Las tres carnes más vendidas de España que jamás recomendará un médico
Un nuevo estudio recomienda reducir su consumo al máximo
La carne nos puede aportar proteínas de calidad y su consumo, además de ser importante en nuestra gastronomía, sí es recomendable en una dieta equilibrada, según los nutricionistas. La cuestión, a la hora de hablar de alimentos saludables, no está tanto es si consumirla o no sino en qué carne debemos consumir y cuál no es recomendable y en la cantidad de cantidad que debemos tomar semanalmente.
Sobre la cuestión de la asiduidad, la Organización Mundial de la Salud (OMS), hace tiempo que dejó claro su consejo para los consumidores de este tipo de alimento: el tope debe estar en 500 gramos a la semana de carne procesada y también de gramos, si optamos por la carne roja magra. Y otro organismo autorizado, el Fondo Mundial de Investigación contra el Cáncer, limita algo más esta cantidad en el caso tanto de las carnes procesadas como de la carne roja: aconseja consumir un máximo de entre 350 y 500 gramos a la semana.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de carne procesada? Pues toda aquella que se ha transformado, bien mediante el curado, la fermentación, el ahumado, la salazón o cualquier otro proceso al que se le haya sometido con la finalidad de modificar o mejorar su sabor o su conservación. El problema de consumir este tipo de carnes es que el efecto beneficioso del que hablábamos al principio que nos pueden aportar sus proteínas de calidad desaparece cuando se le somete a estos procesos, según advierte la investigadora Ellen Struijk.
Y es que un estudio reciente, realizado por un equipo de investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), publicado en la revista científica BMC Medicine ha advertido de los problemas que tiene el consumo de determinadas carnes concretas. E insiste, además, en este mismo tema: “Un elevado consumo de carnes procesadas (como el salami, el bacon, el chorizo, el embutido envasado o las salchichas) pueden incrementar el deterioro de la función física”, es decir, de nuestras capacidades motoras y cognitivas, señala. Esther López García, profesora del departamento de Medicina Preventiva de la UAM resalta si se quiere llevar una dieta equilibrada es importe incluir en ella proteínas no sólo de la carne sino de distintos alimentos, tales como el pescado, las legumbres, los frutos secos y también de las carnes no procesadas.
En resumen, éstos son los tres tipos de carne que los expertos en nutrición y dietética no recomiendan que consumamos. El primero son las mencionadas carnes procesadas, las cuales, además de los problemas mencionados, contienen a menudo grasas poco saludables y aditivos, como el sodio y los nitritos, que pueden perjudicar nuestra salud.
El segundo tipo de carne que debemos evitar o reducir mucho su consumo son las carnes rojas (como el cerdo, el cordero o la ternera). Numerosos estudios científicos relacionan su alto consumo con un mayor riesgo de tener enfermedades cardiovasculares. Esto se debe a que contienen muchos ácidos grasos saturados y hacen que nos suba el nivel llamado colesterol malo (que es el LDL). No es que no podamos tomarlas, es que debemos moderar su consumo todo lo posible.
Y el tercer tipo de carne con el que debemos tener cuidado son los embutidos. Aunque algunos nos encanten (como la morcilla, el lomo o el chorizo) deben ser conscientes que su alto nivel de grasas saturadas y aditivos tampoco es saludable. Y nuevamente, desde el punto de vista médico, su alto consumo se relaciona con el incremento del riesgo de que padezcamos enfermedades cardiovasculares, además de sobrepeso.