La insoportable marcha de 101 kilómetros de la Legión para detener el plan del caudillo rifeño de arrasar Melilla
Fueron 33 horas de puro agotamiento físico.
En la historia militar de España, pocas acciones resplandecen con tanta intensidad como la brutal marcha que los Legionarios de la I y II Bandera del Tercio de Extranjeros realizaron entre el 21 y el 23 de julio de 1921. Fue una misión desesperada, pero crucial, que aseguró la defensa de la ciudad norteafricana tras el desastre de Annual.
Según cuenta el ABC, en 33 horas de puro agotamiento físico, recorrieron más de 100 kilómetros para embarcar hacia Melilla, donde los habitantes temían por su vida ante el inminente ataque de los kabileños liderados por Abd el-Krim.
La noche del 21 de julio de 1921, las órdenes llegaron con urgencia al campamento de Robba-Gozal donde los legionarios no sabían aún que su destino final era Melilla. Bajo el mando del comandante Francisco Franco y con la supervisión del teniente coronel Millán Astray, la I Bandera y la 4.ª Compañía de la II Bandera emprendieron la marcha hacia el Fondak de Ain Yedida, a unos 25 kilómetros de Tetuán.
Un esfuerzo sobrehumano
La primera etapa fue relativamente llevadera, aunque el sol abrasador y la escasez de agua comenzaron a debilitar las fuerzas. Los descansos se hicieron cada vez más necesarios, pero la urgencia de la misión los obligaba a seguir adelante. La llegada al Fondak cerca de la medianoche marcó solo una pausa momentánea antes de continuar hacia Tetuán.
El agotamiento era notorio en los legionarios, quienes apenas tuvieron unas horas para recuperarse antes de recibir la orden de marchar nuevamente hacia Tetuán. La moral se mantenía alta gracias al juramento de salvar Melilla o morir en el intento que Millán Astray les hizo pronunciar antes de partir. Según recoge el medio ABC sus palabras fueron:"¿Juráis todos morir, si es preciso, en socorro de Melilla?". La respuesta fue clara: "Si, juramos. ¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva la Legión!".
Tras recorrer los más de 100 kilómetros en tiempo récord, los soldados llegaron a Ceuta y embarcaron en el buque Ciudad de Cádiz rumbo a Melilla. La travesía marítima fue intensa, con los oficiales recibiendo mensajes que pedían acelerar la llegada.
La llegada a Melilla
El 25 de julio, Ciudad de Cádiz atracó en Melilla, donde los habitantes los recibieron con vítores y lágrimas de alivio. La presencia de la Legión permitió reforzar las defensas de la ciudad, detener el avance rifeño y devolver la seguridad a sus habitantes. La posterior reorganización de las tropas españolas y los combates en agosto confirmaron que los sacrificios realizados en esta marcha no fueron en vano.
La marcha hacia Melilla consolidó la reputación de la Legión como una unidad de élite dispuesta a todo por cumplir su misión. Su esfuerzo no solo salvó la vida de muchas personas, sino que también marcó un capítulo de heroísmo en la historia militar española.