La desastrosa gestión de la crisis de la zona euro
Un desastre. La gestión de la crisis de la zona euro ha sido un completo desastre. No estoy hablando de los defectos congénitos con que nació el euro; no estoy hablando tampoco de las "aritméticas" y los desequilibrios de las economías que cedieron la soberanía monetaria -entre ellas la española- sin haber construido una fórmula compartible para el ejercicio de las políticas fiscales y presupuestarias. Ni siquiera estoy calificando los groseros desequilibrios de la economía de los países en mayores dificultades -Grecia, Portugal, Irlanda, España, Italia, y suma y sigue-.
Estoy hablando del desastroso diseño de manejo de la crisis impuesto por la obcecación de Merkel. No de Alemania ni de los alemanes, sino de la interpretación estrecha, cortoplacista, profundamente conservadora y escasamente europea de la coalición de fuerzas conservadoras que, acosada por una presión cada vez más eurófoba y nacionalista, hoy lidera Angela Merkel. Huelga recordar que a Angela Merkel no la hemos elegido los 500 millones de europeos representados, sí, por el Parlamento Europeo (PE); tampoco responde Merkel ante el PE. Pero no por ello es menos responsable su incapacidad para vislumbrar un intento europeo en la oscuridad de este túnel. No es Alemania -país central de la UE, cuya población, cuyo PIB y hasta cuya opinión pública no pueden ser ignorados-. Estamos hablando de Merkel y de los Jefes de Estado y de Gobierno de esa abrumadora y aplastante mayoría conservadora que, por su deplorable mezcla de complicidad, omisión y resignación, han permitido que hayamos llegado hasta aquí, con un tratamiento equivocado que no ha recuperado al paciente, sino que, a la vista está, ha empeorado incluso la mala salud del enfermo.