ahí saludando. Llega un punto que te tienes que poner seria porque tienes una trayectoria y 33 años para aguantar burlas", sentencia. 

Solo en su faceta artística Saiz ha trabajado como promotora al frente de Tsunami Genderfluid y ha estado en agencias como, Ground Control, Emerge Management o Plan B Music. Además de sus dos discos en solitario —Amor amargo (2021) y Autoboicot y descanso (2023)—, ha estado al frente del grupo Las Chillers y del dúo Monterrosa junto a Enrique Aparicio. Además, ha protagonizado la película La amiga de mi amiga, el documental La revolución bailando y participa en el programa de Radio 3 Que parezca un accidente.

"Si el día de mañana quiero tener un hijo y quiero irme a hacer seguros, lo haré. Es una cosa como de penalizar al que intenta hacer lo mejor posible con lo que le gusta. La gente venera y aplaude a un montón de gente que es mala persona, por cosas que se saben y que sabemos. Todo el mundo debería poder hacer de todo, no solo quien sea artista. Yo no nací diciendo que quería ser artista, fue algo circunstancial", recalca. 

Saiz asegura que ha labrado toda su carrera en base a la autogestión y a poder pagárselo: "Poca gente me puede decir que me hayan regalado algo o que me contraten por quitarme la camiseta, que me lo dijo un artista muy conocido. Esa gente tiene muchísimos fans y es un mal compañero".

Portada de 'Que no se te note' de Rocío Saiz.Roca Editorial

La sororidad de Eva Amaral

Precisamente el reconocimiento lo tuvo ese mismo verano cuando en agosto Eva Amaral también descubrió su pecho en el Sonorama por varias mujeres y el primer nombre que sonó de su boca fue "por Rocío". 

"Creo que cuando dijo Eva eso, dije ‘me retiro, ya he llegado donde quería llegar’. A Eva Amaral no la conocía. El móvil empezó a petarme, que yo no estaba en el Sonorama porque no actuaba, y lo vi y fue como ‘wow, esta persona no me conoce y le ha llegado, le ha afectado’. Luego me escribió y me dijo que nos tendríamos que poner cara. Creo que ha sido uno de los momentos más bonitos de mi vida", asegura. 

  La cantante Eva Amaral actúa en uno de los escenarios del Festival Sonorama 2023EFE

Eva Amaral no pudo evitar tampoco los insultos en redes sociales que vivió Rocío, cosa que también vivió Axel, de Sidonie, con quien se subió Saiz al escenario en una reivindicación. "Cuando en Sidonie, Axel se quitó la camiseta y salió conmigo haciendo el activismo en Elche (Alicante), me dijo que muchísima gente le insultó, que no les iban a volver a ver, etc. ¿Sabes cómo nos sentimos las demás? No hay nada como darle a la gente su medicina porque lo ve y ellos de repente empatizan contigo", recuerda.

El gesto de Amaral fue para Saiz mostrar "el respaldo como artista", después de años de críticas. "Que si poner Sonia y Selena y Camela en todos los DJ Set, venga insultos. Me acuerdo en el FIB que me decían 'cada vez que Rocío pone música, muere un gatito'. Cuando luego han hecho lo que yo hacía", recuerda. "Para mí, sentir el respaldo de Eva Amaral fue como ‘joder, hay alguien que ve lo que hay detrás’ y conseguí esa notoriedad. Si ella habla de mí, igual no es la mamarracha tan básica de la que estamos hablando", señala.

"Para mí, sentir el respaldo de Eva Amaral fue como ‘joder, hay alguien que ve lo que hay detrás’ y conseguí esa notoriedad. Si ella habla de mí, igual no es la mamarracha tan básica de la que estamos hablando"

La reivindicación del colectivo LGTBI de Saiz ha sido otra constante en su trabajo, de hecho en 2022 fue reconocida con el Premio Pluma, de FELGTB por su labor en la visibilización y defensa de los derechos de las personas del colectivo. En su libro, sin embargo, descubre que buena parte de la historia de las lesbianas en España ha sido ocultada, como fue el Patronato de Protección a la mujer, vigente entre 1941 y 1985 y que tenía como fin, en teoría, controlar la trata de blancas, pero se usó como herramienta de represión patriarcal.

Hasta allí llegó gracias a una investigación de Itziar Ziga y una charla en el II Congreso de Postsexualidades a lo que seguiría el libro Las insurrectas del patronato de protección a la mujer: A la sombra de un león de Consuelo García Cid. "Contó que había mujeres a las que les metían ropa de hombres en la maleta y las metían ahí porque las odiaban porque eran repudiadas, porque eran diferentes, porque eran solteras y de repente las acusaban de lesbianas y las mataban ahí dentro. Entonces de repente no me cuenta. ‘Joder, si de repente no hay lesbianas es porque nos han hecho desaparecer", explica.

Los círculos de abuso y el uso de la terapia por "narcisistas"

En su libro, en el que Saiz ficciona su realidad personal en el diálogo de dos chicas que se encuentran en un gimnasio para supuestamente cambiar su vida, habla también de los círculos de abuso que se normalizan en las relaciones, pero también hace una crítica a cómo algunas personas "narcisistas" utilizan la terapia.

"Hemos conseguido que todo el mundo vaya a terapia, vale. Ahora tenemos que conseguir que la gente que vaya a terapia no mienta o que no le digan lo que quiere escuchar. No hay nada peor que eso. Si vas a terapia a decir lo mal que te trata la gente y tu psicóloga te dice ‘ay, es verdad que te tratan muy mal tienes que pensar en ti’ a alguien narcisista y mala persona le estamos dando más autoestima todavía", explica.

"Hemos conseguido que todo el mundo vaya a terapia, vale. Ahora tenemos que conseguir que la gente que vaya a terapia no mienta o que no le digan lo que quiere escuchar. No hay nada peor que eso"

Además, apela al peso que se le está poniendo en muchas ocasiones a psicólogos y psiquiatras para "salvar la vida de la gente". "No vale cualquier cosa. Si viene alguien y te dice que ha ejercido la violencia o ha pegado a su compañero, compañera o x. Hay que ser duro con la gente y decirle lo que no puede hacer, aunque sea de manera asertiva, y eso da mucho miedo", denuncia.

Sobre las relaciones tóxicas, Saiz admite que "no es nada fácil irse del círculo de abuso porque es una asociación química, que el cerebro nos disocia lo más posible". "Una persona por un ataque de ansiedad no se muere, pero sí muere si deriva en que salte por la ventana", apostilla.

La artista recuerda que palabras como "responsabilidad afectiva" están siendo tergiversadas por ciertas personas: "Las palabras pueden ser muy bonitas, pero también pueden hacer mucho daño".

Del mismo modo, critica la volatibilidad de las relaciones y señala que es "más difícil encontrar a alguien con quien hablar que con quien follar". "Recuerdo una cita que me dijo ‘jo, es que solo hemos andado', pues oye, es bonito. La presión nos la ponemos nosotros mismos, la gente ni siquiera es tan sexual, ni tiene esa presión sexual, es una cosa que nos estamos poniendo nosotros una losa tras otra", explica.

  Rocío Saiz en una imagen promocional del libro 'Que no se te note'.

La homofobia interiorizada, dentro y fuera del colectivo LGTBI

Esta situación, presente en cualquier tipo de relación sentimental, se suma a la propia discriminación dentro del colectivo LGTBI a las personas disidentes, con pluma o trans con comentarios como "no se te nota" o "es una persona trans 'bien hecha". 

"Si veneras una Catedral porque tiene 400 años de historia y ha pasado muchísima gente por ahí porque hay muchísimas culturas, etc. ¿Por qué no valoras a una persona que tiene una solera, muchísima cultura detrás, muchísima diversidad, inteligencia, riqueza en todos los sentidos? No tiene sentido que valores más una piedra que a una persona diferente. Hay personas que son piedras preciosas a las que estamos destrozando", se queja.

Saiz compara el haber vivido su vida lejos de poder vivir en libertad con los que le exigen para ser actriz una carrera de arte dramático. "Me hace gracia la gente que me critica porque no haya hecho cinco años de interpretación, cuando llevo 33 fingiendo ser alguien que no soy. Y lo sigo haciendo. Porque en la mitad del mundo, cuando viajo con mi novia o viajo sola, tengo que hacerme la fuerte para que no me violen, la dura para que no me persigan, la hetero para que no me intenten matar, etc.", explica.

"Creo que las personas del colectivo no hemos podido vivir sino sobrevivir, cuando uno tiene que sobrevivir bajo el yugo del miedo no se puede permitir divertirse, acostarse o follar con libertad", señala. Además, recalca que especialmente las personas trans, el sufrimiento que les ha supuesto y, en muchos casos, los que no se han permitido transicionar en determinados contextos o lo han hecho tarde: "Ya no es gente que tenga una adolescencia robada, es que le han robado toda su vida".

"Creo que las personas del colectivo no hemos podido vivir sino sobrevivir, cuando uno tiene que sobrevivir bajo el yugo del miedo no se puede permitir divertirse, acostarse o follar con libertad"

Para Saiz el enemigo no era solo la compañera homófoba de instituto que la insultaba llamándola marimacho cuando recorría los pasillos con un look más parecido al de Guti en el Real Madrid que al de cualquier estrella pop del momento, sino también el rechazo en el plano sentimental. 

"Muchas veces pienso que tengo 30 años y me he pasado la vida escondiéndome. Más del que me quería pegar, del no gustarle a una chica por ser una mujer, que ni siquiera me hablaba, me quitaba la cara. Muchas veces hemos vivido esa homofobia interiorizada de no querer ser como somos hasta que haces un esfuerzo sobrehumano, mental, emocional de quererte como eres", se sincera. 

Porque ser lesbiana es algo intrínseco para Saiz, igual que para cualquier miembro del colectivo, un daño continuo que, según la autora, solo viven las personas cishetero "cuando se separan o se divorcian". "Que no se te note", como dice su libro, no es una opción: "Llevo toda la vida ocultándolo para que me acepten, para que me quieran, para que me respeten, para que me seduzcan, para que me admiren... Y me he dado cuenta de que lo único que quiero es que se me note".

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Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es