La reivindicación de la humanidad marca unos Princesa de Asturias con un Serrat único
De la actuación sorpresa a los discursos más destacados y el cambio que habrá a partir del año que viene que dará más protagonismo a Leonor.
Tolerancia, humanidad, democracia y empatía son algunas de las palabras clave que han centrado la 44ª ceremonia de los Premios Princesa de Asturias, celebrada este jueves en el Teatro Campoamor de Oviedo, en los que ha habido dos cambios.
Por un lado, por primera vez la heredera ha convocado la edición del año que viene, algo que siempre hacía el rey, y en la próxima edición, como ha anunciado Felipe VI, será ella también quien lea la biografía de los premiados.
Por otro lado, el gran protagonista ha sido Joan Manuel Serrat. "Soy un animal social y racional que necesita del hombre mas allá de la tribu", ha señalado el cantautor en su turno de palabra, que ha rematado con una actuación sorpresa que ha emocionado al auditorio. "Un regalo", en palabras del rey.
En referencia a él y al resto de los galardonados, la princesa Leonor ha reivindicado "la emoción contraria al escepticismo o al desánimo: la emoción de la esperanza", que infunden todos ellos: "Muestra que las cosas pueden mejorar, que siempre hay una grieta por donde entra la luz".
"La deshumanización es un riesgo latente", ha advertido Felipe VI, quien ha alabado que los premiado siempre tengan a "la persona" en el centro. También ha llamado la atención sobre la polarización y la negación del otro "porque piensa, reza o vota distinto".
Estos fueron los otros momentos más destacados de la ceremonia:
Todo al negro
Los paraguas dieron paso a los teléfonos móviles para inmortalizar el momento de la llegada de los reyes y sus hijas al Teatro Campoamor. Pronto llamaba la atención una imponente reina Letizia, que siempre lo da todo en esta cita en su tierra, con un vestido negro de manga larga de Carolina Herrera rematado por un volante XXL, y una melena suelta con mucho volumen.
Sus hijas también iban del mismo color, aunque la infanta Sofía con una chaqueta metalizada encima de un top y un pantalón sobrios. Leonor, en su versión más adulta, apostó por un esmoquin y un recogido juvenil.
Las abuelas, imprescindibles en esta cita
La emérita doña Sofía, fiel a los Premios, acompañó a los reyes y sus hijas desde el Hotel Reconquista hasta el teatro. Posaron juntos antes de hacer su entrada y antes de que la tocara subir al palco, desde donde suele seguir la entrega. Allí fue recibida con un aplauso mucho más caluroso que en otras ocasiones, significativo por la reciente publicación de las fotos y audios de Juan Carlos I y Bárbara Rey.
Por otro lado, Paloma Rocasolano, madre de la reina, fue de las primeras invitadas en llegar a la ceremonia. Tras la espera, recibió un fugaz guiño de doña Letizia al pasar a su lado mientras se dirigía al estrado, gesto que imitaron Leonor y Sofía de inmediato.
Aquellas pequeñas cosas de Serrat
Joan Manuel Serrat, premiado en la categoría de Artes, dio la sorpresa a todos los presentes al arrancarse a cantar Aquellas pequeñas cosas acompañado por la violista Úrsula Amargós tras acabar su discurso, creando un momento mágico en el auditorio.
El cantautor reivindicó la libertad, la justicia y la democracia como "valores que van de la mano o no van", en un "mundo hostil, contaminado e insolidario" que no le gusta y en el que impera "la avidez del mercado, donde todo tiene un precio".
"Gracias a los que desde hace casi 60 años han hecho suyas mis canciones y a todos los que desde los cuatro puntos cardinales se alegran conmigo al ver mi nombre unido a la rotunda lista de galardonados con este premio", agregó.
Poesía, humanidad, zorros y erizos
La rumana Ana Blandiana, Premio Princesa de Asturias de las Letras, homenajeó a Miguel de Unamuno en un discurso en clave político y en el que reivindicó el poder de la poesía y su capacidad de resistencia ante la censura. "He utilizado la angustia del filósofo español ante el destrozo de su país como un punto de apoyo en el universo actual, en el que las naciones se difuminan ante las ideologías, como un ancla en la profundidad del tiempo, en cuya superficie se estrellan las olas siempre cambiantes de la posmodernidad, a las que me resisto porque me duele España, me duele Rumanía, me duele el mundo", pronunció.
El canadiense Michael Ignatief, Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, sacó una sonrisa a la familia real con un discurso en el que habló metafóricamente de zorros y erizos. "Quisiera confesar cuánto temía a veces la libertad de mi zorro, cuánto tememos la mayoría de nosotros la libertad, cuán difícil es mantener la soberanía de nuestro propio juicio, ver el mundo tal como es, no como nos gustaría que fuera. Cuánto, de verdad, debemos todos luchar para ser mujeres y hombres libres en un mundo saturado de manipulación y mentiras. Sin embargo, poder llamarnos libres y merecerlo realmente es el premio que más importa en la vida", concluyó.
La franco-iraní Marjane Satrapi, premio en Comunicación y Humanidades, reivindicó otra manera de educar a los jóvenes: "Quizás antes de educar a nuestros hijos para que tengan éxito económico y social, debiéramos enseñarles que el verdadero éxito radica ante todo en el humanismo".
"Deberíamos enseñarles ética, civismo y sobre todo compasión y bondad. Y les aseguro que no soy de las que ponen la otra mejilla. Por una bofetada recibida devolvería diez, pero trato de no ser nunca yo quien pega la primera", enfatizó.