Si la Justicia es ciega, la injusticia no lo es
En el área de Justicia, la mayoría absoluta del PP sabe perfectamente a qué ha venido, a qué intereses sirve y qué es lo que está haciendo. Es bueno que todos los demás seamos conscientes también.
En noviembre del 2011, millones de ciudadanos progresistas vital e intelectualmente animados por valores de centro izquierda, se retiraron de las urnas o decidieron auspiciar por omisión o por acción la atronadora mayoría absoluta del PP que impera en España desde entonces.
Vapuleados por la crisis, hartos del deterioro de las coordenadas económicas y sociales causadas por una crisis de una profundidad y una duración sin precedentes, muchos llegaron a pensar que un Gobierno del PP sería, después de todo, lo que los mercados querían: Así, por fin el monstruo de los mercados especulativos que tanto nos había encarecido los intereses de la deuda nos perdonaría la vida -nos "devolvería su confianza"-, y el PP podría obrar de nuevo su giro hacia la depredación urbanística, la devastación medioambiental y la política corrupta de la que muchos aspiraban a recibir las migajas que esparcieran.
Nada de eso sucedió. Todo empeoró bruscamente. Y continua empeorando, indiferente a esa arrogante autocomplacencia del PP que ve "indicios de que las cosas están cambiando" en cualquier circunstancial relajación de la prima de riesgo, aunque todavía hoy continúe muy por encima de cuando, en 2010, la derecha política y mediática bramaba por toda España pidiendo la cabeza de ZP al grito de que esa prima se llamaba Zapatero.
No es verdad, nunca lo ha sido, que todo lo que el PP está haciendo "venga causado por la crisis", ni mucho menos lo es que tenga por objeto "hacernos salir de la crisis".
No fueron la crisis ni Merkel quienes impusieron al PP la pandemia corrupta de Gürtel y de Bárcenas. No fueron la crisis ni Merkel quienes dictaron al PP su ominosa amnistía fiscal a los defraudadores y corruptos. No fueron la crisis ni Merkel quienes han impuesto al PP la subordinación de la agenda legislativa civil e incluso penal a la Conferencia Episcopal. No ha sido la crisis ni Merkel quienes han impuesto al PP su cruzada reaccionaria contra la educación para la ciudadanía, ni su brutal ajuste de cuentas contra la educación pública y contra los enseñantes. No fueron la crisis ni Merkel quienes han impuesto al PP la repulsiva regubernamentalización de RTVE, de nuevo empozada en la ciénaga del sectarismo ideológico y la manipulación desinformativa, siempre al servicio de los mismos y contra todos los demás.
Y no han sido desde luego la crisis ni Merkel quienes han impuesto al PP la abyecta política antisocial y excluyente que están perpetrando en la crucial área de Justicia, derechos y libertades.
La privatización de los registros (pomposamente bautizados como "reforma integral") para recapitalizar a un cuerpo de funcionarios; la imposición de tasas prohibitivas para impedir el ejercicio del derecho fundamental de "acceso a la Justicia" y cerrar el paso a la defensa ante tribunales de los propios derechos e intereses legítimos (art. 24.1 C.E); la reforma de las leyes penales para privilegiar a los delincuentes de cuello blanco, al tiempo que para perpetrar un retroceso grosero en cuantos avances sociales impulsó en su día algún Gobierno socialista con el voto siempre en contra del PP, forman parte del menú brutalmente regresivo que su mayoría absoluta, altiva, fatua y sin complejos, está ejecutando implacablemente.
Todos estos volantazos vienen ahora a completarse con el asalto sin precedentes al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), órgano constitucional de Gobierno del Poder Judicial (art. 122. CE). No sólo modifican su composición y funcionamiento en un sentido incompatible con la naturaleza del órgano: rebajan además la mayoría requerida para los nombramientos en la cúspide de la judicatura (asegurando así la perpetuación de su hegemonía) ¡y modifican la regla de su renovación por las Cámaras para posibilitar que ésta tenga lugar solamente en el Senado, en donde el PP disfruta por sí y ante sí nada menos que de 3/5 de sus miembros sin necesidad de pactar nada de nada con nadie!
El mensaje es claro y terminante: en una judicatura integrada por seres humanos de carne y hueso que aspiran a la promoción ascendente (el ascenso en la carrera), los miembros del Poder Judicial saben quién manda aquí: ¡el PP! Sin sombra de duda, el juez/a, magistrado/a que quiera ascender en la carrera haciéndose votar por un órgano controlado al 300% con mano férrea por los designios del PP y por personas designadas al 100% por el PP, ya sabe que deberá tentarse muy bien la ropa antes de atreverse siquiera a abrir diligencias de investigación en un caso de corrupción que pueda apuntar al PP o a sus dirigentes o responsables institucionales, ya sean estos locales, autonómicos o nacionales.
El mensaje de intimidación general y amedrentamiento concreto a todo el que se atreva a meter sus narices judiciales en la impunidad del PP es un mensaje nítido; no necesita traducción ni interpretación: quienes se atrevan a importunar a los que mandan, al PP, que se olviden de ascender, no hablemos de llegar en su vida al Tribunal Supremo.
El icono de la Justicia suele representarla ciega, con los ojos vendados, para asegurar así la igualdad ante la Ley. Menos ciega que nunca; más desigual y desigualitaria que nunca, la Justicia es abismada a la servidumbre de la injusticia en estado puro, a la arbitrariedad y a la desigualdad ante la Ley. Si la Justicia es ciega, la injusticia no lo es; sabe bien lo que está haciendo.
En el área de Justicia, la mayoría absoluta del PP sabe perfectamente a qué ha venido, a qué intereses sirve y qué es lo que está haciendo. Saben muy bien lo que hacen. Es bueno que todos los demás seamos conscientes también.