Biznaga: "Sin el ruido de la calle no son posibles algunos cambios más drásticos y profundos"

Biznaga: "Sin el ruido de la calle no son posibles algunos cambios más drásticos y profundos"

El grupo ha sido una de las sorpresas del ciclo de conciertos Sound Isidro de la mano de Vibra Mahou.

MADRID, SPAIN - MAY 20: (L-R) Pablo Garnelo, Alvaro Garcia, Jorge Milky Alvaro Garcia, Jorge Milky Ballarin and Jorge Navarro, de Biznaga en San Isidro 2023.Aldara ZN

El descontento de una generación, la precariedad, la crítica social y política y la alienación ante las nuevas tecnologías impregnan las letras de Biznaga, que llegan como derechazos y que ya se han convertido en himnos populares para la desafección. No se cortan a la hora de reivindicar que "Madrid nos pertenece" a los que habitan en ella, que el día a día de cualquier trabajador pasa por numerosos "no-lugares" o que todos somos "máquinas blandas" en el sistema capitalista.

El cuarteto madrileño —aunque con el nombre del icónico ramillete de jazmines malagueño debido al origen de dos de sus componentes, Jorge Navarro (bajo) y Álvaro García (voz y guitarra)— bebe de barrio, de las luchas del Sindicato de Inquilinas, de cargar contra los fondos buitre de una precariedad que ellos mismos como músicos han vivido en sus propias carnes.

Tal y como cuenta Navarro en conversación con El HuffPost, hasta 2023, cuando ya llevaba un año publicado su cuarto álbum Bremen no existe, no pudieron dedicarse plenamente al grupo y lo compaginaban con otros trabajos a jornada completa. "Nos libera bastante tener lo que antes teníamos ocupado en cosas que normalmente no nos importaban, como eran nuestros otros trabajos de supervivencia, pero que nos permitían mantenernos", explica. 

"Ahora hemos apostado por ello y es nuestro principal y único medio de vida", señala con orgullo y recalca que la composición, ensayos y conciertos como el que tuvieron con sold out el pasado mes de enero en la madrileña La Riviera ocupan "la mayor parte de su tiempo". De ahí que ya tengan listo el que será su quinto disco solo dos años después del anterior.

"Se han acelerado un poquito más los tiempos de la composición en cuanto a la agilidad y la rapidez. Hemos estado tocando mucho, pero también hemos tenido tiempo entre semana para quedar en el local y empezar a ver canciones", detalla. 

Eso no ha hecho que tomen distancia de lo que supone la precariedad laboral que tan presente está implícitamente o de forma directa en sus temas: "Influye por lo que comentaba antes del agotamiento físico y mental. Es mucha la exigencia. Personalmente pues me he tirado muchos años haciendo una jornada completa de ocho o nueve horas de trabajo más una de trayecto. Siendo de Madrid, al final son diez horas de lunes a viernes fuera de casa. Luego los fines de semana recorriéndonos España tocando, así he estado varios años y afectaba físicamente como mentalmente". 

"Ahora como precisamente conocemos ese mundo no queremos dejar de hablar de eso porque tampoco es que vivamos super cómodamente. Nos mantenemos dignamente, que era el propósito inicial y la apuesta fuerte del grupo era que fuera un medio de subsistencia digno y lo está siendo, pero no da para grandes lujos ni nada", enfatiza y reivindica que van a seguir "hablando de lo que conocemos que es un poco el entorno y esa precariedad laboral que hemos padecido y que muchos conocidos y amigos padecen".

El grupo Biznaga en los Premios Ruido 2022.SOPA Images

Tras 10 años en la escena y precisamente casi una década después de tocar por primera vez en la madrileña sala Sirocco presentando su primer LP Centro dramático nacional volvieron a subirse a esa tarima el pasado martes con motivo de los conciertos secretos organizados de la mano del festival Sound Isidro que tiene lugar en las salas de la capital este mes de mayo y Vibra Mahou, la plataforma de música de Mahou Cinco Estrellas. Sin embargo, tal y como bromea Navarro, a horas del directo sorpresa "se ha roto un poco la magia". 

"Creo que van a reaccionar positivamente porque ya los de Sound Isidro se han encargado de lanzar unas pistas que yo creo que no dejan lugar a dudas, aunque bueno, algún despistadillo habrá. Pero creo que ya más o menos las cosas se van filtrando y todo el mundo sabe ya lo que va", señaló antes del directo. Y así fue, aunque junto a sus guitarras soltaron un "sorpresa, somos Biznaga" en tono jocoso, los asistentes sabían a lo que iban. 

Tras este concierto, en mayo prometen "pisar un poco el acelerador" ya que han estado un poco "de perfil bajo" desde el cierre de gira en La Riviera, ya que se han centrado en acabar de "grabar y perfilar" este próximo trabajo. Un disco en el que tal y como cuenta Navarro, buscan ahondar más en esa vertiente melódica que abrieron con Bremen no existe, y para ello volverán a trabajar con Raúl Pérez en la producción y grabación y Santi García en la mezcla.

"En estos macrofestivales, se diluye la idea de lo que es un concierto para convertirlo en una experiencia de ocio, por decirlo de alguna manera, de consumo generalizado con el telón de fondo de la música"
Jorge Navarro, bajista de Biznaga 

"No es ningún disco conceptual ni nada, pero sí que hay una serie de temas que se repiten y atraviesan este nuevo disco que son importantes como la salud mental, el acceso a la vivienda, la precariedad laboral...", detalla el bajista del conjunto.

"Hay canciones más arriesgadas digamos, territorios que nunca ha transitado Biznaga y otras canciones más complacientes, más directas. Hay un poco de todo, yo creo que es un equilibrio bastante interesante, pero siempre con la melodía y la crítica como baluartes", adelanta.

Aunque hayan cosechado ciertos éxitos como el premio MIN a Mejor álbum de rock por Bremen no existe en 2023, no llegan a ser un grupo que entre en el circuito de macrofestivales, algo que, según Navarro, les ha evitado situaciones como que la gente no preste atención en los conciertos, aunque matiza que no descartan vivirlo: "En estos macrofestivales, se diluye la idea de lo que es un concierto para convertirlo en una experiencia de ocio, por decirlo de alguna manera, de consumo generalizado con el telón de fondo de la música, pero que en realidad tiene que ver con la música hasta cierto punto".

Sin embargo, para el bajista no todo se debe a los festivales, también por "el tipo de consumo de música que hay": "Es más rápido, que todo es a través de los móviles, no hay un interés real en la música en sí, sino que es uno más de los posibles entretenimientos que brinda el soporte digital, internet".

Además critica la actitud de falta de respeto de parte del público en estos eventos. "No me parecerá bien nunca que haya un artista o alguien interpretando sus canciones que haya, sobre todo en primera fila, gente hablando o pasando absolutamente, sobre todo impidiendo disfrutar a lo mejor gente que sí que le interesa al grupo", añade. "La primera fila siempre ha sido para los más fans", detalla calificando como "bochornoso" la distribución en zonas VIP y Golden Circle.

Letras con compromiso y reivindicando la lucha de "la gente de a pie"

La lucha social tan presente en sus temas no se queda solo en las letras, sino que la suben al escenario como hicieron en La Riviera con el Sindicato de Inquilinas de Madrid o cuando criticaron el pelotazo urbanístico en el Paseo de la Ermita del Santo en plena actuación en San Isidro 2023, donde también unos asistentes alzaron una pancarta antifascista en contra del traslado del féretro de José Antonio Primo de Rivera al cementerio de San Isidro con el mensaje: "Fuera la Falange de Carabanchel".

Sobre su tema Madrid nos pertenece y la esperanza de futuro en la capital, se muestra lejos del lema punk "no future". Señala que "mientras siga habiendo colectivos y personas, entes individuales que son los que los integran y, a resumidas cuentas, peña que pelea porque lo común siga existiendo y que el espacio público, la calle, la ciudad siga siendo nuestra, nuestra ciudad, podemos habitar dignamente, seguirá existiendo esperanza".

"Ahí está el punto de interés, en esa disputa con esas superpoderosas fuerzas de cooptación de los espacios como son los fondos buitres y todo esto refrendado por las instituciones", critica y enfatiza que "si desde las instituciones se les pararan los pies, sus brazos no serían tan largos ni podrían operar con tanta facilidad ni impunidad. El tema es ese, que se les permite poder ejercer de esa manera".

Navarro anima a que esos colectivos de "gente de a pie" sigan "haciendo presión a las instituciones" mediante huelgas, manifestaciones o acciones en redes sociales: "En definitiva, actos de diversa índole que hagan ver que no estamos conformes, que nos tienen enfrente y que reclamamos una ciudad más amable, una vida más digna dentro de la ciudad para todos".

"Los cambios más radicales se tienen que forzar y muchas veces cuestan dolor, sufrimiento y hasta la vida de la gente"
Jorge Navarro, bajista de Biznaga

El músico admite que aunque parece que el activismo de calle "pasa por horas bajas", "siempre hay gente dispuesta a partirse el brazo por esa causa": "Creo que sigue teniendo sentido gritar que Madrid nos pertenece. Madrid o cualquier otra ciudad porque es un mal que está afectando en realidad a muchísimas ciudades".

Sobre si una fuerza social como los movimientos vecinales podría volver a regenerar un 15M y materializarse en las instituciones como sucedió con Podemos, Navarro admite que es uno de los "grandes debates que dividen la pluralidad de conciencias o de ideologías o tradiciones que integran estos movimientos". 

"Unos son más partidarios de acceder a las instituciones y tratar de hacer cambios ahí. Y otros de seguir manteniendo la resistencia desde la lucha. Lo del 15M para mí fue una elección muy positiva a nivel simbólico, supuso volver a poner la política, en el amplio sentido de la palabra de la vida personal de la gente no la parlamentaria, en el centro de la vida de muchísimos jóvenes que en ese momento estaban totalmente despolitizados, entre los cuales me incluyo. Creo que jugó un papel muy importante", señala. 

Sin embargo, opina que posteriormente una formación nacida de este movimiento llegara a gobernar y que "no se aplicaran todas las promesas que se pudieron" sirvió para "comprobar nuevamente que desde las instituciones hay un marco estructural que es difícil romperlo".

"Desde dentro tienes hasta cierto punto limitadas tus acciones. Realmente los cambios que queremos que se consigan, que son más estructurales y más profundos y por supuesto más dolorosos, requieren más esfuerzo y tal, creo que no pueden hacerse desde dentro de las instituciones", lamenta. "Pero creo que no es contraproducente que dentro de las instituciones haya gente con pensamientos más progresistas o de izquierdas. No es incompatible. Pero sí que tiene que ver o es importante que siga habiendo desde la calle colectivos que sigan siendo críticos con esos partidos y que sigan peleando por hacer su parte", añade.

Para Navarro "sin el ruido de la calle no son posibles algunos cambios más drásticos y profundos". "Creo que los brazos de institucionales llegan hasta cierto punto porque las estructuras son las que son, no permiten más cambios. Los cambios más radicales se tienen que forzar y muchas veces cuestan dolor, sufrimiento y hasta la vida de la gente. Ha sido así siempre, los cambios profundos siempre han pasado por enfrentamientos potentes y suelen darse en la calle a nivel de la sociedad civil, no desde la política parlamentaria", recuerda.

Un desengaño político que arrastramos desde hace 30 años

Esta situación de crispación política y social que reventó en el 15M y que sigue hoy patente en la sociedad también se impregna de lo que ellos bautizaron en su tema Espíritu del 92, cuyo estribillo podría ser el late motiv de muchos llamados millennials que han visto frustradas sus oportunidades de futuro y que tienen una calidad de vida, en muchos casos, peor que sus predecesores: "Dime, ¿el futuro era esto? No, no por favor".

"Es un poco de ‘aquellos polvos, estos lodos’, las cosas no suceden por generación espontánea", recuerda. "De pronto nos encontramos que hemos perdido una serie de privilegios, por decirlo así una serie de conquistas que se daban por hechas. Un supuesto estado del bienestar que se desintegra. Unos servicios públicos que cada vez están más precarios, eso no ocurre de la noche a la mañana. Eso es un trabajo consciente de años y de décadas por parte de partidos políticos, entre los que, por supuesto, también está el PSOE, que no es únicamente una crítica al PP. Todos los fastos de la Expo, no hay que olvidar quién gobernaba entonces", critica.

Navarro apunta a que en aquellos años "dorados" en los que la Expo de Sevilla, Curro y el Barcelona de Freddie Mercury y  Montserrat Caballé volvía a las listas de éxitos, "España vendía que España era el país más moderno del mundo y habría una crisis de desempleo, todo el tema de la reconversión industrial... No era oro todo lo que relucía y debajo de la alfombra había muchísima mierda, muchísimas corruptelas a nivel urbanístico y de todo tipo".

"Unos servicios públicos que cada vez están más precarios, eso no ocurre de la noche a la mañana. Eso es un trabajo consciente de años y de décadas por parte de partidos políticos, entre los que, por supuesto, también está el PSOE"
Jorge Navarro, bajista de Biznaga

"Más adelante se fueron destapando todos esos pelotazos que todos conocemos ya que son míticos. Pero en ese momento parecía que eso no existía o no éramos capaces de verlo, porque lo que importaba era colocar a España en el punto de mira de Europa y del mundo en general con la Expo, con los Juegos Olímpicos", recuerda.

Para ello, tal y como detalla a El HuffPost, la canción incluye la metáfora visual de "la flecha trucada" de Antonio Rebollo para encender el pebetero. La canción juega un poco con ese truco visual que ocurrió en las Olimpiadas: "A nivel televisivo se falseó para que pasara lo que pasara, el pebetero iba a encenderse siempre. De eso hablamos, de ese truco de prestidigitación, de esa ilusión, de ese simulacro de todo está bien, cuando por debajo realmente hay mecanismos que operan para que parezca que es así, pero no deja de ser una simple ilusión. Eso fue lo que ocurrió a lo largo de los 90 y es la consecuencia también de lo que vivimos ahora, tenemos un poco esa herencia".

MOSTRAR BIOGRAFíA

Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es