Robbie Williams: "Puedes adaptarte a la fama mejor siendo adulto pero nadie ha salido de esa lavadora sin mojarse"
Entrevista con el cantante, que presenta junto a Michael Gracey su película autobiográfica, 'Better Man'.
"Los biopics se están convirtiendo en largos y aburridos y creo que los espectadores están hartos de eso. Lo entiendo, yo también soy espectador y también me canso". Así explica Robbie Williams por qué el director Michael Gracey y él mismo eligieron un mono para representarle en Better Man, la película autobiográfica que narra la vida del cantante desde que era un niño hasta su meteórico éxito.
Williams, que el próximo 2025 dará un concierto en Barcelona, recibe a El HuffPost en un hotel del centro de Madrid después de varias horas de entrevistas y de unas intensas semanas de promoción que lo han llevado a viajar por media Europa.
"Necesitábamos algo para vender la película", bromea sobre el mono, explicando que en realidad tiene sentido en una cinta en la que se aborda la cara no tan bonita de la industria musical. "Cuando te haces famoso te conviertes en 'otro', es como un zoo y creo que la idea de que un mono me representase en esta película tiene todo el sentido. Tiene más sentido de que yo fuera un humano en cierto modo", asegura Williams.
El cantante, que formó parte del grupo Take That cuando todavía era un adolescente, es uno de los rostros más conocidos de la música y esa fama, como se refleja en la película y él mismo ha contado, le ha pasado factura. La cinta arranca con el pequeño Robert sufriendo por integrarse con los niños de su edad y fantaseando con convertirse en un artista como Frank Sinatra cantando frente a la televisión con su padre y su abuela.
Esa dualidad entre Robert, el adolescente de Stoke-On-Trent (Inglaterra), y la superestrella en la convertiría Robbie Williams es incesante durante la película y a lo largo de muchos años de la vida del cantante. ¿Cómo lleva actualmente la diferencia entre el personaje y la persona?
"Soy los dos. Es muy divertido ser una estrella del pop, ser creativo, actuar como si fuera alguien especial. No creo que lo sea, pero es divertido actuar como tal. Tampoco creo que no sea especial, simplemente ya no pienso tanto en ello. Antes era muy autodestructivo y me odiaba a mí mismo. Ahora no me enfrento al abismo, no pienso en ello tanto. Lo que es lo que es", reflexiona Williams, que es padre de cuatro hijos junto a Ayda Field.
El estrellato y la fama le llegaron cuando tenía 16 años y entró a formar parte del grupo Take That, una de las boybands con más éxito de Reino Unido, que abandonó cinco años después tras numerosos roces entre los integrantes del grupo. Esa fama y los cambios de la mañana a la noche pasaron factura a Williams, que entró en una espiral de adicciones y problemas de salud mental.
Preguntado sobre si es inevitable sufrir este tipo de problemas cuando se alcanza el estrellato siendo muy joven, es rotundo: "Creo que en general cualquier nivel de fama en cualquier persona a cualquier edad. Creo que puedes adaptarte a la fama mucho mejor siendo adulto pero nadie ha salido de esa lavadora sin mojarse".
Williams, que en el pasado ha apreciado que al menos ahora se pueda hablar de salud mental en la industria musical, cree que "ha habido progresos" a pesar de que siga siendo un mundo complicado. "Creo que tienes derecho a hablar de ello y creo que hay comprensión porque la mayor parte de las personas en el planeta, ya sean famosos o no, están experimentando algún tipo de malestar. Creo que ahora se está reconociendo en personas famosas porque las personas no famosas están sintiéndose de la misma forma y pueden empatizar o entender lo que es tener una mala salud mental", valora.
"Se me da bien ponerme una máscara"
En una de las escenas finales de la película, el espectador viaja con Williams hasta el concierto que dio en el Royal Albert Hall de Londres en 2001. Allí el cantante hizo un recordada interpretación de My way de Frank Sinatra que puso al público en pie. Pero detrás de los aplausos y de la cima del éxito estaba una persona atravesando una depresión severa.
"Estaba en lo más alto de mi carrera y al mismo tiempo tenía una depresión aguda y era muy vulnerable por dentro. Y me sentía solo. Así que es muy raro verme a mí mismo en esos momentos. Pienso ‘wow se me da bien ponerme una máscara’. Se me da bien enmascarar lo que realmente está pasando, tengo un talento para eso. Un talento que es muy manipulador. Funcionó, pero estaba muy triste. Simplemente triste", reflexiona el artista sobre esa etapa de su vida.
¿Sigue sintiendo la necesidad de ponerse una máscara cuando sube al escenario? "Ya no estoy triste, así que cuando actúo en directo estoy disfrutando la actuación. Es una actuación porque el chico que necesita levantarse al baño cinco veces en una noche no es el mismo chico que está en el escenario en plan 'mírame, soy increíble, tenéis suerte de verme'. No soy yo, pero aparentemente es entretenido porque ponen mis fotos en los carteles y la gente sigue comprando entradas", celebra Williams.
El cantante volverá a los escenarios en 2025 con su próxima gira, que hará parada el 5 de julio en España con un concierto Cornellá. A estas alturas de su carrera, Williams reconoce que es un afortunado por poder seguir dedicándose a lo que le gusta.
"Ya no voy al estudio, ahora todo casi se hace en ordenadores. Prefiero estar en el salón escribiendo una canción. No me gusta grabar la voz porque me hace sentir desnudo y vulnerable y solo me gusta repetirlo tres veces. Me gusta el paquete completo, me gusta lo que la vida me ha dado, la suerte que la vida me ha dado y el hecho de que puedo vestirme, ser creativo, ser absurdo, ser serio... Y que eso sea entretenido para la gente es absolutamente glorioso. Me siento muy afortunado y muy agradecido", celebra el artista, que se encuentra en un gran momento vital después de años convulsos.
"Estoy muy agradecido de que Rob nos dejara mostrar esos momentos más vulnerables"
Better Man llegará a las salas el 1 de enero, pero lleva años gestándose para proyectarse en la gran pantalla. De hecho, la relación entre Michael Gracey y Robbie Williams se remonta a la grabación El gran showman (2017), cuando el cineasta pidió ayuda al cantante para que le ayuda a convencer a Hugh Jackman con los números musicales.
"Hugh estaba constantemente haciendo referencias a Robbie Williams como un showman contemporáneo. Y en un momento Hugh se cuestionaba si la música era lo suficientemente buena y como llevábamos trabajando junto seis años mi voz ya no tenía tanto peso. Así que contacté con Robbie Williams a través de mi abogado y le pedí que escuchara la música y me diera su opinión. Y ese vídeo fue suficiente para convencer a Hugh para seguir adelante y es la música que está en la película", cuenta Gracey, que asegura que le debe mucho.
Williams y Gracey siguieron hablando durante años y, según el director, el cantante contaba cosas "muy interesantes". "Robbie tiene un estudio de grabación en su casa así que siempre que iba a Los Angeles iba a su casa y nos poníamos a charlar, me contaba su historia", rememora Gracey.
El cineasta también explica que lo más difícil del proceso fue esperar a que la película estuviera lista para ensañársela a Williams y explicarle la elección del mono. "Si no le hubiera gustado habría sido un problema enorme", bromea Gracey, que explica que la decisión creativa de utilizar un mono triplicó el presupuesto de la película.
Como director, Gracey asegura que Williams fue muy generoso a la hora de dejar que ciertos momentos "muy oscuros" de su vida se contaran en la película. "Son verdaderos. Creo que mostrar eso... es muy diferente a algunos biopics que pueden estar un poco rebajados al contar la historia de una estrella del rock o del pop. Yo estoy muy agradecido de que Rob nos dejara mostrar esos momentos más vulnerables, más oscuros, porque la realidad es que todos tenemos cosas que nos gustaría no haber dicho o hecho. Creo que darle a los espectadores el respeto de enseñar eso hace que la película tenga mucho más impacto", reflexiona el cineasta.
"Creo que Robbie Williams se convirtió en un personaje, alguien en el que se podía —Robert— esconder detrás. Eso es interesante. Pero también, como alguien que siempre está actuando, ya sea para otros niños y fingiendo que es más fuerte de lo que es en su pueblo, ya sea cuando está actuando para su padre frente a la televisión porque quiere que su padre le mire de la misma forma que mira a Sinatra... Creo que Rob siempre ha estado actuando. Una vez dijo una frase, que no está en la película, que era ‘si tú no me quieres yo tampoco’. Y creo que es algo común y más relevante a día de hoy en el mundo de las redes sociales de lo que ha sido jamás", destaca Gracey.
Sobre los últimos compases de la película, cuando suena My way, el director cree que no había mejor canción ni mejor momento para cerrar el círculo y plasmar ese deseo de Williams de ser como el Sinatra al que veneraba su padre. "Empezamos la película con él y su padre cantando Sinatra frente a la televisión y hay una cosa crítica que dice su padre y que se queda realmente en su cabeza que 'o naces con eso o no eres nadie'. Vemos a este niño cuya vida entera ha intentado perseguir lo que quiera que sea 'eso' porque no quiere ser un don nadie", cuenta Gracey.
"Cuando ves lo del Royal Albert Hall, es esencialmente una carta de amor a su padre, está tocando todas las canciones favoritas de su padre. Ese álbum entero son canciones de Dean Martin, Frank Sinatra, Sammy Davies Jr... Así que sentía que ese tenía que ser el momento y la canción para alguien que necesita hacer las paces no solo con su padre, sino también consigo mismo", concluye el cineasta.