Cuando los que votan son los niños
Durante 2106 hemos asistido a varias votaciones que nos han impactado por su trascendencia y por sus resultados, tan poco racionales para muchos. El brexit, las elecciones en España y el triunfo de Trump en Estados Unidos, nos han dado qué pensar. Solo votan los mayores de edad, pero ¿son resultados de votos adultos?
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Durante el año 2106, hemos asistido a varias votaciones que nos han impactado por su trascendencia y por sus resultados, tan poco racionales para muchos. Los referéndum sobre el brexit, las elecciones en España y el triunfo de Trump en Estados Unidos nos han dado qué pensar. Solo votan los mayores de edad, pero, ¿son resultados de votos adultos?
Desde el Análisis Transaccional, teoría de Psicología Humanista creada por el Dr. Eric Berne en California en los años 50 del siglo pasado, la personalidad se divide en tres estados del yo: Padre, Adulto y Niño. Cuando cuidamos, protegemos, guiamos, criticamos, etc. estamos en el estado Padre del yo. Cuando analizamos o evaluamos la realidad, planificamos, damos o pedimos información, estamos en el estado Adulto del yo. Cuando somos el niño/a que fuimos, cuando reímos, sentimos, cuando nos enfadamos o nos adaptamos a las normas de la autoridad, estamos en el estado Niño del yo.
Dentro de cada estado del yo habrá a su vez padre, adulto y niño. La teoría es compleja, pero para entender este mensaje puede valer con algo más simple. En Análisis Transaccional se escribe con mayúscula la inicial de los estados del yo Padre, Adulto y Niño para diferenciarlos de los adultos, padres y niños personas.
El Niño tiene una forma peculiar de procesar el denominado "pensamiento mágico infantil". En esa forma de pensar de los niños, los buenos son muy buenos, los malos son muy malos, el peligro no existe y si existe la magia. El Niño es atemporal, aético y amoral. Quiere decir que, como todavía no se ha terminado el desarrollo evolutivo, el Niño gestiona su vida y los acontecimientos como puede. No tendrá en cuenta la moral y la ética porque no ha llegado hasta ahí todavía. El concepto del tiempo, pasado y futuro, todavía no los puede procesar. Solo tendrá en cuenta el presente.
Otra de las características del pensamiento del Niño: el confundir el todo por la parte hace que los niños solo vean una parte de la totalidad y queden deslumbrados por aquello que más les llama la atención. El resto no lo ven o no lo quieren ver. Comprarán el todo por ganar tan solo una parte.
Cuando estudiamos al ser humano desde aspectos psicoemocionales, nos damos cuenta de que el desarrollo psicológico de las personas va separado del desarrollo físico. Hay muchos adultos crecidos que internamente siguen siendo niños. Una mirada a nuestro entorno y descubrimos muchos ejemplos de esto.
Esas personas mayores en edad pero que gestionan su vida desde su estado Niño del yo nos sorprenden a veces con sus opiniones, con algunos gestos extremistas, con su simpleza de pensamiento. El pensamiento mágico infantil les hace vivir una vida acorde con esto. Sus decisiones van en concordancia con su forma de pensar.
Confunden la foto con el vídeo. A veces piensan como si la vida fuera a ser igual que en el instante en el que toman sus decisiones. No hay futuro en sus planteamientos.
Los resultados de esas votaciones realizadas por los Niños de las personas que acudieron a las urnas están reflejando algo muy importante en el momento histórico que estamos viviendo. Los expertos que han analizado la votación del brexit opinan que lo que se votó fue para calmar el miedo ante la inmigración. De igual manera se explica el que Trump ganase las elecciones en Estados Unidos.
Hay muchas actitudes de ciertas personas que no se pueden explicar desde lo social. Debemos ir a planteamientos psicoemocionales para entender alguna decisiones de personas inteligentes. Los miedos internos, las decisiones de supervivencia tomadas en la infancia, el estado Niño del yo dirigiendo algún acto comprometido emocionalmente, etc.
De lo que no cabe ninguna duda es de que tanto el brexit como Trump, el ascenso de la extrema derecha en Europa, las votaciones en España -que, por un lado vota a un partido demostradamente corrupto y por otro crea de la nada y con mucha fuerza un partido como Podemos- y tantos ejemplos que el mundo nos está ofreciendo en estos tiempos es que la transformación que sacude a nuestra forma de vivir genera miedo en las personas. Mucho miedo irracional. Nos están cambiando las reglas del juego en plena partida. No sabemos cómo afrontaremos el futuro, pues el ritmo de cambios es tan vertiginoso que ni los más imaginativos pueden pensar las derivas que tomará nuestro mundo en unos años. Eso da miedo.
El ascenso del populismo se da cuando las personas tienen miedo y buscan políticos que les digan lo que quieren oír. Desde el Niño se escucha como la salvación o, al menos, como una solución creíble. Fantasías de los niños. Cuando un adulto, con su energía en el Adulto, escucha el mensaje, descubre la trampa con relativa facilidad. No hay más ciego que el que no quiere ver.
Cuando vemos que está cambiando tanto el mundo, que hay tantas personas insatisfechas, tanta incertidumbre e inseguridad, debemos leer los datos que nos da la realidad. Debemos tomar nota para que algo cambie antes de que todo estalle. Tendremos que tomar decisiones que resuelvan de verdad. Que pueda volver la confianza a las personas es fundamental para que se pueda vivir. Lo malo es que a quienes les corresponden ese tipo de decisiones es a los que nos gobiernan, y ellos, desgraciadamente, no las van a tomar. Y los demás, ¿qué podemos hacer? ¿A quién le corresponde tomar la iniciativa? ¿Vamos a estar esperando eternamente a que alguien se mueva? ¿Y si comenzamos a dar pasos los ciudadanos por nuestra cuenta? ¿Estamos dispuestos a cambiar?
Este artículo fue publicado originalmente en el blog del autor.