Premio Princesa de Asturias a Richard Ford (y a las nuevas masculinidades)

Premio Princesa de Asturias a Richard Ford (y a las nuevas masculinidades)

La obra de Ford en su conjunto constituye una de las críticas más despiadadas a la violencia machista y la homofobia, apuntando igualmente a nuevos modelos alternativos de género, paternidad y masculinidad. Son los de Ford modelos masculinos no sexistas ni homófobos, menos jerárquicos y más igualitarios, que el escritor sitúa en el marco estadounidense pero que pudieran (y sin duda debieran) ser trasladables a otros contextos.

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Foto: EFE

Cuando todavía resuenan en nuestras cabezas los disparos con balas cargadas de odio contra la diferencia perpetrados por el infame asesino de Orlando, esta pasada semana el Jurado de los Premios Princesa de Asturias anunció la concesión de su galardón en la modalidad de Letras al novelista estadounidense Richard Ford (Jackson, 1944). Aunque Ford contaba ya en su haber con los prestigiosos Premios Pulitzer y PEN/Faulkner Award, entre otros galardones, el premio fallado en Oviedo viene a consolidar su trayectoria como uno de los mejores autores vivos en lengua inglesa y, esperemos, sea su antesala al Nobel, tal y como ha pronosticado el filólogo y poeta Luis Alberto de Cuenca, miembro del Jurado.

Si bien esta noticia pudiera parecer totalmente ajena al crimen homófobo, cualquier lector de la obra de Richard Ford, autor sureño nacido casualmente cerca de Orlando, entenderá que relacione ambas noticias, pues la crítica al patriarcado y a la homofobia constituye una de las constantes de toda su ficción. Ciertamente, Ford ha sido descrito habitualmente como uno de los representantes actuales del realismo americano, pariente cercano de grandes escritores realistas como Raymond Carver o Eudora Welty; se le ha clasificado también como un escritor sureño, con resonancias de Faulkner, aunque Ford ha rehuido siempre el ser encorsetado en tal etiqueta; se le ha visto igualmente como el representante literario por excelencia de la clase media americana, que su obra retrata a la vez que critica con acierto y profundidad. Ciertamente, todos estos calificativos parecen adecuados, si bien no del todo exhaustivos. En este sentido, resulta cuando menos sorprendente que se haya hablado mucho menos de las que, a mi entender, son sus absolutamente innovadoras representaciones de género y, especialmente, de varones y masculinidades.

La crítica parece haber olvidado a menudo que la gran mayoría de sus personajes son hombres, incluido el ya clásico Frank Bascombe, protagonista de su famosa trilogía formada por El Periodista deportivo (1986), El Día de la independencia (1996) y Acción de gracias (2006), que le ha dado fama internacional y que ha reaparecido recientemente en una nueva colección de historias cortas titulada Francamente, Frank (2014) (todas ellas en Anagrama). Cierto es que el propio Ford ha recelado siempre de los enfoques de género o "feministas" (y, de hecho, "sociológicos") a la literatura, que ha tildado de potencialmente reduccionistas. Y, pese a ello, no cabe duda de que el género juega un papel fundamental a lo largo y ancho de su obra.

Si bien el estilo austero de Ford se ha comparado a menudo con el de Ernest Hemingway, sus personajes masculinos son del todo antitéticos, pues en la obra de Ford no hay lugar para la glorificación de la violencia masculina encarnada por muchos de los héroes de su antecesor.

Además, sus retratos de las relaciones de género son mucho más subversivos de lo que a menudo se ha querido ver. Si bien algunos críticos le han definido como un escritor "masculino" o "para hombres", seguramente debido al hecho de que la mayoría de sus protagonistas son varones, la ficción de Ford no solo cuestiona y subvierte repetidamente las relaciones de género tradicionales sino que nos ofrece numerosos modelos alternativos de masculinidad. Si varias de las historias en De mujeres con hombres (2002), por ejemplo, critican el vacío e inseguridad emocionales que a menudo viene a suplir la infidelidad masculina (Ford ha estado casado con su esposa Kristina durante varias décadas), sus historias cortas en Rock Springs ofrecen un excelente retrato de las varias causas de la violencia de género, mostrando sobre todo sus nefastas consecuencias para las mujeres, pero también para los propios hombres. De hecho, la violencia machista nunca permanece impune en su obra, que nos muestra la espiral (auto)destructiva y de aislamiento a la que se ven invariablemente abocados los maltratadores.

Si bien el estilo austero de Ford se ha comparado a menudo con el de Ernest Hemingway, sus personajes masculinos son del todo antitéticos, pues en la obra de Ford no hay lugar para la glorificación de la violencia masculina encarnada por muchos de los héroes de su antecesor. Por otro lado, la trilogía de Frank Bascombe nos ofrece uno de los más tiernos retratos de nuevas relaciones paterno-filiales, basadas en el afecto recíproco antes que la mera autoridad patriarcal, de la narrativa estadounidense actual, centrándose en la estrecha por más que conflictiva relación entre Frank y sus dos hijos. Es El periodista deportivo, sin embargo, la obra en que Ford quizás trate más explícitamente el tema del género y las masculinidades, retratando la turbulenta relación entre Frank Bascombe y su amigo Walter, quien, al igual que Frank, está divorciado pero finalmente se declara homosexual.

Sin embargo, el tema de fondo de la novela no es la homofobia de Frank, sino más bien sus dificultades para expresar abiertamente sus emociones como varón heterosexual, lo que le lleva a experimentar graves problemas de soledad y aislamiento, tanto en sus relaciones afectivas con mujeres como con sus amistades con otros hombres. En este sentido, su relación con Walter, quien le abre su alma y confiesa abiertamente su homosexualidad, le ayuda a entender la necesidad y posibilidad de establecer nuevos vínculos emocionales, no solo sexuales, entre varones, lo que juega un papel fundamental en la evolución emocional del personaje a lo largo de la trilogía.

El Jurado del Princesa de Asturias de las Letras ha justificado su fallo celebrando las "detalladas descripciones" del escritor, así como la profunda "emoción y desolación" que transmiten muchos de sus relatos, que dibujan el "mosaico de vidas cruzadas" que es la sociedad americana contemporánea. No cabe duda de que todo ello es cierto. Pero también lo es que la obra de Ford en su conjunto constituye una de las críticas más despiadadas a la violencia machista y la homofobia, apuntando igualmente a nuevos modelos alternativos de género, paternidad y masculinidad. Son los de Ford modelos masculinos no sexistas ni homófobos, menos jerárquicos y más igualitarios, que el escritor sitúa en el marco estadounidense pero que pudieran (y sin duda debieran) ser trasladables a otros contextos. En este sentido, este último merecidísimo Premio recibido por Ford en España, la misma semana del abominable crimen de Orlando en los Estados Unidos, nos ilumina a todos con un muy necesario rayo de esperanza.