Capítulo LI: El camarero
La puerta del camarote volvió a abrirse y un tipo con pajarita y un mostacho modelo mariscal de campo del Imperio Británico en la India apareció en el umbral. ¿Mister Proper, supongo? -preguntó con un marcado acento inglés.
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Tras propinarle una tremenda paliza y escapar de la finca antes de que llegue la policía, los sicarios han llevado a Mister a un misterioso barco y le han encerrado en un camarote. Allí, las visitas se suceden.
La puerta del camarote volvió a abrirse y un tipo con pajarita y un mostacho modelo mariscal de campo del Imperio Británico en la India apareció en el umbral.
- ¿Mister Proper, supongo? -preguntó con un marcado acento inglés.
- Don Limpio... -contestó un Mister Proper a medio gas - y tú, ¿eres...?
- Me llamo Pringles. Me ha dicho el tío del burro que tenías hambre.
A Mister Proper se le iluminó la cara.
- ¿Hambre? Sí, muchísima, ¿me has traído comida? -preguntó.
- Mejor que comida, ¡patatas! -contestó el bigotudo, y se sacó de algún sitio una pila de paquetes cilíndricos- bueno, hay quien dice que no son patatas, porque en realidad no contienen más que un 40% de patata, pero qué más da, el caso es que están riquísimas. Te he traído todos los sabores. ¿Qué prefieres? Original, Paprika, Sal y vinagre, berenjenas de Almagro, al Pacharán,...
- ¡Todas, las quiero todas! -Mister Proper siempre había sido reticente a este tipo de subproductos alimenticios, pero no era el momento de pensar en su silueta. Sin dudarlo un segundo, se arrojó como un loco sobre los envases y empezó a devorar.
- Vaya, pues sí que te gustan, sí... -comentó el portador de las viandas impresionado por la avidez del prisionero.
Mister Proper ni siquiera le miró. Tragó uno tras otro aquellos sucedáneos de tubérculo como si fuera un adolescente que vuelve a casa después de una noche de farra. Y Pringles no quiso molestarle. Sin hacer ruido, abrió la puerta y se despidió sin esperar respuesta.
- Que tenga un buen día, Mister Proper.
- ¡Don Limpio! -gritó Mister Proper con la boca llena de saborizantes, aromatizantes, emolientes, gasificantes y vete a saber qué más entes que a los fanáticos de la alimentación orgánica les habrían parecido obra de Satanás, pero que a él, le supieron a gloria.
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