Erasmus: reacción, y contra un símbolo
Más eramistas, no menos, siguen haciendo falta para europeizar España y reeuropeizar Europa, en una dirección muy distinta a la que la reaccionaria política del bravucón ministro Wert está imponiendo a martillo contra las esperanzas de toda una generación de jóvenes españoles.
Que nadie se engañe. Si todo el PSOE exige la dimisión fulminante del ministro Wert no es solo ni principalmente por el grotesco episodio protagonizado por él a propósito de los recortes de las becas Erasmus. En realidad, el ministro Wert viene enfrentado con la totalidad del mundo educativo -enseñantes, comunidad de padres y madres, estudiantes, amigos de la enseñanza pública y de la educación- desde el minuto uno de su gestión, insoportablemente altanera y despectiva. Su confrontación con la Comisión Europea a cuenta de los hachazos contra las becas Erasmus -con rectificación forzada tanto por el propio Rajoy, al que obsecuentemente sirve Wert, como por la propia Comisión- representan, como se ha dicho, "una gota que colma el vaso" en el océano de sus provocaciones y decisiones despiadadamente antisociales.
Desde el primer día de su mandato, el ministro Wert ha protagonizado todo tipo de choques con los más diversos sectores educativos y culturales, labrándose día a día la oposición más beligerante de todos y cada uno de los integrantes de esa comunidad. Así, se ha pasado a pulso la convocatoria de dos huelgas generales de la educación, y la movilización, en sucesivas mareas verdes, de sindicatos, profesores, investigadores, creadores, madres, padres, estudiantes y alumnos de todos los niveles del sistema educativo.
Sin embargo, la gestión del ministro Wert ha recibido una y otra vez, el apoyo cerrado de Mariano Rajoy, presidente del Gobierno. La razón es simple: su política encarna -junto a la de Gallardón en Justicia- la expresión más feroz de la realización del programa máximo de la derecha española. Y ello sin ninguna conexión con las imposiciones provenientes de Bruselas (un Consejo en que están representados los Gobiernos de los Estados miembros a la UE, marcados por una abrumadora mayoría conservadora) y los dictados de Merkel.
Todo lo contrario: las becas Erasmus emblematizan como pocos otros instrumentos el símbolo de una época identificada con la mejor Europa. Especialmente, en el imaginario colectivo de las generaciones más jóvenes de ciudadanos europeos. Erasmus es, en efecto, un símbolo precisamente de la Europa que ahora tanto echamos de menos: librepensadora, cohesiva, centrada en la formación de un genuino espíritu europeo transversal y sin fronteras.
Fundado precisamente en la dimensión científica, intelectual de la apuesta europea por el capital humano y la libre circulación de las personas. Orientado a la formación y al aprendizaje de valores europeos, la beca Erasmus ha fomentado el intercambio de universitarios por todos los centros superiores de la UE, alentando el conocimiento y el afecto mutuo a través de la vivencia de la diversidad europea.
Barreras de prejuicios, desconocimiento e ignorancia han sido desafiadas y en muchos casos derribadas por la apreciación positiva de nuestro pluralismo lingüístico y cultural, por la confianza mutua y el reconocimiento.
El resultado es valorado como enriquecedor y promisorio de una Europa mejor: la que nos hace mejores cuando nos hace europeos.
Las embestidas de Wert ejemplifican sin complejos la antigua querencia de cierta derecha hispánica por una política reaccionaria y regresiva, profundamente indispuesta con la igualación de las oportunidades. Pero también una política lamentablemente coherente con la orientación neoconfesional, segregadora y excluyente de su contrarreforma educativa, así como con el carácter marcadamente antisocial del ajuste de cuentas que la mayoría absoluta del PP viene practicando implacable y sistemáticamente contra todos los pilares del Estado social, tanto en la UE como en España.
Los socialistas oponemos la ampliación y extensión de las ayudas Erasmus. Lo hemos peleado así en el Parlamento Europeo, tal como lo hemos hecho con la garantía juvenil (oportunidades y ayudas para la inserción laboral). Una garantía, por cierto, raquíticamente infradotada (apenas 3.000 millones de nueva dotación para los próximos 7 años) por la racanería de la derecha actualmente hegemónica en la UE, que, para colmo, la vende como si fuera un gran logro.
Este martes 19 de noviembre, el Parlamento Europeo ha dado la luz verde al nuevo programa Erasmus+, que aumenta su presupuesto en un 50% respecto al anterior periodo y amplía su ámbito de actuación (incluyendo los programas Erasmus, Comenius y Leonardo). Los socialistas hemos peleado el aumento de un 58% de las ayudas a la movilidad universitaria. Además, el texto incorpora muchas de las prioridades socialistas: la creación de un apartado centrado en la juventud, mayor apoyo para el trabajo juvenil y el voluntariado, la promoción de la inclusión social, la participación de personas con necesidades especiales y menos oportunidades y garantías para que el préstamo universitario tenga un bajo interés.
Erasmo de Rotterdam fue un librepensador renacentista hostigado por la contrarreforma y por el integrismo. Cuando Fernando de los Ríos se acreditó como embajador de la II República española en EEUU, país que luego sería su exilio definitivo, fue requerido por escrito acerca de su confesión. Respondió con un lacónico pero expresivo: "Erasmista".
Más eramistas, no menos, siguen haciendo falta para europeizar España y reeuropeizar Europa, en una dirección muy distinta a la que la reaccionaria política del bravucón ministro Wert está imponiendo a martillo contra las esperanzas de toda una generación de jóvenes españoles.