Papá, ¿en qué trabajas?
Existe una demanda creciente por parte de la sociedad y ciudadanía para que empresas, corporaciones, grandes marcas y sus directivos contribuyan más a nuestro bienestar. Se necesita. La crisis ha cambiado muchas cosas, entre ellas valores y prioridades.
Me convocaron a una reunión, como tantas. No conocía bien el motivo ni a aquel profesional de la publicidad que nos venía a contar su nuevo proyecto. Sólo de oídas.
Empezó todo con una pregunta: "Papá, ¿en qué trabajas?" Se refería a una situación en la que los papás primerizos como yo y poco experimentados en el arte de las preguntas y respuestas infantiles, nos podríamos encontrar en cualquier momento. "Y entonces, ¿qué responderíais? ¿Cómo le explicaríais vuestro trabajo al crío?", nos preguntó.... "Pensadlo antes", nos aconsejó, "la respuesta no es simple, no sólo por la simple explicación, sino por lo que queráis transmitir a vuestros hijos sobre el sentido de vuestro trabajo". ¡Joder, y ahí lo deja!
Pues dicho y hecho. A los pocos días, casualidades de la vida, Teo, mi hijo, en aquel momento de unos 4 años, va y me pregunta: "Papá, ¿cuál es tu trabajo? Mañana tengo que explicarlo en el cole".
Evidentemente no había hecho caso a mi compañero de profesión y no tenía bien preparada la respuesta. "Anuncios Teo, papá hace anuncios". Yo no hago anuncios, trabajo en el sector publicitario y marketing, pero no hago los anuncios. Pero fue lo que más rápido pasó por mi cabeza y lo más fácil para que al día siguiente Teo pudiera explicarlo en clase.
Pero el post no va sobre si hago o no hago anuncios y cómo se lo explico a Teo, va sobre lo que nos había avisado mi colega sobre el sentido del trabajo. Porque esa reunión acabó con la explicación de un proyecto maravilloso, en aquel momento llamado El Mundo al revés, justamente para que profesionales como yo, aparte de tener más o menos problemas en contar lo que hacemos, pudiéramos explicarlo con una sonrisa en la boca, contentos, felices y orgullosos de estar haciendo algo que a la vez de gustarnos, sirviera para hacer que el mundo fuera un poquito mejor.
Y es que de esa reunión salió un grupo de trabajo, voluntario dentro de la oficina, que fuera de su horario trabajaba en proyectos sociales. ¿Haciendo qué? Pues lo que sabíamos hacer, pensar en publicidad y marcas, pero enfocado a beneficios sociales. ¿Pero puede ser compatible trabajar para que grandes marcas y corporaciones vendan más a través de nuestra publicidad y a la vez estar contribuyendo a crear bienestar social, felicidad o simplemente un poco de alegría? Pues hasta ese momento me costaba verlo, había tenido siempre un gran dilema interno entre lo que hacía y lo que debía, entre lo que me pedían y lo que haría. Habituales contradicciones, ¿no? Pues proyectos como el Mundo al Revés, u otros que empiezan a surgir de iniciativas privadas y particulares, me ayudan a levantar la cabeza y no bajarla ante mis amigos médicos cuando debatimos sobre la motivación y fondo de nuestras profesiones.
Y es que existe una demanda creciente por parte de la sociedad y ciudadanía para que empresas, corporaciones, grandes marcas y sus directivos contribuyan más a nuestro bienestar. Se necesita. La crisis ha cambiado muchas cosas, entre ellas valores y prioridades, y ya nadie acepta la no solidaridad y falta de transparencia para trabajar en pro de las desigualdades o el desarrollo social.
En este terreno, las políticas de RSC (Responsabilidad Social Corporativa) incluso algunas ONG han perdido protagonismo ya sea por falta de recursos como por errores de foco. Es por ello que la iniciativa privada y empresarial es bienvenida. Según un estudio de Havas Media Group, el 69% de los españoles creen que las grandes marcas y empresas deberían ayudar más en nuestra calidad de vida y desarrollo social. Por el contrario, sólo el 27% creen que lo están haciendo, y sólo el 18% creen que lo hacen honestamente. Hay mucho terreno por recorrer, pero con grandes posibilidades de fructificar, seguro.
El marketing, la publicidad y el mundo empresarial en general ha llegado demasiado lejos en su afán de empujarnos hacia el consumo, de manera irracional y casi ilimitada. Banalizamos las necesidades y la manera de satisfacerlas. Por ello, los principales agentes y actores perdimos toneladas de credibilidad cuando nos topamos con la realidad actual.
Nuevas teorías como la del Shared value (Porter & Kramer) empiezan a ganar protagonismo dentro del mundo empresarial. Se buscan beneficios compartidos, sociales y empresariales, ¿por qué no? Claro que sí. Siempre debería haber sido así, y estoy convencido que como consumidores, valoraremos cada vez más iniciativas de este tipo cuando nos plantemos delante del lineal de un Supermercado.
Y como profesionales, siempre podremos decir que aparte de lo que hacemos y hemos hecho siempre, ahora también ayudamos a hacer de nuestro entorno algo mejor.
Os dejo con un ejemplo fantástico para ilustrar todo esto. Salió de ese grupo de trabajo del que os hablaba y al que llamaron "Los peces no se mojan". Miradlo por favor, vale mucho la pena.
Se trata de una labor de desarrollo e integración para niños con Síndrome de Down. Y sí, hay una marca comercial detrás de ello. ¡Pues chapeau! Ojalá hubieran más de éstas.
Por cierto, enhorabuena a Irene, José Mª, y al resto del gran equipo que colaboró desinteresadamente para hacerlo posible (Boolab, Oído, You & Me Marketing y Havas Media).
Teo, tu padre hace anuncios, y además intenta que todo vaya un poco mejor.