Peligro: hombre al volante
Conducir es desarrollar una actividad de desplazamiento, en un entorno social. Una actividad en la que intervienen aspectos emocionales, culturales, éticos y morales, entre otros. Y en conducir (no en manejar) no creo que nadie sea capaz de afirmar que un sexo sea superior a otro.
El Juzgado Contencioso Administrativo número 2 de Zaragoza ha dictado una sentencia que va a causar no poca polémica. El señor juez dictamina que no es discriminatorio para la mujer el que una autoescuela de la capital aragonesa cobre más a las mujeres que a los hombres: 850 euros para las damas y 665 euros para los caballeros.
El pleito arranca de una denuncia de la Unión de Consumidores de Aragón contra la Autoescuela Zaragoza, por considerar esta discriminación opuesta a Derecho. Esta denuncia originó una multa de 4.000 euros a la autoescuela, que recurrió la sanción y ahora el Juzgado Contencioso la anula.
El juez considera que no hay una discriminación sexista, sino una legítima práctica comercial ya que, los datos de la Dirección General de Tráfico son determinantes sobre el mayor número de suspensos en los exámenes prácticos entre las mujeres que entre los hombres. "Las propias estadísticas oficiales de la Dirección General de Tráfico recopiladas entre 2007 y 2012 confirman que en «todos y cada uno de los años, tanto en la prueba de destreza como en la de conducción abierta hay un mayor número de aprobados de los hombres» (dice la sentencia).
Y ahora viene la polémica: ¿conducen mejor los hombres que las mujeres? Desde que la mujer accedió a la conducción sigue en vigor esta cuestión (que no deja de ser una mera anécdota), con partidarios de uno u otro bando. Y como en este medio de lo que se trata es de originar polémica y contraste de pareceres, vaya la mía también para animar el cotarro.
Aunque me resisto a admitir que se pueda establecer una jerarquía de valores en función del sexo en casi ninguna actividad humana, sí que es evidente que en destreza física el macho es superior a la hembra. El hombre es citius, altius, fortius (más rápido, más alto, más fuerte) en el lema olímpico de Pierre de Coubertin. Podríamos pues afirmar, con mucho margen de error, que el hombre-macho, como el mono desnudo que definió Desmond Morris, es mejor manipulador de una máquina que la mujer-hembra. Pero conducir no es manejar un automóvil o un vehículo; es mucho más que eso.
Conducir es desarrollar una actividad de desplazamiento, en un entorno social. Una actividad en la que intervienen aspectos emocionales, culturales, éticos y morales, entre otros. Y en conducir (no en manejar) no creo que nadie sea capaz de afirmar que un sexo sea superior a otro, de la misma manera que las mujeres no son mejores médicos, ni mejores peluqueras o modistas; ni los hombres mejores arquitectos, humoristas o camareros.
El problema es que el juez basa su sentencia en datos estadísticos (que, por cierto, no aparecen reflejados en los anuarios de la DGT) sobre los exámenes de conducir. Solo sobre los exámenes. Y comete el error de analizar únicamente la parte mecánica de la conducción, la pura habilidad manual, que es la que se enseña en las autoescuelas. Decide su señoría que un buen mecanógrafo tiene que ser necesariamente un buen escritor... dicho con todo el respeto; tengamos la fiesta en paz.
Porque si recurrimos a los datos, hay otro que nos dice exactamente lo contrario y éste si se publica todos los años en los anuarios de Tráfico: y que hace referencia a los conductores que se vieron envueltos en accidentes con víctimas en vías interurbanas. En el último año disponible (2011) 26.238 conductores hombres frente a 9.627 conductoras mujeres; es decir, dos veces y media más varones que hembras. Y habrá quien diga que hay más hombres que mujeres conductores, pero la proporción está mucho más igualada: 15,5 millones de hombres frente a 10,6 mujeres conductoras. En resumen: 16 por cada mil conductores varones frente a 9 por cada mil conductoras mujeres. En términos estadísticos pues, la mujer conductora origina (o padece) casi la mitad de accidentes que el hombre.
Esto la saben las compañías de seguros, que buscan los colectivos con menos siniestralidad, aunque no siempre lo reflejan en sus pólizas.
Y para echar un poco más de leña a la polémica les cuento una curiosidad de la que yo mismo he sido testigo y precisamente en Zaragoza. En un parking público del centro de la capital me quedé asombrado cuando vi que en unas cuantas plazas había un cartel que ponía "reservado señoras" y ciertamente eran plazas de mayor tamaño. Pensando en que me encontraba ante una situación bastante escandalosa, me acerqué hasta el hombre encargado de la vigilancia para que me explicase el porqué de esa discriminación y si podían aparcar en esas plazas personas con sexo poco definido. Después de un rato de charla con mucha ironía por ambas partes, me reconoció que la empresa había reservado aquellas plazas porque estaban próximas a la garita de seguridad y que en aquel parking habían ocurrido varios asaltos a mujeres que habían dejado su coche en zonas apartadas. Una explicación algo más razonable aunque no es fácil justificar que las mujeres tengan más derecho a la protección que los hombres, pero dejémoslo ahí. Ignoro si sigue habiendo ese cartel, pero me gustaría que me sacaran de dudas.