Capítulo LX: La gaviota
Al final, las nubes acabaron por disiparse, pero para entonces, el hambre, la sed y el cansancio ya habían empezado a hacer mella en ellos. Habían transcurrido casi cuarenta y ocho horas desde que abandonaran el barco y se sentían realmente cansados.
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Mister Proper y el Capitán Pescanova al fin han conocido al famoso Gran Jefe, el Cacique. Éste, le cuenta a Mister Proper que sus órdenes expresas eran no matar a Mimosín y que él mismo no acababa de comprender lo que había sucedido. Pero entonces, se produce una tremenda explosión en el barco, que se hunde con toda su tripulación. Tan sólo Pescanova y Mister Proper consiguen salvarse, huyendo en un bote salvavidas.
Al final, las nubes acabaron por disiparse, pero para entonces, el hambre, la sed y el cansancio ya habían empezado a hacer mella en ellos. Habían transcurrido casi cuarenta y ocho horas desde que abandonaran el barco y se sentían realmente cansados.
- Vamos a morir, ¿verdad? -Era la quinta vez que Mister Proper repetía la misma pregunta en la última hora, pero el Capitán ya ni siquiera se enfadaba. La herida le dolía cada vez más. Y sinceramente, ya no tenía ni la más remota idea de dónde estaban. Pero trató de que no se notara.
- Ya te lo he dicho, grumete, hay una isla muy cerca de aquí. Pronto anochecerá y podré volver a orientarme mirando a las estrellas. Además, esta es una zona muy frecuentada por embarcaciones de recreo. En cualquier momento se nos cruzará alguna y esta pesadilla se habrá terminado -contestó intentando sonar optimista.
- Vamos a morir, ¿verdad? -repitió Mister Proper.
En ese momento, escucharon un graznido, y al levantar la vista vieron una gaviota de color azul que se posaba sobre la lancha.
- Buenas tardes, ciudadanos marineros -les habló con voz engolada- ¿Qué hacen ustedes por estos lares?
- ¡Una gaviota! -exclamó animado Mister Proper, eso siempre es señal de que hay tierra cerca, ¿no?
- Sí, eso dicen -contestó el Capitán, aunque su voz denotaba cierto escepticismo.
- Escuche, señora Gaviota, -preguntó el calvo musculoso- ¿sabe usted si hay alguna isla por aquí cerca?
- ¿Una isla? Se refiere usted a una extensión de tierra totalmente rodeada de agua: una ínsula. Por supuesto, hay una aquí mismo, y no saben ustedes la inmensa fortuna que han tenido al haberme encontrado, porque van ustedes en dirección diametralmente opuesta. Deberían virar 180 grados. Una vez lo hayan hecho, no tendrán que remar mucho. La vislumbrarán enseguida. Es un hermoso islote, con palmeras, cascadas, como la de la película El lago azul, ¿se acuerdan? La de Brooke Shields. Hay que ver cómo estaba aquella chavalita... Luego creció y se echó a perder, pero de moza, era un auténtico bombón. En fin, ahora tengo que irme. Ha sido un placer ayudarles, ciudadanos.
El ave alzó de nuevo el vuelo. Mister Proper, con una sonrisa de esperanza en la cara, se incorporó y echó mano de los remos.
- ¿Ha oído, Capitán? Vamos mal. Demos la vuelta, puede que no todo esté perdido.
- Por supuesto que no todo está perdido -contestó Pescanova arrebatándole las palas- vamos allá.
El Capitán empezó a remar impetuosamente.
- ¿Pero no ha oído? La gaviota ha dicho que la isla está en el lado opuesto.
- Esa, amigo mío, no era una gaviota cualquiera. A esta la conozco bien, créeme. Es famosa por prometer cosas que luego no cumple. No me fío un pelo de sus consejos. Lo mejor es que hagamos exactamente lo contrario de lo que ha dicho. Tal vez así consigamos salvarnos.
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